Análisis de Battlefield 3
Guerra a gran escala.
Fue durante una de las partidas al multijugador cuando realmente me di cuenta de la escala del juego. Yo y mi escuadrón bajábamos por una cuesta y luchábamos contra un pequeño grupo enemigo que se cubría tras un edificio. Con el RPG fuimos destruyendo las coberturas, y las paredes caían, y los dejamos a la vista para que nuestros francotiradores tuviesen una oportunidad de echarlos abajo.
Luego miré hacia la derecha y tenía una panorámica de todo el escenario; era de noche pero empezaba a romper el alba. Un poco más allá un tanque machacaba a un humvee, vi disparos cruzados a lo largo de un puente, y explosiones al fondo. La acción llegaba casi hasta el horizonte, y la sensación de que en cualquier momento podías echar a correr y unirte a cualquier pequeña refriega era bastante liberadora. De pronto una granada: cae un árbol, caos, me pitan los oídos hasta que poco a poco vuelve el sonido seco de las ráfagas de las ametralladoras.
Siempre pasa algo, y siempre te sientes parte de una batalla mucho mayor, y esto es posiblemente lo más impresionante de Battlefield 3. Es una guerra, además, que te permite lucharla como quieras. Para empezar, y como posiblemente ya sepáis, hay cuatro clases disponibles en el multijugador: médico, ingeniero, artillero y francotirador. Cada una tiene sus juguetes y sus especialidades, aunque luego puedes ir modificándolas para adaptarlas a tu estilo. Si te dedicas mucho a una clase y arma irás recibiendo bonificaciones que te darán más versatilidad; desde un desfibrilador para el médico, por ejemplo, a mirillas o linternas para las armas -y hay más de 50-.
La experiencia final poco tiene que ver con la de la beta, que tenía demasiados bugs y algunos ajustes un poco dudosos. Los nueve mapas iniciales y los cinco modos de juego son casi mundos en sí mismos, y el nivel de satisfacción en cada uno de ellos es enorme.
Para los que vengan de Call of Duty o Modern Warfare está el Duelo por Equipos (24 jugadores) o su versión por escuadrones, que enfrenta equipos pequeños (16: cuatro equipos de cuatro personas cada uno). Aquí no hay vehículos y los mapas son más pequeños; combates cercanos, frenetismo y un objetivo claro: mata más que el otro. El primero que llega a 100 puntos gana. Si nunca has jugado a un Battlefield está es la mejor puerta de entrada, posiblemente, porque tienes lo mejor de cada casa. Por un lado la acción es más intensa que en otras modalidades, pero nunca pierdes de vista la importancia del trabajo en equipo. Es especialmente gratificante obtener puntos por ayudar a tu equipo a hacer bien las cosas: si les das fuego de cobertura ofuscarás la visión del rival y reducirás su rango de acción, y te recompensarán por ello.
Luego está Rush, o Asalto, que también tiene una versión por equipos que permite hasta 24 jugadores en consola y 32 en PC y otra por escuadrones, mucho más reducida, con duelos de ocho personas (cuatro contra cuatro). Esta modalidad es la de la beta, y consiste en atacar o defender, según el equipo en el que estés, una serie de posiciones. Si los atacantes consiguen destruirlas la acción se desplazará a otras zonas, que en muchos casos suponen cambios radicales respecto a las anteriores. Aquí ya se pueden utilizar vehículos, incluídos los jets. Maldita sea, qué complicado es dominarlos, al principio, y cuánta impotencia sientes cuando te estrellas irremediablemente contra la primera montaña que se te pone por delante. Pero como con todo, con un poco de paciencia y algún amigo simpático aprenderás a pillarles el truco y le encontrarás la gracia a eso de surcar los cielos a la velocidad del sonido. Igual con los tanques, los humvees o los helicópteros.
Finalmente está Conquista, el modo que catapultó al éxito a esta saga. En PC pueden jugar hasta 64 personas, y en consola 32. Los mapas son grandes no, lo siguiente; tanto, de hecho, que en algunos niveles como Caspian Border puedes tirarte casi toda la partida para ir de un lugar a otro. No hace falta decir que aquí los vehículos son clave para ayudarte a conquistar las distintas banderas que están repartidas por el mapa. Cuantas más tienes más puntos suma tu equipo.
Algunos escenarios son tan grandes que pueden llegar a desmotivarte un poco; si te tiras cinco minutos a pie y luego ves como en un segundo, mientras cruzas un campo, eres abatido por un francotirador... piensas, ¿qué he hecho mal? ¿Tendría que haber ido mirando en cada esquina a ver si había alguien? Entonces hubiese llegado pasado mañana al objetivo. Es una reacción completamente normal, pero también forma parte de un proceso: el de aprender a ir en pequeños grupos y el de avanzar con otros compañeros -y resucitar donde estén, que ahorra un tiempo fabuloso-. Si aprendes a disfrutar luchando codo con codo con otra gente... entonces tienes mucho ganado.
