Análisis de Inazuma Eleven 3: Fuego Explosivo / Rayo Celestial
Tiro combinado.
Es muy posible que se trate sólo de mis prejuicios rampantes, pero también es muy posible que yo no sea el único ser humano por debajo de los quince años que haya sentido vértigo ante la idea de introducir la patita dentro del amplísimo universo de Inazuma Eleven, franquicia de videojuegos ambientados dentro del mundo del fútbol alevín (o al menos ese es el punto de partida) que si bien nació hace tan sólo seis años, cuenta ya con tantas secuelas y spin-offs en el mercado que nos faltarían dedos en las manos para enumerarlas todas. Además, los juegos son tan sólo la punta del iceberg de una franquicia que ya nació con ánimo de conquistar todos los terrenos del entretenimiento multimedia. Casi inmediatamente después de su aparición en Nintendo DS, TV Tokyo comenzó a emitir la serie anime basada en el juego -que se acerca ya a los 130 episodios y se completa con una película estrenada en cines- y la editorial CoroCoro empezó un mes más tarde a imprimir el manga que pone en papel el centenar de personajes, la decena de arcos argumentales y todos los giros dramáticos habidos y por haber. Si todavía no fuera suficiente, existe todo tipo de merchandising asociado, desde las populares cartas coleccionables a juegos de tablero, pasando por bandas sonoras y demás memorabilia.
Así de sopetón parece demasiado para digerir de un sólo sorbo y puede mantenernos alejados de lo que es un juego excelente.
Como los conversos que hayan disfrutado de las otras dos entregas es muy probable que necesiten poca información para abalanzarse sobre un Inazuma Eleven 3 que, salvo un nuevo arco argumental centrado en el mundial de fútbol, mínimas funcionalidades de Street Pass, el uso por primera vez de la pantalla 3D (poco aprovechada al tratarse de la adaptación de un juego de 2010 para Nintendo DS), algún añadido leve al número de acciones que podemos realizar durante los partidos y el esperable aumento de jugadores controlables y técnicas especiales, varía poco sobre la fórmula ya establecida. Intentaré predicar por tanto a los no-convencidos, a los que, como mi yo de hace unas semanas, pudieran pensar que este juego hecho con el público pre-adolescente en mente (y nada menos que con un tres detrás del título para completar la sensación de desaliento) se trata de un evento exclusivo para fans y en el que resulta muy complicado subirse en marcha. Intentaré hacer entender que Inazuma Eleven 3 es capaz de recibirnos bien a todos.
Empecemos por lo básico:
Fuego Explosivo / Rayo Celeste se trata fundamentalmente de un juego de rol japonés con casi todos los elementos que se pueden esperar del género: subida de niveles, enfrentamientos aleatorios basados en reglas matemáticas más o menos complejas, grupos de personajes que gestionar, pueblos que visitar, tiendas donde comprar objetos, equipamiento de usar y tirar para mejorar estadísticas, historia melodramática... A los que hay que añadir algunos rasgos que el género adopta cuando respira en consolas portátiles, fundamentalmente, el potenciar el perfil coleccionista. En este caso, "fichar" jugadores por todos los rincones y escenarios para confeccionar un dream team (o varios) en miniatura.
"La cantidad de contenido que ofrece el título de Level-5 al jugador insaciable es de la que puede durar meses."
Los partidos de fútbol once contra once se tratan de los momentos estelares del juego. Aunque todavía poseen una sólida base matemática que podríamos emular en casa con lápiz, papel y calculadora, Inazuma Eleven permite cierta interacción "analógica" en el movimiento de los personajes y en el control de los pases con el puntero como para acercar el juego al Action RPG. A uno que supone todo un logro de accesibilidad, equilibrio (al menos cuando el juego decide convertirse en un reto, lo que no ocurre siempre) y gratificación audiovisual. Dos jugadores chocan y el tiempo se dilata para poder elegir la estrategia más conveniente. ¿Gasto los puntos técnicos en un regate o me arriesgo con una pasada sencilla para poder utilizarlos en un fuerte chut a portería? ¿Mis estadísticas serán suficientemente altas para poder robar el balón o mejor utilizo mi única súper-táctica? Sea cual sea la decisión el resultado siempre suele ser la animación delirante y espectacular de un joven futbolistas invocando pingüinos flamígeros que acompañan un balón convertido en meteorito o un portero que abre un agujero negro para detener un disparo. Estas secuencias son lo suficientemente breves y locas para que su constante repetición no convierta a los partidos/combates en momentos interminables y nos devuelven rápido al mundo de los números, de las técnicas especiales y comandos que introducen un buen puñado de variables a tener en cuenta. Si además está todo tan bien presentado y resulta tan sencillo de entender y dominar, resulta muy complicado aburrirse y no es extraño que haya tenido fascinados a tantos jugadores durante tanto tiempo.
