The Dishwasher: Vampire Smile
El friegaplatos más gore del mundo.
James Silva era un friegaplatos, un don nadie al que no respetaban. Pero al igual que él también Bruce Lee ejerció durante un tiempo de friegaplatos, y ahí es donde se empezó a gestar este juego. Hace ya cuatro años Microsoft puso en marcha el concurso "Dream, Build, Play" para premiar a los desarrolladores independientes y publicar sus creaciones en la plataforma Xbox Live Arcade. El americano James Silva se erigió como ganador con The Dishwasher: Dead Samurai, un beatʼem up ultrasangriento de scroll lateral que vio la luz en 2009 y del que ahora recibimos esta secuela directa.
El modo historia tiene dos vertientes: podemos jugarlo con el lavaplatos del juego original o con su hermana Yuki. Según el personaje que elijamos nuestra experiencia variará en gran medida. Él busca salvar el mundo mientras que ella, con una narración a medio camino entre la realidad y el delirio, persigue algún tipo de venganza. Al contrario de lo que suele suceder en este tipo de juegos, las dos historias están en gran medida diferenciadas y merece la pena experimentarlas. El peso argumental lo llevan viñetas de cómics deudoras del Sin City de Frank Miller, pero narradas torpemente y de las que, a pesar de durar unos pocos segundos, es difícil sacar algo en claro. No conviene llevarse a engaño en este apartado, la historia es delirante y nunca termina de tener sentido, pero no importa, está ahí porque algo había que poner y ya está; lo importante viene a continuación.
Decía Silva a raíz del juego original que se había inspirado en Devil May Cry para el look de "acción con estilo" y en God of War para la distribución de botones, que es idéntica (ataque fuerte, ataque débil, saltar, agarrar), a lo que cabe añadir la similitud con Ninja Gaiden por su desenfreno, sus combos y su nulo interés por crear una historia decente. Sin duda el elemento más importante de The Dishwasher: Vampire Smile, más allá de su peculiar estilo visual, es su extrema jugabilidad. Cada personaje tiene cuatro armas diferentes que podremos mejorar a lo largo del juego, así como cuatro "magias" para acabar con los enemigos que se nos presenten. Podemos alternar el arma equipada con sólo pulsar un botón y aprendernos combinaciones enfermizas para, no sólo matar, sino hacerlo con estilo y crueldad. El juego incita a ser lo más despiadado posible, pues matar con estilo nos reportará magia o vida.
Por ejemplo, Yuki lleva equipada una sierra mecánica y aplicarla a la yugular de un enemigo herido nos dará más puntuación que pasarle gentilmente la espada. Se le puede reprochar al juego que los combos (al menos en modo Normal) son más para lucimiento personal que un recurso efectivo para terminar con los enemigos. Como decíamos antes, nuestra experiencia variará si elegimos a Yuki o al lavaplatos y eso se debe en gran medida a la jugabilidad; cada personaje tiene unas características, unas armas y unos movimientos que lo hacen único.
Los trece niveles que tiene el modo campaña ya le dan una duración adecuada al título, por encima de la media en el género. Si tenemos en cuenta que esta duración se dobla si queremos experimentar la historia con los dos personajes y que tiene modo cooperativo local y vía Xbox Live, obtenemos una duración más que respetable. Pero en este caso se vuelve titánica ya que, además de la historia, tenemos cincuenta desafíos (llamado modo arcade, que también se puede jugar en cooperativo) y un modo "sobrevive todo el tiempo que puedas", amén de la posibilidad de subir tus marcas a internet y competir con tus amigos por conseguir las mejores puntuaciones.
The Dishwasher: Vampire Smile hará las delicias de los que amen los clásicos "yo contra el barrio", tan de moda hace unos años, y tiene un mérito terrible si tenemos en cuenta que la práctica totalidad del trabajo recae en una sola persona. Podemos achacarle que apenas innove sobre su predecesor o que la historia sea floja, pero tanto da, es un juego divertido y desenfadado y con eso sobra. Si el estilo oscuro y emborronado que presenta te atrae, considerando su duración es una compra que se justifica sola.