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Análisis de Ninja Gaiden 3

Tiempos pasados sí fueron mejores.

En el ámbito de los videojuegos, al igual que en la música o el cine, hay una serie de creadores que saben hacer las cosas bien y que son garantía de que cuando firman un proyecto el resultado sea probablemente bueno. Son como las marcas, confiamos en ellos, aportan un valor añadido al juego y nos ayudan a diferenciarlos. Podríamos estar hablando de Miyamoto, Kojima o el tan conocido y polémico Molyneux, pero hoy toca Ninja Gaiden 3, y hablar de Ninja Gaiden es hablar de Tomonobu Itagaki. O, en este caso, del Team Ninja, que es lo que ha quedado tras su marcha de Tecmo.

La nueva entrega ha supuesto un reto considerable para el Team Ninja; huérfano tras la marcha de su líder y ansiosos de demostrar al mundo que ellos solos también saben hacer las cosas se han dispuesto a dar un nuevo aire a la saga del Ninja más hábil, rápido y hardcore de la industria. Desde luego, hay que aplaudir el valor que han tenido a la hora de hacer el juego; podrían haberlo dejado todo igual y limitarse a crear nuevos niveles y enemigos, pero en vez de eso han apostado por una renovación y un toque más cinematográfico que, con más o menos acierto, contrasta bastante con lo que nos tenía acostumbrados el ninja de la Espada del Dragón, Ryu Hayabusa.

La historia se centra en el protagonista y su propio purgatorio en vida a causa de toda la sangre que ha derramado con su katana a lo largo de todos estos años de matanzas, pero el argumento no va mucho más lejos: en resumidas cuentas se trata simplemente de acabar con el malo de turno que quiere destruir el mundo. El factor diferenciador en esta ocasión es, como decíamos, Ryu y su propia lucha interna, con un tono más oscuro que en anteriores juegos: nada más empezar veremos una escena en la que avanzamos hasta un enemigo desarmado que nos pide clemencia hasta que le atravesamos con nuestra katana a sangre fría.

Ninja Gaiden 3 se centra en mostrarnos cómo atravesamos a los enemigos y cómo desgarramos su cuerpo con nuestra ira más que en los desmembramientos, que era una de las señas de identidad de la última entrega. Los movimientos de finalización son espectaculares, el plano se centrará en la espada mientras corta la piel del enemigo y nosotros tendremos que machacar el botón para atravesar el cuerpo en su totalidad. La sensación de furia o ira es fantástica y pese a no ver pedazos esparcidos por el nivel la plasticidad de los movimientos y la cantidad de sangre que vemos en pantalla suple perfectamente la carencia de extremidades volando por ahí.

"El problema es que Ninja Gaiden 3 ha perdido su esencia y ya no es un reto."

A nivel visual es bueno, y por momentos incluso mejor que sus antecesores: el problema está en lo jugable. Lo que antes era un desafío solo para los más expertos ahora se ha convertido en un "machacabotones" casi sin sentido, lleno de animaciones scriptadas que cortan el ritmo de la batalla cada dos segundos. Ninja Gaiden se hizo un hueco entre los mejores gracias a su dificultad y a unos combates en el que primaba la técnica y la táctica, donde unos pocos enemigos básicos podían acabar con tu vida si no estabas concentrado al cien por cien. Pero Itagaki se fue y todo eso tras él.

Ahora lucharemos constantemente contra montones de enemigos con los que acabaremos pulsando casi exclusivamente y a toda velocidad el botón de ataque rápido. Para acabar con los soldados, perros con chalecos antibalas, magos y demás fauna aleatoria veremos las ya citadas animaciones de finalización, muy espectaculares, sí, pero que cortan totalmente el ritmo de la pelea centrando la cámara en la espada y dejándote vendido siempre. Además estos movimientos empezarán a encadenarse uno tras otro (recuerda bastante a Assassin´s Creed) y acabaréis con los enemigos en un momento y casi sin saber lo que habéis hecho.

El juego se ha vuelto tan simple, sobre todo en comparación a las ediciones anteriores, que hasta se ha perdido el arsenal por el camino. Acostumbrados como estábamos a contar con un buen repertorio de armas con las que probar numerosos combos y subir de nivel, ahora solo contamos con la Katana de Ryu y su nuevo arco. En esta ocasión cambiamos el arco rústico por uno sobre el papel mucho mejor, con flechas explosivas y auto apuntado, que facilita mucho las cosas a la hora de acabar con los enemigos lejanos. Además de ser más práctico, no es tan grande ni aparatoso como el arco de toda la vida y no molesta al verlo en la espalda de Ryu todo el juego. Pero al final lo evidente es que estamos ante otro incomprensible paso atrás en la saga, limitando sus posibilidades a tan sólo un par de armas y sin subida de niveles ni nada parecido.

"Lo que antes era un desafío solo para los más expertos ahora se ha convertido en un 'machacabotones' casi sin sentido, lleno de animaciones scriptadas que cortan el ritmo de la batalla"

El problema es que Ninja Gaiden 3 ha perdido la esencia, ya no es un reto. Ahora es un juego simple y algo tedioso pero, eso sí, muy espectacular, aunque la cámara nos pone las cosas más difíciles que nunca; nos muestra los planos más vistosos pero nunca los más prácticos, y normalmente estaremos luchando sin saber exactamente cuántos enemigos tenemos a nuestra espalda.

Además del modo historia, el juego cuenta con algunos modos para desfogar nuestra ira en compañía. Tenemos un modo horda cooperativo en el que acabar con oleadas de enemigos durante el mayor tiempo posible. Hasta aquí nada nuevo. Por otra parte se ha añadido un multijugador competitivo en el que, en equipos de cuatro, lucharemos por ser el grupo que acumule más muertes. Su estructura es muy similar a las que nos tienen acostumbrados casi todos los juegos de los últimos años: personajes personalizables, rangos que ir subiendo a medida que jugamos, etc. Como en Assassin's Creed, es a mi parecer algo totalmente innecesario, y creo que tendría más sentido y sería infinitamente más divertido centrarse en hacer misiones interesantes para el cooperativo en vez de gastar tiempo y esfuerzo en un competitivo al que todavía queda por ver cuánta gente llegará a jugar.

Itagaki se fue y eso se nota. El Team Ninja ha sido valiente y no se ha conformado con repetir la fórmula del éxito. Han intentado demostrar que son capaces de hacer un Ninja Gaiden pero, desafortunadamente, lo que les ha salido no es un Ninja Gaiden. Han conseguido un juego muy espectacular y vistoso, pero que no consigue divertir y retarte como sí lo hacía esta saga en el pasado.

6 / 10

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