Como ocurre en Pokémon -serie con la que comparte cierto espíritu-, existen dos maneras de abordar el juego. La primera es seguir una historia principal que, al contrario que la estructura aventurera del JRPG clásico, se articula siguiendo la fórmula establecida por los shonen deportivos (que, por otro lado, ya venían de casa con mucho de videojuego) y que podríamos resumir en grupo de deportistas inexpertos deben enfrentarse ante un rival teóricamente muy superior al que finalmente consiguen vencer tras entrenar muy duro y descubrir el valor del compañerismo y del trabajo duro. Después de la victoria, los rivales se convierten en amigos (incluso llegan a cooperar en futuros retos, convirtiéndose en personajes fijos) y se preparan para otro enfrentamiento imposible contra un rival arrogante. Nueva victoria y el ciclo vuelve a empezar. Inazuma Eleven 3 cumple a rajatabla este nítido esquema en todos y cada uno de los diez capítulos en los que se divide la historia principal. Cada uno de ellos tiene como punto focal un gran partido/combate contra una selección internacional que la historia nos presenta como imbatible y entre medio varias sub-misiones, cinemáticas y eventos donde aprendemos técnicas y subimos el nivel de nuestros jugadores.
No es necesario conocer los acontecimientos previos para disfrutar los dramas deportivos de esta tercera entrega. Está muy pensada para quien sólo decida chapotear en la superficie del juego no necesite saberse al dedillo la mitología previa ni esté obligado a farmear su equipo durante horas. El bajo nivel de dificultad permite que se pueda jugar de un tirón, ignorando el grueso de actividades secundarias y centrándose en los vaivenes de un guion que oscila entre el melodrama, la fantasía y los tópicos del cine de artes marciales. Porque aunque el elemento diferenciador pudiera parecer que es su ambientación futbolera, lo cierto es que salvo en los aspectos más superficiales que ya podemos imaginar (convertir los combates aleatorios en "pachangas", cambiar las espadas y armaduras por guantes de portero y botas deportivas,...), en Inazuma Eleven 3 tienen más relevancia los dramas personales y trauma resueltos en mitad de los partidos (con handicaps y alteración preguionizada de los numeritos en los que se basan los enfrentamientos para transmitir emociones); el estudio y puesta en práctica por parte de los jugadores de magias y otras artes arcanas; y motivos propios del cine oriental de hostias como las relaciones entre entrenador/sensei y jugadores/alumnos, el respeto a la tradición de un estilo de "combate", la voluntad pasada de generación en generación, las tácticas deportivas como técnicas milenarias e incluso celebrar el torneo final en una isla misteriosa.
"Inazuma Eleven 3 nos permite establecer nuestro nivel de compromiso con él. Nadie tiene excusa para no venir al estadio."
Este popurrí genérico es delicioso y haría falta ponerse muy cascarrabias para no disfrutar de su descaro. Aunque de ser así, Inazuma Eleven 3 todavía permite una segunda forma de abordaje. Si seguir el guion no es aliciente o si tras terminar la historia principal todavía no se está satisfecho, la cantidad de contenido que ofrece el título de Level-5 al jugador insaciable es de la que puede durar meses. La cantidad de torneos paralelos donde no se requiere competir con los protagonistas y que permite confeccionar desde cero nuestro equipo soñado es amplísima y eleva la dificultad hasta niveles que los más preocupados por la sencillez de la historia principal ya empezaran a encontrar adecuados. Sólo conseguir los jugadores más potentes puede ser una tarea a la que dedicar decenas y decenas de horas recorriendo con esmero no sólo las localizaciones de esta tercera entrega, sino todos los escenarios de los dos anteriores juegos que aquí vuelven a estar presentes junto con todos sus NPCs con los que hablar y equipos con los que jugar y el mismo trabajo puede costar hacerse con las súpertécnicas más poderosas. Por no hablar del contenido que solo puede desbloquearse buscando a un amigo que cuente con la otra versión del juego.
Inazuma Eleven 3 nos permite establecer nuestro nivel de compromiso con él. Lo accesible y profundo de su sistema de juego y lo desenfadado y alegre de su historia principal permitirá a los recién llegados no sentirse abrumados, mientras que la cantidad de material paralelo, los nuevos movimientos especiales, miles de jugadores exclusivos y recuperar elementos de las anteriores entradas de la serie agradará a los veteranos. Nadie tiene excusa para no venir al estadio.