Cryostasis
Eco infernal.
La acción
Cryostasis no consigue permanecer ajeno a un problema de autoconfianza que por desgracia parece bastante extendido entre los títulos de corte aventurero y que les lleva a renunciar en cierta medida a sus verdaderas señas de identidad para incorporar otras más propias de los juegos de acción. En realidad no hay nada de malo en ello. De hecho el survival horror ha consistido siempre -o al menos hasta no hace mucho- en una hábil combinación de puzles y acción. Los títulos que se inscriben en la mejor tradición de este género son capaces de manejar con cierta solvencia ambos matices jugables, pero hay otros que no muestran esa soltura y parecen obedecer a un perfil más aventurero, es decir, basado en la resolución de rompecabezas, al que han metido con calzador, probablemente con objeto de ampliar mercado y llegar a más gente, un componente de acción en el que no se desenvuelven con igual destreza y que acaba desmereciendo el resultado final.
El título adolece también de esta falta de determinación o de fe en sus posibilidades aventureras, aunque en este caso y vista la calidad de los puzles dicha circunstancia esté plenamente justificada, y busca la redención a través de unos combates que oscilan entre lo malo -al emplear armas de fuego- y lo peor -cuando sólo dispones de armas blancas-, para atravesar, en última instancia, esa peligrosa línea que separa lo sufrible de lo insufrible. En Cryostasis morirás bastantes veces, pero la dificultad a la hora de mantener a Alexander con vida no nace del número de enemigos, de la rapidez de sus movimientos o de su inteligencia militar, sino del rendimiento de un motor gráfico cuyos continuos petardeos convierten el simple hecho de apuntar en una auténtica odisea, haciendo, así, que cualquier escopeta de feria parezca, en comparación con las armas que porta el protagonista, un sofisticado e infalible rifle de precisión. Esta circunstancia no deja de ser, pese a la elevada calidad gráfica del título, absolutamente sorprendente, ya que la inmensa mayoría de los combates son contra un único enemigo y el juego transcurre casi en su totalidad en interiores, lo cual habla bien a las claras acerca de la "pesimización" del motor gráfico, circunstancia que parece ponerse de manifiesto incluso antes de comenzar a jugar, cuando uno tiene la impresión de contemplar, entre el asombro y la incredulidad, ralentizaciones en la propia pantalla del menú.
Chapuzas varias
Destacan dos:
El juego sustituye de manera un tanto incongruente el clásico indicador de salud del protagonista por un medidor termal. Si éste llega a cero el personaje morirá congelado, lo que te impone la necesidad de acercarte con cierta frecuencia a elementos del escenario tales como bombillas, hogueras o radiadores, para recuperar calor de la misma forma que en cualquier shooter un botiquín repone vida. Por fortuna se trata de una mecánica no demasiado exigente, por lo que, salvo en momentos puntuales, como los que transcurren en el exterior, puedes avanzar con total tranquilidad, sin necesidad de estar pendiente de este indicador y sin temor alguno a congelarte. No obstante, bien podría decirse que los enemigos dejan frío al bueno de Alexander, ya que sus ataques provocan el curioso y sorprendente fenómeno de afectar a su temperatura corporal, reduciéndola. Esta circunstancia aconseja como estrategia óptima para afrontar un combate en Cryostasis el hacerlo bien calentito y con el termómetro lo más elevado posible, ya que de lo contrario un par de disparos certeros serán más que suficientes para congelar al protagonista.
-
El enfrentamiento final del juego es un despropósito de tal magnitud que debería constituir materia obligatoria a impartir en las aulas con objeto de inculcar a los alumnos lo que nunca debe hacerse a la hora de diseñar un combate. Esta afirmación no es en absoluto exagerada: cuando comiences a luchar contra el jefe final del juego, no tendrás ni la más remota idea acerca de qué has de hacer para derrotarle y, lo que es peor, no verás a tu alrededor ningún indicio que te permita averiguarlo o deducirlo, por lo que la única solución consistirá en recurrir a Youtube o morir repetidas veces hasta dar con la solución.
Conclusiones
Cryostasis parte de una idea atractiva y rica en posibilidades jugables, como es la de alterar el presente regresando al pasado, para no llegar finalmente a ninguna parte. Lastrado por un diseño de puzles amateur en el mejor de los casos, unos combates de pim, pam, pum y un rendimiento del motor gráfico lamentable, cuando lo termines sólo sentirás alivio y una envidia enorme hacia Alexander Nesterov, ya que desearás con todas tus fuerzas poseer su habilidad eco mental. Sólo así serías capaz de retroceder en el tiempo para regresar al momento en que compraste el juego y enmendar tu error. En ese momento abandonarías la tienda feliz y con una sonrisa dibujada en el rostro: tienes el bolsillo lleno y acabas de recuperar un pedazo de tu futuro.