Juegos indie - Vanitas
Juegos y no-juegos.
Muchas veces en las discusiones de "¿son los juegos arte?", se suele obviar la pregunta "¿quieren los juegos ser arte?", que a día de hoy es probablemente más importante y, lamentablemente, más sencillo de responder. El videojuego nunca ha dejado de ser un simple entretenimiento, y existe poca gente que quiera hacer algo diferente. El mayor referente del sector es el cine, pero si bien éste evolucionó de limitarse a grabar obras de teatro a convertirse en uno de los más medios expresivos con más fuerza en apenas un siglo, nosotros nos hemos quedado estancados en la fase de las películas jugables. Pero no caigamos en el fatalismo aún.
Volviendo a Vanitas, el caso de Tale of Tales nos resulta especialmente interesante: parte activa de la industria, con los años su fe en el mundillo que rodea a los videojuegos ha caído en picado. En lugar de renunciar a sus principios y hacer lo que el resto o directamente salirse de la creación de ocio interactivo, han decidido aprovechar su experiencia para lanzar un movimiento que defiende la antítesis del videojuego: el no-juego.
Como buen movimiento que trata de desmarcarse de una posición establecida, dispone de su propio manifiesto, donde deja claro es que los no-juegos como tales no existen. Son una serie de planteamientos por parte de una comunidad de desarrolladores que piensan que con los medios a nuestro alcance en materia de software podemos crear un nuevo medio expresivo.
En esta interesante presentación del movimiento, queda patente un grave descontento ante un medio que tiene un enorme potencial, pero que no parece dispuesto a madurar porque están demasiado cómodos en un espacio que no requiere de reflexión ni de hacer reflexionar. En sus propias palabras: "Los videojuegos son demasiado felices. Felices de ser juegos."
Quizá sea hora de plantearse si es esto lo que queremos seguir consumiendo. Entretenimiento vacuo y en muchas ocasiones dirigido a un público juvenil que ya no se corresponde con el arquetipo de jugador medio. O si, por el contrario, apostamos por propuestas diferentes que traten de encauzar el ocio digital hacia nuevos horizontes. Que nos hagan preguntas incómodas. Como, por ejemplo, "¿tiene que ser divertido un videojuego?".
Vanitas se encuentra entre estas obras que, sencillamente, no se pueden encuadrar como videojuego. Los videojuegos son juegos. Vanitas no es un juego, y se regocija de ello. Se acerca más a una experiencia contemplativa, más cercana al detenimiento con que analizamos un cuadro cuando nos paramos ante él en un museo que a la violenta sacudida de imágenes sin descanso a la que nos acostumbra el medio. Puede ser un paso hacia el lado o incluso hacia atrás, pero desde luego es algo diferente a la descabezada huída hacia delante del sector.
Vanitas está disponible en una versión gratuita para navegador o para descargar a 1'59 € en la App Store.