Mafia II

Y lo guardará y lo cuidará, lo pintará a su gusto, le pondrá mejores ruedas, le cambiará la matrícula cuando la policía le persiga y lo usará para impresionar a las bellinas del barrio. Un tipo listo y elegante quiere impresionar, pero no llamar la atención de las autoridades así que, si no está huyendo de la escena de un crimen, lo más probable es que quiera poner a funcionar el limitador de velocidad para no cometer la estupidez de que la policía lo multe por ir demasiado deprisa. Es verdad que siempre tendrá la opción de pagar, pero ¿quién quiere entregarle al gobierno el dinero duramente ganado a base de extorsionar, atracar, pegar palizas o asesinar?

Porque Mafia II no es un juego para hacer el cabra, pero cuando las balas empiezan a volar, se convierte en una bestia bastante salvaje. Los tiroteos están muy bien resueltos, con un sistema de coberturas nada imaginativo pero muy eficiente, con unas armas que suenan como el día del juicio final y que tienen un peso y una inercia en el retroceso de lo más agradable, que deforman el escenario a su paso y que impactan en los enemigos con realismo y brutalidad. Hasta los combates cuerpo a cuerpo están muy conseguidos, con puñetazos pesados que duele recibir y que divierte repartir. Aunque no todo tiene que ser necesariamente salvaje, que también se puede matar sotto voce a base de sigilo e infiltración (necesarios o recomendables en más de una misión).

Vito Scaletta luce estupendamente: guapo, con buena percha y el pelo impecablemente engominado (es como una versión algo estropeada de nuestro bellísimo Josep María Sempere, con quien guarda cierto parecido), y así pasa con todos los elementos del juego: todo tiene buena pinta, pero en pura honestidad hay que decir que tampoco es el juego con mejor aspecto que hayamos visto en nuestras vidas. Las expresiones faciales y los movimientos son casi siempre excelentes, pero ciertas texturas y ciertos detalles no siempre convencen. Algo parecido pasa con la IA de los NPCs: los enemigos son listos y plantean escenarios de combate interesantes y divertidos, pero los conductores y paseantes anónimos no son ni de lejos los más listos del barrio. Ninguna de estas cosas afea el resultado final, pero son detalles que podrían ser mejores.

Como en todo avance que se precie, hay que guardar las formas y no dejarse llevar por el entusiasmo: las cinco misiones que jugamos (salteadas y tomadas de diferentes momentos del juego) nos parecieron divertidas, brutales y muy bien llevadas. En términos generales, Mafia II nos dejá impresionados y con ganas de mucho más, pero siempre queda aguardar a ver que la mecánica general del juego sea convincente y que mantenga la tensión narrativa y jugable durante todas las horas que dura el juego. Si lo consigue, nadie tendrá porqué lamentar que este año no haya ningún GTA nuevo: Mafia II no será un mero sustituto, sino un contendiente por méritos propios.