King's Bounty: Armored Princess
Paciencia, inteligencia, y mucha tacañería.
King’s Bounty: Armored Princess es la continuación, indirecta en argumento pero idéntica en mecánica de juego, de King’s Bounty: The Legend, uno de los juegos de estrategia medieval menos innovadores con respecto a su concepto original, pero sin lugar a dudas uno de los títulos más redondos, completos y divertidos del panorama de la estrategia para compatibles.
Pongámonos en situación: para aquellos que no hayan jugado a su inmediato antecesor, KB: The Legend era y es un juego de estrategia por turnos, con elementos de rol, con una mecánica de combate heredada de Heroes of Might & Magic, y puesta en práctica de una manera magistral. La fórmula es idéntica a la actual franquicia de Ubisoft: tenemos un héroe que lidera a un puñado de tropas, que serán las encargadas de eliminar a los elementos hostiles que bloquean el paso de nuestro indomable campeón. El héroe, sin embargo, no es una mera mula de carga para las tropas, es un líder capaz de desarrollar habilidades de mapa y combate para apoyar a las criaturas en plena faena.
A diferencia de los Heroes of M&M clásicos, King’s Bounty es un juego dónde la gestión estratégica es más importante en la batalla que en la economía. La razón es simple: el héroe es el único personaje que disponemos, y los castillos sólo cumplen la función de suministro de tropas. Así que si somos derrotados en batalla, game over. Esto invita a no regalar tropas en batallas igualadas, y acaba convirtiéndose, a la larga, en la apología del perfeccionismo.
El desarrollo del juego, sin embargo, está ideado para disfrutar a cada paso. En primer lugar, y para todo aquél que no lo sepa, Armored Princess es también un juego monojugador. Por eso, llamarlo juego de estrategia a veces puede ocasionar cierta confusión, cuando la campaña principal es una aventura en la que los encuentros con los enemigos se producen en tiempo real, no por turnos, terreno limitado al combate puro y duro. La exploración no juega un papel fundamental, pero la picardía sí, y eso nos permite poder llegar a zonas, que por nivel inicialmente no estarían ‘permitidas’, con la única ayuda de atraer enemigos del mapa a zonas ya visitadas y aprovechar nuestra mayor velocidad de desplazamiento para acceder a lugares a todas luces más peligrosos.
Pero no sólo enemigos hay en el mapa, por supuesto. Como si de un juego de rol se tratase, nos encontraremos con multitud de personajes que, además de poder guiarnos para completar la misión principal estarán inmersos en sus inquietudes (y su buen humor ante las calamidades, para qué negarlo) y negocios personales, que nos podrían suponer una fuente de ingresos muy útil tanto para mejorar al héroe como para comprar más tropas. El componente rolero no acaba aquí, porque el héroe, la princesa Amelie, desarrolla sus habilidades al más puro estilo Diablo II, con 3 árboles de aptitudes divididos según su requerimiento principal en runas (los puntos de habilidad equivalentes).
Todos aquellos que hayáis jugado a The Legend probablemente estaréis pensando: ¿y qué diferencia Armored Princess del título original? Bueno, tecnológicamente poco, para que engañarnos. A pesar de poder jugarse individualmente sin la necesidad del anterior título, la acepción de ‘expansión’ es correcta porque no se nos ofrece nada especialmente innovador que no se haya visto ya.
La historia transcurre unos cuántos años después de la de The Legend, y un buen puñado más con respecto a la de Bill Gilbert en el King’s Bounty original, allá por 1990. Después de que nuestro héroe, ya fuese paladín, guerrero o mago, liberase el mundo de un imponente ejército de demonios, la princesa Amelie, esa pequeña repelente que nos encontrábamos en el primer castillo del juego, se convierte inesperadamente en el nuevo centro de atención: un ejército del inframundo ha realizado un ataque relámpago sobre el reino de su padre, y ella es la única esperanza para liberar al mundo de las tropas infernales.