Sniper: Ghost Warrior
Un disparo, un muerto.
Pero con eso no se arma un juego, sabría a poco, y han querido recrear otra de las facetas de la vida del francotirador: el sigilo. Estar cuatro días colgado de un árbol y comiendo lombrices esperando a que pase alguien no es el paradigma de juego divertido, así que toca ponerse la careta de Sam Fisher y pasar por campamentos enemigos agachado y con cuidado de que no te escuchen, seleccionando muy bien a quién eliminamos. Puedes incluso dejar el rifle de francotirador y armarte con un fusil convencional pero es algo que no recomendamos en absoluto: la pistola con silenciador y los cuchillos arrojadizos ya hacen su trabajo en distancias cortas.
El problema es que durante este combate cercano la inteligencia artificial se vuelve, muchas veces, loca.
Os pongo un ejemplo. Estaba yo tan tranquilo encima de una roca y tenía que disparar a un jefecillo enemigo que iba de pie en un barco, a lo lejos. Hasta aquí todo fantástico; estudié la velocidad de su vehículo, miré más o menos cómo darle y tras unos cuantos disparos fallidos me lo cargué. Mi siguiente asignación era avanzar un poco para cubrir a unos soldados que venían a ayudar. De repente alguien me mata. Se me habrá pasado algo. Reinicio la partida -tienen tela los checkpoints- y tengo que volver a darle al del barco. Avanzo con cuidado y peim, me matan de nuevo. Ya sospechando empiezo a pensar que quizás alguien está llegando por detrás –táctica ruin, y sin rastro de su presencia en el mapa- y a la siguiente partida localizo, efectivamente, a dos malos a los que envío a la habitación del sueño. Pero luego, otra vez, cuando intento avanzar, me vuelven a venir por detrás, esta vez una pareja distinta, y vuelve a empezar.
Me pasé esta fase sin problemas al cabo de unos cuantos intentos, pero situaciones así las hay demasiado frecuentemente. Además de fallos de diseño algo básicos parece que el juego quiere que hagas las cosas como él las tiene planeadas, sin que improvises mucho, y si te sales del guión te castiga hasta frustrarte. En los niveles de dificultad bajos se puede sobrellevar, pero en el más extremo –que no tienes ni ayudas visuales ni nada, pero que también tendría que ser el más realista- le quita gran parte de la gracia.
Por lo demás, los gráficos han mejorado ligeramente en esta adaptación a la consola de Sony, y el Chrome Engine 4 da el pego. Hay una distancia de dibujado muy decente, unos efectos de lluvia resultones, una iluminación que no molesta y una ambientación correcta que recrea una selva creíble, con sus cascadas, sus pajarillos -¡a los que podemos disparar, es de lo mejor!- y sus caminitos. Lástima de las animaciones, la dirección artística y las escenas cinemáticas en general, que son algo pobres y no ayudan a que te impliques en la también pobre historia.
En general la mezcla no funciona del todo mal: una experiencia arcade que se basa en apuntar y disparar, sin complicaciones, con un toque de simulación que no acaba de tirar del todo en el sigilo y en la táctica. Como juego de bajo presupuesto es muy disfrutable -aunque ten presente que la mayoría de FPS del momento le dan varios repasos- porque tiene ritmo y situaciones bastante divertidas, y porque tampoco se toma muy en serio. Esperamos con ganas y curiosidad la segunda parte, que se acaba de anunciar.