Los mejores juegos de 2021 que no has jugado (II): Bloodroots
Big Bad Wolf.
Ayer estaba teniendo un día francamente terrible y sólo me apetecía una cosa: jugar a Halo Infinite. Cuando encendí la consola, sin embargo, una nueva actualización del juego decidió que quizás no era el momento para mí. Hice tiempo mientras esperaba a que se descargase el parche dando una vuelta por la lista de juegos instalados, buscando algo con lo que matar unos minutos. Espera, ¿qué era este juego? Recuerdo instalarlo hace cinco o seis meses, mientras observaba la portada del catálogo de Game Pass, porque me llamó la atención la portada. No me culpo, la verdad: casi parece una referencia a esa escena de los conejos asesinos de Monty Python pero con colores brillantes y estilo cartoon. Ocho meses después de su lanzamiento en el servicio de suscripción de Microsoft, todavía no había jugado un sólo minuto. Pensé que era hora de cambiarlo. No sé por qué, arranqué el juego.
Dos horas más tarde, no había apartado la mirada de la pantalla ni un sólo segundo. El parche ya se había descargado, y a mí no me podía importar menos.
No sé si mi flechazo con Bloodroots es excusa suficiente para saltarnos nuestras propias reglas de hablar únicamente de juegos lanzados este año en el segundo artículo de la serie; mientras escribo esto, yo siento que es un motivo más que legítimo. Aún así, os confieso la trampa: aunque en Steam y en Xbox One y Xbox Series X y S la fecha de lanzamiento del juego fue el 12 de marzo de 2021, las versiones de PlayStation, Nintendo Switch y Epic Games Store aterrizaron un año antes. ¿Es legal dedicar una entrada de esta sección a un juego que en realidad es un port, si yo me enamoré de él hace literalmente veinticuatro horas?
De momento, vamos a pensar que sí. Como sucede con la mayoría de juegos de acción brillantes, la trama de Bloodroots podría anotarse entera en la esquina de una servilleta de bar: consiste, básicamente, en que Mr. Wolf, nuestro protagonista, busca venganza ante sus enemigos. Y ya estaría: las pequeñas caracterizaciones del universo del título que vamos extrapolando de los escasísimos diálogos y los pequeños detalles en los escenarios son mucho menos importantes que el contexto de que nuestro personaje está enfadadísimo y quiere llevarse por delante a todo el que se interponga en el camino de su vendetta. De ahí, nos trasladamos a un juego compuesto en tres actos - cada uno de ellos con alrededor de cinco niveles, a su vez divididos en múltiples fases -, perspectiva cenital y un ritmo de acción bastante, bastante acelerado.
La inmensa mayoría de reseñas y comentarios que he leído sobre el juego lo comparan directamente con Hotline Miami, y la verdad es que puedo entenderlo: su ritmo es rápido, sus animaciones son violentas, e incluso la música nos pone un poco en el mismo humor de muerte y destrucción. Sin embargo, la particularidad de Bloodroots es la manera en la que utiliza su premisa para diseñar con el espacio y con las distintas herramientas que pone a nuestro alcance. Cuando empecemos a jugar, no tardaremos mucho en darnos cuenta de algo: todos los enemigos que se interponen en nuestro camino morirán de un golpe, pero nuestro protagonista correrá la misma suerte. Es decir: tenemos que jugar agresivo, tomar la delantera y controlar en todo momento a cuántos enemigos tenemos a nuestro alrededor, porque ellos son frágiles, pero nosotros también.
Otra de las particularidades del juego es que no empezamos con ningún arma inicial. En los mapas, y conforme vayamos avanzando, encontraremos distintas armas - que están ahí predeterminadas, no se generan de manera aleatoria - y que tienen distintos rangos, efectos y posibilidades. Lo más llamativo es que ninguna de ellas es infinita, y se desgastarán con el uso. Algunas nos dejarán dar un golpe, y algunas nos dejarán dar tres, pero siempre tendremos que despedirnos de ellas de manera temprana. Así que jugar bien a Bloodroots, superar bien los niveles no consiste necesariamente en encontrar las armas más poderosas, sino en entender el posicionamiento de éstas en el mapa y aprender cómo podemos usarlas a nuestro favor. Un golpe, un enemigo, una muerte es una regla lo suficientemente intuitiva como para que podamos, sin problema, estrategizar entorno a ella de manera rápida. En este sentido, quizás sí tengo que echarle en cara al juego un pequeño detalle: un ángulo de cámara demasiado cerrado nos impide, en ocasiones, ver con precisión qué herramientas tenemos en cada zona y la ubicación de los enemigos, especialmente en las fases finales.
Con todo, avanzar en Bloodroots es muy satisfactorio porque descubriremos enseguida que casi todas las armas tienen usos secundarios. Los controles, que por otro lado son bastante sencillos - botón de atacar, botón de saltar, botón de soltar arma - se reinventan mucho a sí mismos. Saltar con una escalera en la mano hará que la utilicemos como impulso para superar una caída al vacío; subirnos a un barril nos servirá para movernos más rápido, pero también para destrozar determinados elementos del entorno y derribar un árbol que nos sirva de puente, o una muralla que esconde un arma. Pronto desarrollaremos preferencias por unas armas u otras no necesariamente dependiendo de su potencia - ¡es la misma en todas ellas! - sino de las posibilidades de movilidad que nos ofrece.
Supongo que, después de haberos contado todo esto, no os sorprenderá en absoluto que me terminase Bloodroots en una sola sentada. Es cierto que no es un juego muy largo (¿apenas seis horas?) pero es muy intenso y sobre todo muy, muy adictivo. Además, los fans de las puntuaciones y de los combos podéis, como en todo juego arcade hiperviolento que se precie, probar a subir vuestras estadísticas al máximo y comparar los récords con vuestros amigos y los jugadores de todo el mundo. Sinceramente, el único motivo que se me ocurre por el cuál podría no gustaros Bloodroots es que, simple y llanamente, os desagrade el género de acción. Y, aunque fuese ese el caso, como mínimo habría algo que podríais extraer de él: el pensamiento que pone este título tanto en su diseño de niveles como en encontrar maneras de innovar una fórmula más que conocida es sobresaliente.
Bloodroots se estrenó el pasado 28 de febrero de 2020 en PC (Epic Games Store), PlayStation 4 y Nintendo Switch, y el 12 de marzo de 2021 en Xbox One, Xbox Series X y S y PC (Steam). Forma parte del catálogo de Xbox Game Pass.