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Empire: Total War

La clase de Historia que todos hemos soñado.

Esta Gran Campaña es sin ninguna duda la pieza angular de Empire, aquello a lo que la gente se referirá cuando intenten describirte el juego. Tomar el control de cualquiera de las grandes naciones y lanzarte a la conquista del mundo, ni más ni menos. Y bien, si esto te parece demasiado para empezar, siempre puedes quedarte con la opción de campaña reducida, con un historia más corta que abarca 50 años y con objetivos más al alcance de los que entren por primera vez en el mundo de Total War.

Cuando jugué con los ingleses (además de sorprenderme al escucharme silbar algunas canciones patrióticas que no creía conocer) mi partida se centró en las rutas marítimas. Intentaba explotar al máximo esta vía de negocio y mantenerla a salvo de los ataques piratas, y todo esto mientras alternaba con la industrialización, tenía mis primeros escarceos con la filosofía proto-republicana y entraba pisando fuerte en Norte America para luchar contra los Cherokees. La mayor parte de mis batallas en tierra durante los primeros 25 años fueron contra los nativos americanos, quienes se volvieron extremadamente sangrientos cuando la pólvora llegó a sus manos.

En cambio, jugando con el ejército prusiano y controlando dos escasas áreas separadas la una de la otra en el centro de Europa, rápidamente me vi envuelvo en la clásica batalla europea de mosquetes y líneas de combate, en un carrera por conseguir rifles cada vez más efectivos. Ambas experiencias no tenían nada que ver la una con la otra y realmente, en lugar de dos misiones podrían parecer dos juegos completamente diferentes. Misiones que, por otro lado, me costarán completar más de 10 horas cada una, y eso sin asomar la cabeza por la India.

Dejadme extenderme un poco en este aspecto. La Gran Campaña de Empire es la mayor que hemos podido ver en toda la saga. Más que un simple mapa del mundo, el juego se divide en tres escenarios de guerra: Europa, Norte y Centro América y el subcontinente Indio. Mientras que el número de territorios es menor que los que lograron meter en la misma área geográfica en otros juegos de Total War, el que aquí tenemos continua representando una cantidad de espacio a explorar que puede dar vértigo a más de uno. A la práctica, cuando empieces a jugar, no te preocuparás del nivel entero, lo reducirás a una extensión que puedas controlar. En el caso de los ingleses, por ejemplo, a las colonias que tenía repartidas, y en el caso de los prusianos, al terreno de guerra. Por eso, cuando he dicho que ni me acerqué la India, me refería a que ni siquiera he mandado tropas a lo que representa que es una tercera parte del mapeado de este Empire. Es un país sin descubrir y sólo Dios sabe lo que allí me espera.

Total War da miedo de lo grande que es. En tus primeras partidas es muy probable que acabes teniendo experiencias muy diferentes de las que tendrán tus amigos, y eso teniendo en cuenta que jugarás con distintos países. Diablos, incluso si jugáis con el mismo país, seguramente acabaréis siguiendo estrategias tácticas y rutas totalmente diferentes. Es un juego casi imposible de ver en toda su totalidad, por eso mismo lo estoy valorando únicamente a partir de lo que he jugado, y por lo general puede deciros que todo funciona a la perfección.

De entre las novedades que incorpora este nuevo capítulo dentro de la escala estratégica, una de las que más sorprenden son las zonas de comercio. Se trata de pequeños escenarios en los que únicamente puedes contratar flotas, no puedes conquistarlos pero si explotarlos comercialmente. Son los casos de Sudamérica o Filipinas, por ejemplo. Puedes crear buques mercantes que ocupan los espacios que hay disponibles en el puerto. Si ves que no hay puestos libres donde “aparcar” tu espectacular navío siempre te queda la opción de echar a alguien mediante buques de guerra y ocupar después su puesto, o puedes incluso saltar al abordaje de tus competidores y hacer el pirata por sus rutas comerciales, añadiendo así valiosos cofres a tu despensa.