Análisis de Huntdown - Un juego que va mucho más allá del mero homenaje al cine de acción
A Hunter Must Hunt.
Ser un chaval de los ochenta y los noventa era toda una aventura. Tengo la absoluta certeza de que asistimos, en vivo y en directo, a la Edad de Oro del cine de acción pero, mientras tanto, desarrollábamos el criterio a martillazos. Por cada joya que descubríamos nos llevábamos un chasco de proporciones gigantescas. Y no sólo en el ámbito cinematográfico; portadas espectaculares escondían tras de sí auténticos bodrios en los videoclubs, tiendas de cómics o estanterías que albergasen videojuegos, cine o música. El timo era una constante en un mercado que mostraba capturas a todo color en las cajas de Spectrum, anunciaba a Steven Seagal en una peli en la que moría a los diez minutos o encargaba portadas a los mejores artistas para disimular que las veinticuatro páginas interiores eran una basura. Teniendo todo esto en cuenta, uno podría pensar que salimos rebotados con unas industrias tramposas que se aprovechaban de nuestra buena fe y, sin embargo, todas esas experiencias nos hicieron apreciar, todavía más, los hallazgos y las tardes de gloria que nos dieron. Dentro de esos tesoros que descubríamos había gran cantidad de películas turbo-violentas y no recomendadas para menores de dieciocho años. Pero, por suerte para nosotros, nunca había un representante del Ministerio de Cultura cerca así que, a escondidas, pudimos disfrutar de clásicos como Predator, Commando o La Jungla de Cristal. De reivindicar esas cumbres del cine moderno y llevarlas al terreno jugable trata, claro, Huntdown.
Un título que, siguiendo la estela de las obras que homenajea, tiene un punto de partida sencillo pero contundente: en el futuro próximo la sociedad está manejada por las corporaciones y el crimen domina las calles. La policía, sin medios y sin personal suficiente, no puede controlar el ascenso de las bandas y son las corporaciones quienes echan mano de los cazarrecompensas para controlar sus zonas de influencia. Es aquí donde empieza el brutal cóctel de influencias que es Huntdown, con una primera llamada a The Warriors, el ominoso ascenso de las megacorporaciones que se presagiaba en Robocop o el pleno desarrollo del mismo que explotaba a plena potencia Blade Runner.
Obviamente, las múltiples referencias al cine de tiros no se detendrán ahí, y todo ello gracias a un apartado artístico impecable. Abre fuego Huntdown con un pixel art cuidadísimo y deudor de los 16 bits que consigue que recorrer sus escenarios 2D y encarar cada tiroteo sea una auténtica gozada. Cada rincón, cada personaje y cada enemigo esconde tras de sí guiños y detalles que revelan el empeño que ha puesto Easy Trigger a la hora de construir el universo de Huntdown, todo ello regado, como debe ser, con aparatosas explosiones, temblores de pantalla y el reguero de sangre que dejarán los pandilleros cuando se crucen en la trayectoria de nuestros proyectiles. Semejante despliegue de brutalidad para-policial vendrá convenientemente acompañada por unos efectos sonoros que despliegan un nivel a la misma altura que lo visual... o incluso más, puesto que Huntdown cuenta con tal variedad de armas que conseguir que todas ellas suenen de forma contundente y característica es un triunfo en sí mismo. Como triunfal es el doblaje que puebla el juego y, sobre todo, el de nuestros queridos cazarrecompensas: Sawyer, Mow Man y Anna Conda - por favor, un premio para el que puso este nombre - se llevan la palma por sus continuas observaciones y sentencias, pero los tenientes y los jefes finales son un caladero lleno de frases para enmarcar. Cierra el apartado sonoro - y el artístico - una potente banda sonora que oscila cómodamente entre los sintetizadores y las guitarras ochenteras para dar una más que agradable variedad a los escenarios y a su repertorio. Testimonio suficiente de su calidad es que su único problema es enfrentarse a unos colegas de reparto colosales.
Pasando a un plano jugable, ese reparto consta, simple y llanamente, de tres actores: las bandas a las que daremos caza, nuestros empleadores - la Shimamoto Corporation - y nosotros, los implacables cazarrecompensas. No hace falta más - pero tampoco menos - para asentar a un título que bebe claramente de los clásicos de los 16 bits pero que también incorpora recursos propios para modernizar la fórmula. Así, la estructura de Huntdown es la de un run&gun tradicional, intercambiando bichos de fantasía, navecitas o alienígenas por punkis, pandilleros o amantes del cine exploitation con claras tendencias criminales. Todos ellos esperarán a que los reinsertemos en su tumba mientras recorremos unos escenarios en 2D llenos de verticalidad y oportunidades tácticas. Esas oportunidades se manifestarán en coberturas tras cajas y huecos en las paredes y haremos bien en emplearlas porque nuestros enemigos no se andarán con hostias a la hora de aniquilarnos. Sin dejar de lado la archiconocida técnica de la Carga de la Brigada Ligera, muchos de ellos dispararán tras esas mismas coberturas, emplearán blindaje o darán alegre uso a vehículos y armamento de contundencia más que reseñable. Pero claro, nada nos impide volver su propio armamento contra ellos y así complementar nuestro arsenal básico.
El despiporre balístico está asegurado con AKs, escopetones, lanzacohetes, ametralladoras de calibres imposibles y decenas de armas más que pulularán por los escenarios y que nos permitirán desatar el caos entre las filas enemigas. Por supuesto, también contaremos con armas de cuerpo a cuerpo, explosivos arrojadizos y alguna que otra sorpresa tras las bambalinas de los escenarios, todo ello para ir abriéndonos paso, a sangre y plomo, hasta los subalternos y los líderes de las bandas, los cuales seguirán los pasos de los mejores encuentros arcade, con unos patrones exigentes pero reconocibles y que evidenciarán, poco a poco, una curva de dificultad perfectamente calibrada. Y es que, casi sin darnos cuenta, cumpliremos encargos de "Se Busca No Vivo o Muerto" con dificultad ascendente y, si volvemos sobre nuestros pasos, descubriremos que somos capaces de aniquilar a los primeros objetivos sin despeinarnos. No obstante, tras completar el modo historia, aún queda mucho margen para la rejugabilidad en un título que posee amplias diferencias en el manejo de sus tres protagonistas, nos da la opción de jugar en cooperativo, tiene un modo arcade al más puro estilo Los Mercenarios o desbloquea una dificultad para nervios de acero mientras nos recuerda que probablemente nos queden unos cuantos objetivos secundarios por completar para llegar al 100% de cada escenario.
Porque Huntdown no es un título extremadamente largo, pero sí extremadamente satisfactorio. Su dinámica sencilla, furiosa y vibrante, llena de balas, gore y one-liners, es un regalo para todos aquellos que disfruten de la acción más pura, ya sean recién llegados o veteranos. Y aunque es inevitable perderse en sus mil y una referencias - y las que se me habrán pasado por alto - Huntdown no es un homenaje vacuo; su jugabilidad es a prueba de bombas y el desarrollo de su curva de dificultad está medido al milímetro en unos escenarios absolutamente impresionantes llenos de detalles, set-pieces y enemigos llenos de carisma y con un diseño a la par que nuestros protagonistas. Es, por tanto y en última instancia, una traslación encomiable de nuestras películas favoritas al reino de los pixeles. Su única pega, realmente, es dejarnos con ganas de más. De más bandas a las que cazar, de más destrucción, de más cazarrecompensas, de más localizaciones, de más hallazgos, de más recuerdos de aquellas tardes de gloria.