Hydrophobia Pure
La difícil entonación del mea culpa.
Lo más habitual cuando un videojuego sale mal es que sus desarrolladores hagan borrón y cuenta, se olviden del desastre y pasen rápidamente a otra cosa, para desesperación de los pobres incautos que hayan picado comprando su producto. Con un poco de suerte se arreglan los bugs más graves, pero las malas decisiones de diseño seguirán ahí por el resto de los días. Y entonar el mea culpa, desde luego, es algo que se ve todavía menos a menudo.
Quizás por eso sorprende tanto el ejercicio de humildad y constricción de Dark Energy Digital, el estudio británico creador de Hydrophobia. Publicado originalmente en septiembre del pasado año, el juego recibió numerosas críticas negativas por parte de prensa especializada y usuarios. En vez de enrocarse y pasar del tema, y tal como nos explicaron en una interesante entrevista, dedicaron los siguientes tres meses a leer todas esas críticas y pulir los aspectos que habían recibido más quejas. El resultado es Pure, una especie de director's cut en forma de parche que permite, ahora sí, apreciar la visión que querían realizar desde un primer momento.
El juego se ambienta en un mundo devastado por la superpoblación, y en concreto en el gigantesco transatlántico Queen of the World, una especie de ciudad flotante. En plena celebración de una fiesta, y cuando todo parece ir sobre ruedas, un grupo de terroristas (autollamados maltusianos) secuestra el buque, hace detonar varias bombas y este empieza a hundirse. Encarnando a Kate Wilson, una ingeniera de seguridad aislada en una sección bajo control enemigo, y con un ayudante guiándonos a distancia a través de la radio, nuestro objetivo será escapar del barco llevándonos por delante unos cuantos terroristas. ¿No os suena mucho a cierta obra maestra del cine de acción de finales de los 80?
Quizás la primera sorpresa que ofrece Hydrophobia es la ambientación, a medio camino entre La Aventura del Poseidón y La Jungla de Cristal. La tensión de tener que enfrentarse no solo a la destrucción del barco y a los elementos (agua y fuego), sino también a un grupo terrorista está muy bien llevada, conformando una experiencia bastante inmersiva. Con un enfoque más reflexivo que impulsivo, y más centrado en la aventura/exploración que en la acción, Kate es una heroína que recuerda ligeramente al John McClane de la película dirigida por John McTiernan en 1988, y aunque no es ni mucho menos tan locuaz ni suelta aquellos ingeniosos chascarrillos sí se ven algunos paralelismos e influencias.
Pero la gran estrella de la función es, como no podía ser de otra forma, el agua. El motor gráfico HydroEngine, creado por el propio estudio de forma interna, se destapa con una de las representaciones más realistas del medio líquido que hemos visto en un videojuego. Olvidad BioShock u otros juegos con ambientación acuatica: aquí sí que se ha conseguido plasmar de forma convincente su comportamiento. A medida que caminamos el agua va reaccionando a nuestro paso, y si el nivel está por encima de las rodillas el movimiento de la protagonista se ralentiza en consecuencia y su andar se vuelve más pesado. Si disparamos a un barril, por ejemplo, se genera una ola acorde con la potencia de la explosión. Y si abrimos una habitación completamente inundada, el agua sale disparada con la misma presión que lo haría en la realidad.
Dark Energy Digital podría haber caído en el error de dejar el agua como un mero (aunque tecnológicamente precioso) adorno, pero por suerte la utilizan dentro de la propia mecánica jugable de forma inteligente. Hay varios puzzles en los que tendremos que, por ejemplo, abrir esclusas para hacer que suba el nivel del agua y así poder llegar a lugares de otra forma inalcanzables, o inundar estancias para apagar fuegos que evitan nuestro paso. Estas situaciones están bien calibradas y se integran bien con el ritmo de juego sin resultar pesadas, haciendo de ellas uno de los aspectos más destacables en Hydrophobia.
Otro elemento interesante es el NAVI, una especie de iPad hipervitaminado que Kate lleva consigo durante toda la aventura. Aparte de usarse como mapa tiene una serie de funciones a las que accederemos con frecuencia: permite desencriptar las claves de las puertas, ver mensajes ocultos en las paredes (a través de una especie de rayos X), hackear cámaras de seguridad a distancia, etc. En la versión original su uso era bastante farragoso, pero con los ajustes y las indicaciones adicionales que aporta el parche Pure se convierte en una herramienta indispensable y más fácil de usar.
Claro que hay otros aspectos mejorables. El sistema de combate, por ejemplo, no es deficiente pero sí mejorable en cuanto a intensidad: los tiroteos suelen ser bastante insulsos por culpa de una pistola muy poco potente que casi parece de juguete y unos enemigos que presentan una inteligencia artificial extremadamente simple, y la ausencia de ataques cuerpo a cuerpo puede resultar frustrante. También se aprecian algunos pequeños problemas en los movimientos por culpa de algunas animaciones algo mecánicas, aunque por suerte solo en momentos aislados. Y ya como nota curiosa el doblaje de Scoot, uno de los personajes secundarios, es terrible: su acento escocés es tan forzado que roza lo ridículo. Por suerte tenemos subtítulos en castellano, que sino para muchos usuarios de nuestro país sería un suplicio tratar de entenderle.
En el momento de su lanzamiento, con un precio de 1.200 MSP y numerosos errores de diseño, recomendar Hydrophobia era casi imposible. Ahora, tras la publicación del parche Pure y rebajado a 800 MSP, la situación cambia por completo: pasa a ser una aventura con toques de acción entretenida y bien llevada, que se deja jugar durante sus 5-6 horas de duración y que presenta algunos elementos francamente interesantes. Uno no puede evitar aplaudir la actitud de una desarrolladora que ha admitido sus errores y ha hecho todo cuanto estaba en sus manos por solucionarlos. Es, además, uno de los juegos técnicamente más avanzados en el Xbox Live Arcade, así que como mínimo os recomendamos echarle un vistazo a la demo porque os podéis llevar una sorpresa muy agradable con él.