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Assassin's Creed II

¿Renacimiento?

Si lo haces te darás cuenta de que merece bastante la pena. El juego tiene muchas capas. Algunos elementos que al principio parecían anécdotas acaban convirtiéndose en el centro real de tu interés.

Uno de esos apartados son los coleccionables y elementos desbloqueables. Por un lado puedes recolectar plumas, comprar cuadros, subirte a atalayas, encontrar una especie de graffitis y descubrir cofres con dinero —entre otros—. Cada una de esas misiones secundarias tiene cierta relación con la historia de la saga y, lo más importante, te obliga a utilizar la ciudad, tanto en exteriores como en interiores. Hay algunas misiones especiales en las que tienes que recolectar unas piezas y que se desarrollan enteramente en interiores; eso sí, no puedes entrar y salir de los edificios cuando te da la gana. Como apuntaba, si te entregas a ella, si vas predispuesto a utilizarla adecuadamente, está muy bien.

Por otro lado tenemos las habilidades, las armas y el equipamiento. Una de las novedades de ACII es que hay dinero y, como sabréis, el dinero no crece en los árboles. Tendremos que ganarlo. La opción más desagradecida es robando, saqueando cadáveres o encontrando cofres. Las más lucrativas son completar misiones y gestionar tu ciudad, Monteriggioni. Le daremos pasta a un arquitecto amigo de nuestro tío Mario —atentos que hay una broma buenísima cuando lo conoces, pero tenéis que poner el audio en inglés— y renovaremos los establecimientos. Eso dará valor a la villa y nuestra inversión se convertirá en un constante flujo de cash que nos vendrá de perlas para ir, luego, a las tiendas.

Ahí encontraremos armaduras de todo tipo que mejorarán nuestra resistencia y un buen puñado de armas, que se dividen en cortas y largas. Las primeras son puñales, cuchillas… y las segundas espadas, cimitarras, martillos y porras, por ejemplo. Evidentemente luego las podremos utilizar en el combate, junto con algunos trucos extra como bombas de humo o envenenamiento. Los combates son muy parecidos a los del primer Assassin’s Creed: todos iguales, pero muy divertidos y sádicos. Está especialmente bien el sistema de contraataques y los movimientos de asesinato. También, cómo no, podremos optar por salir por patas y perdernos en la ciudad si vemos que la cosa no pinta demasiado bien.

No es fácil conseguir el cien por cien de las armas, y esa necesidad de ver cómo va cada una —y de tenerlas ordenaditas en nuestra pared de Monteriggioni— nos empujará a querer mejorar como gestores.

Son realmente todas estas capas las que dan profundidad a Assassin’s Creed y las que justifican que sea un sandbox. Son excusas muy bien pensadas para convertir la exploración, porque este juego es un juego de exploración a tope, en algo ameno. A este le podemos sumar cuatro elementos de sigilo y unas cuantas opciones más y tenemos una mezcla la mar de completa.

Altair no es el personaje principal esta vez, pero sí que está presente en algunos de los misterios más importantes del juego.

En resumen, la estructura de las misiones y la forma en la que te proponen que participes en ellas sigue siendo bastante deficiente, en gran parte por culpa de un diseño que flaquea de forma alarmante en puntos clave y que evita cualquier chispa de épica —y eso se siente como una oportunidad perdida—. Recuerda algo a lo que pasó con Far Cry 2, para aquellos que lo hayáis jugado. En todo caso, Assassin’s Creed II es un muy buen producto que gustará más que el primero a todos los fans, porque propone más y mejor exploración y unas ciudades preciosísimas por las que hacer parkour. Ellas solas merecen la pena. Los gráficos y la ambientación son de matrícula, y sin bugs. Los desarrolladores han jugado bien sus cartas y han pulido todo lo pulible, y expanden una fórmula de absoluto éxito. Bastante recomendable y casi vital para entender esta generación.

8 / 10

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