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Expediente Langdell

Mentiras y gordas.

Namco (que cambió el nombre del juego Soul Edge a Soul Blade en Europa y Estados Unidos) o la revista británica Edge Magazine fueron dos de los casos más famosos. La mayoría de ellos se solventaron sin hacer ruido con cambios de nombre o pagos de licencia, y pocos acabaron en los tribunales. Al fin y al cabo hablamos de grandes compañías, esas que tratan de evitar largos procesos judiciales y pueden permitirse aceptar el chantaje de Langdell porque a la larga les sale más rentable.

A partir del traslado a Los Angeles parece quedar claro que el objetivo principal de Langdell es vivir de los réditos de su marca registrada en vez de la creación de nuevos juegos. La actividad creativa de la empresa casi se paraliza y desde entonces Edge Games se limita a publicar unos pocos juegos para teléfonos móviles, algo muy significativo si tenemos en cuenta que pocos años antes habían publicado decenas de juegos para ordenador. Pese a lo que dice su página web, Edge Games no ha creado ni un solo título para alguna consola de las últimas cuatro generaciones. Y el último juego original creado por ellos data de 1994, hace más de quince años.

Hay un detalle muy curioso, además. En su página web anuncian futuros juegos para consolas como PS3 o Wii, pero Edge Games opera desde un apartado postal (comparad la dirección que se obtiene haciendo un whois al dominio edgegames.com y la dirección de esta oficina de MailBoxPlanet). Ninguno de los tres fabricantes de consolas (Sony, Nintendo y Microsoft) otorga licencias para publicar en sus sistemas a empresas que no tengan registrada una oficina física.

Disparando a todo lo que se mueve

Tim Langdell probablemente hubiese podido seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro sin que la comunidad de jugadores fuese consciente de ello de no haber puesto en su punto de mira a los desarrolladores indie. Ese ha sido el error que ha sacado a la luz su prácticas, y lo que tarde o temprano probablemente provocará su caída.

En el año 2007, los franceses David Papazian y Matthieu Malot fundan un estudio llamado Mobigame. Durante dos años trabajan en el que será su primer juego para iPhone, internamente llamado Cube, cuyo objetivo consiste en guiar un cubo en una serie de laberintos isométricos. Uno de los aspectos que adquieren más importancia en su apartado jugable es hacer equilibrios con el cubo en el filo de los precipicios. De ahí que, finalmente, Papazian y Malot decidan llamar EDGE (filo, en inglés) a la versión final de su ópera prima.

EDGE se publica en la App Store en diciembre de 2008 y se convierte rápidamene en uno de los juegos más vendidos para el teléfono de Apple. También gana el prestigioso Milton Award a mejor juego para móvil en el festival de juegos de París y el IMGA (International Mobile Game Award) en el Mobile World Congress de Barcelona.

Meses después, el 7 de abril de 2009, comienza la pesadilla para Mobigame cuando reciben una notificación de Apple sobre una demanda de Edge Games por infracción en el uso de una marca registrada. Langdell había esperado a que el juego fuese bien conocido para echar sus redes sobre la pequeña desarrolladora.

Lo que vino después fue un agrio enfrentamiento entre Langdell y Papazian, con una serie de correos electrónicos en los que el primero amenazaba con ir a juicio y el segundo mantenía firme su decisión de usar el nombre Edge, al considerar que no se vulneraban los derechos de la marca registrada.

El fin de la historia ha sido feliz (al menos por ahora), con EDGE de vuelta a la App Store con su nombre original (más o menos, ahora es EDGE by Mobigame) y sus creadores evitando pagar una licencia por el uso del nombre. Pero hay ciertos hechos y matices del proceso que merecen tenerse cuenta para ver cómo las gasta Tim Langdell.