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Crónica de 2012

¿Un año decepcionante?

A estas alturas, con la fanfarria navideña a la vuelta de la esquina y el debate en torno al staff cuadrúpedo del portal de Belén - un asunto de importancia, sin duda, capital - aún reciente, el pescado videojueguil está más que vendido y el ejercicio puede considerarse cerrado a efectos de entretenimiento electrónico. Es momento, por tanto, de hacer balance acerca de lo que nos ha dejado y de valorar en qué medida se han visto refrendadas las elevadas expectativas con que comenzó.

Hace ahora doce meses uno tenía claro que, ante la imparable estampida de vacas sagradas que se avecinaba, lo del último año del calendario maya iba para despedida a lo grande: el ansiado desenlace de Mass Effect, Max Payne deteniendo de nuevo los relojes, Blizzard y su satánica majestad, el Halo post-Bungie, un Bioshock por las nubes, el Resident Evil definitivo…

Obviando algún que otro sonoro descalabro y con la salvedad lógica de aquellos lanzamientos que finalmente se han caído de la agenda, se trata sin duda de grandes juegos que han deparado incontables horas de diversión.  Pero, por otro lado, ¿cuántos de ellos permanecerán para siempre en el recuerdo? ¿Existe alguno con la impronta de clásico futurible? Uno no logra desprenderse de la sensación de encontrarse ante superproducciones sólidas como la roca, pero que, al mismo tiempo, suenan a ya visto y no terminan de aportar un “algo más” al indudable nivel de solvencia que cualquier franquicia veterana, con varios juegos a sus espaldas y que maneja mecánicas casi de memoria, ya trae de serie.

Del polémico final de Mass Effect 3 se habló casi tanto como del juego en sí. ¿De qué iba a hablarse, si no?, ¿de sus novedades jugables? Hitman: Absolution no ha terminado de encandilar, al parecer, a su nutrida legión de fans. The Darkness 2 pasó prácticamente desapercibido y Ninja Gaiden 3 vino a confirmar que sin Itagaki la serie es un mito con pies de barro. Tras un puñado de tardes se esfumó mi simpatía por Diablo 3 y sus polémicos servidores. Quizás haga falta una década para montar semejante modelo de negocio, pero, en serio, ¿es necesario tanto tiempo para diseñar un juego tan conservador? Y no, no me vale la coartada “es lo que quieren los fans.”

Silent Hill no perdió su condición de recuerdo lejano e irrepetible. Downpour quedó, como ya viene siendo norma habitual en la serie, muy lejos del nivel de las primeras entregas. El remake en alta definición, realizado a partir de un código fuente que no era el definitivo, fue bastante lamentable. En cuanto a Book of Memories… ¿alguien en la sala lo ha jugado? Resident Evil 6 es, sin duda, el gran fiasco del año. Llamado a aglutinar clasicismos y modernidades, su hándicap no radica en la pertenencia al pasado o al presente, o en la adscripción a un género o a otro, sino en su dudosa capacidad lúdica. Operation Raccoon City, por su parte, probablemente lo regalen ya con los Doritos y Revelations para 3DS resultó, eso sí, un título bastante correcto. Quizás lo único reseñable de la franquicia en 2012.

Max Payne 3 me sorprendió gratamente, ya que poco esperaba de él, pero no inventa absolutamente nada y, desde luego, su impacto queda a años luz del que tuvieron en su momento las anteriores entregas. Con todo me parece una recuperación inteligente y acertada de la franquicia.

Darksiders 2 trajo una de cal y otra de arena: escenarios y puzles fantásticos junto a un combate en el que el verdadero reto consiste en discernir qué es lo que acontecía en el fragor de la batalla, circunstancia de la que, por otro lado, se podría incluso prescindir. En el nivel normal de dificultad de este juego es perfectamente posible, y no es broma, solventar con éxito gran parte de los combates sin mirar el televisor.

Warfighter no ha rehabilitado a Medal of Honor en el feudo de los FPS, que sigue liderando con suficiencia Call of Duty. La saga de Activision siempre me ha parecido el Torrente del videojuego, tan mala como divertida, por lo que nunca he faltado a su cita anual; sin embargo mi apetito palomitero desapareció súbitamente el pasado año y no he vuelto a saber de él. Black Ops 2 ha cosechado, en general, puntuaciones equiparables a las de anteriores entregas, aunque sé de auténticos fanáticos de la serie que por primera vez han comenzado a dar muestras de cierto hartazgo hacia su propuesta. No pretendo extrapolar aquí opiniones concretas e individuales para elevarlas a la categoría de norma, aunque sí mencionar determinados síntomas de agotamiento que he observado en casos puntuales y que me resultan especialmente llamativos.

Algo semejante he observado en otras IPs. Halo 4, Assassin´s Creed 3, Borderlands 2… todas ellas producciones de gran nivel, que satisfacen con nota al público al que van dirigidas, pero que al mismo tiempo no han aportado algo especialmente reseñable y, en este sentido, se me antojan excesivamente continuistas, añaden poco o nulo valor a sus respectivas series y han sido recibidas y despachadas con cierta frialdad funcionarial.

Most Wanted,  Far Cry 3 y  Guild Wars 2 parecen situarse un escalón por encima. No soy de juegos de conducción, aunque he oído auténticas maravillas acerca de la nueva entrega de Need for Speed y, por su parte, el juego de Ubisoft Montreal aún me sonríe desde la bandeja de pendientes. Al parecer ha solventado con éxito determinados errores de la anterior entrega. Veremos qué tal se porta. En cuanto a Guild Wars 2, no me interesa en absoluto el multijugador, pero el ala peceril más verdosa y fanátika de Game Over se deshace en elogios hacia él y se postula, incluso, como serio aspirante a juego del año.