A eso te ayuda el Battlelog, que es una mezcla de red social y aplicación web ultra bien hecha. Cuando compras el juego tienes que registrarlo en Origin, la tienda de EA, y desde ahí te llevarán a tu perfil de Battlelog para que lo configures y busques partidas y mires toda la información que necesitas. Te da estadísticas de las armas, rachas, mapas y modos en los que juegas, asistencias, precisión, medallas... ¡todo! Puede parece un poco raro, al principio, que esta herramienta no esté integrada en el propio juego... pero luego te das cuenta de que no estás en el PC de tu casa y de que quieres consultar algo, y tachán. También va muy bien para gestionar los clanes; existe la posibilidad de crear un equipo o de unirte a uno que ya exista y ver ahí las estadísticas del grupo, gestionar las partidas y citas o cambiar vuestro logo. Increíblemente potente.
Desde ahí también puedes buscar y unirte a partidas cooperativas, que es otro de los nuevos modos de Battlefield 3. Son una serie de misiones independientes en las que tienes que luchar con un compañero en escenarios sacados de la campaña principal; eso sí, los objetivos son distintos y en determinadas ocasiones cada uno asumirá un rol determinado. Está muy bien, también, que algunos elementos tengan componentes aleatorios para que así puedas rejugar cada nivel y encontrarte, siempre, algo que va cambiando.
Por suerte no necesitarás la conexión a internet para la campaña. La historia que te cuentan, como era de esperar, es una ensalada de clichés que utiliza todas las técnicas habituales para explicarte una historia de rusos contra americanos, americanos junto con rusos, bombas nucleares, oriente medio y una amenaza global -¡el enemigo en casa!-. Empieza con un flash forward y luego tiene una estructura de interrogatorio: en París se ha liado parda y los servicios de inteligencia americanos están intentando descubrir qué demonios está pasando. El objetivo de todas las preguntas es el sargento Henry Blackburn, que poco a poco va explicando su experiencia y, cada cierto tiempo, nos transporta al pasado para hacernos partícipe de ciertos fragmentos.
Consigue salir de la sombra de la competencia y convertirse, también, en un claro referente en el género.
La historia no es nada extraordinaria, la verdad, pero tiene momentos realmente memorables y algunos personajes épicos. Eso sí, se entiende, que ya es un punto a favor. Las situaciones con las que nos encontraremos parecen sacadas del manual del perfecto shooter; tramo de francotirador, en avión, en paracaídas... y yendo más en detalle, unas cuantas escenas scriptadas con quick time events que nos acercan un poco más al personaje en determinados momentos. Muy facilonas, eso sí.
Pasaría un poco sin pena ni gloria si no fuese por la soberbia presentación de... bueno, todo. Algunos niveles no son nada del otro mundo pero los vives con una épica tremenda, casi desmesurada. Para empezar, Frostbite 2, el motor gráfico, demuestra que es versátil y espectacular como pocos. Funciona bien en el desierto, en la ciudad, con lluvia, con sol, entornos urbanos, ciudades (viajamos a Irán, Iraq, Nueva York, París, etc)... y la dirección de arte lo maquilla con reflejos, luces y filtros que sorprenden constantemente, y que están aplicados muy inteligentemente para influir en cómo juegas. La destrucción del escenario no es total, y no puedes tirar todos los edificios como si fueses un Godzilla en miniatura -aunque molaría lo suyo-, pero sí que se destrozan la mayoría de coberturas y ciertos elementos de tu alrededor. Los gráficos -si puedes ponerlos en máxima calidad- son, en todo caso, soberbios. Todo esto también es aplicable al multijugador.
Pero lo que sobresale por encima de todo lo demás es el sonido. Es un pecado jugar a Battlefield 3 sin un equipo más o menos preparado; por lo menos ten a mano unos auriculares decentes. Todos y cada uno de los efectos están trabajados al límite, y hay situaciones en las que su papel es tan o más importante que los propios gráficos. La sensación de disparar un par de balas y derribar a alguien -los enemigos caen rápido, es gratificante y acertado-, de lanzarse en picado desde un avión y atravesar las nubes, sobrevivir a un terremoto, pasear por un campo tranquilo... todo mejora con esos efectos. Y hay veces en las que además meten ese efecto distorsionado del final de los tráilers -¡bffffohooom, bzzzorooohom!- con algo de música y uf, muy bien.
La campaña es corta, dura entre seis y ocho horas. Es variada y efectista, pero poco sorprendente. Hacen bien todo lo que tienen que hacer bien, el engranaje gira, pero no es el alarde de imaginación que hubiésemos podido esperar.
Todavía quedan algunos bugs por pulir y algunas imprecisiones por corregir, pero por lo demás estamos sin duda ante uno de los juegos más importantes del año. Su campaña está bien y, por lo menos en PC, te dejará los ojos como platos de lo alucinante que es a nivel técnico. El multijugador, que es el protagonista absoluto, está al más alto nivel y compite claramente por llegar a ser el mejor del año. Es enorme, hay modos de juego para todos los gustos y te transporta como nadie a una guerra de la que te sentirás parte. El sistema de progresión de armas y personajes le da una duración casi ilimitada y una flexibilidad genial. Por todo eso no deberías pasar la oportunidad de comprar Battlefield 3 y empezar a disfrutar de esta maravilla fresca y llena de personalidad, que consigue salir de la sombra de la competencia y convertirse, también, en un claro referente en el género.
Este análisis se ha hecho únicamente con la versión de PC y jugando en calidad Ultra. Nos reservamos el derecho a publicar otro análisis para las versiones de consola si consideramos que la nota o la valoración puede variar