Mortal Kombat
Flawless Victory.
Cuando decides resucitar una franquicia caída en desgracia (y más si es una tan influyente en la cultura del videojuego como Mortal Kombat) pueden pasar tres cosas: que se alineen los astros y salga un juego que la haga renacer de sus cenizas cual ave fénix, que el desastre sea tan estrepitoso que termine de enterrarla de una vez por todas o que el resultado sea tan ridículo que se convierta en una obra de culto por sus cualidades como autoparodia. El nuevo Mortal Kombat, por suerte (y para sorpresa de un servidor, que siendo sinceros no esperaba demasiado de él), entra dentro de la primera categoría y es una agradable sorpresa que destila un cierto aire de autohomenaje y cariño por sus raíces, algo que se empieza a apreciar inequívocamente con su modo historia.
El argumento, para qué engañarnos, no es un prodigio de narrativa y técnica de guión, pero sí que enlaza convenientemente los dieciséis capítulos (con cuatro combates de media cada uno) y la historia de los diferentes personajes que controlaremos en ellos. El nuevo Mortal Kombat comienza justo donde terminaba Armageddon, con Shao Khan a punto de dar el golpe de gracia a Raiden mientras el resto de participantes en el torneo yacen muertos en el suelo. En un último y desesperado intento por salvar EarthRealm (la Tierra, vamos), el dios del trueno envía un mensaje de aviso a su yo pasado, excusa perfecta para revisitar los eventos de los tres primeros Mortal Kombat en una realidad alternativa. Justificado argumentalmente, este ejercicio de nostalgia gustará especialmente a los fans de la saga, pero también permite iniciar un buen reboot con el que atraer a una nueva generación de jugadores.
El modo historia es una fantástica forma de tener una primera toma de contacto con varios luchadores y empezar a asimilar el planteamiento jugable del título de NetherRealm, asumiendo que no lo hayamos hecho ya en el excelente tutorial que incluye el juego (y que también tiene un conveniente modo para practicar los fatalities). El control es ágil e intuitivo, aunque menos técnico y complejo que el de, por ejemplo, los juegos de lucha de Capcom, y se basa en el uso de dos botones para dar puñetazos, dos para patadas, otros dos para realizar bloqueos y agarres y, en el caso de los combates con tag team, uno para cambiar de luchador. Por suerte (aunque habrá quien lo eche de menos, porque hay gente para todo), parece que en esta ocasión el equipo de Ed Boon ha decidido olvidar el botón de correr que debutó por primera vez en Mortal Kombat 3.
El resultado es un ritmo rápido y accesible, más directo y que evita los largos combos con docenas de golpes (de hecho, la mayoría son de tres o cuatro). También hay una barra en la parte inferior de la pantalla que se va rellenando progresivamente: con un tercio se puede hacer un ataque especial (tipo EX), con dos bloquear un combo del contrario y con tres un potente ataque X-Ray. A medio camino del fatality, los X-Rays son brutales combinaciones de dos o tres golpes, en las que la barra de vida desciende dramáticamente mientras vemos como se rompen los huesos de nuestro rival con una cámara similar a la de la película Romeo Must Die, de Jet Li.
Lo único criticable en la mecánica de Mortal Kombat, aunque en el fondo es una seña de identidad de la franquicia, es la brutal eficacia de un golpe tan simple como el uppercut. La verdad es que va muy en consonancia con el meticuloso equilibrio que presenta el roster de 27 personajes jugables (casi todos desbloqueados de salida, y sumando a Kratos como invitado especial en PS3) y tres jefes, Kintaro, Goro y Shao Kahn, que solo se ve roto por la extrema dureza de este último (hasta el punto de ser casi invencible de no ser por su propensión a usar el movimiento de taunt).
Las exigencias del guión (para mantener su coherencia, más que nada) hacen que en el modo historia no podamos realizar fatalities, pero hay todo un carromato de modos donde podremos dar rienda suelta a nuestros instintos más salvajes. Torneos individuales o a dobles (tag team) y varios tipos de desafío aseguran muchísimas horas de diversión y confirman a Mortal Kombat como el juego de lucha más completo de los últimos tiempos a nivel de modos individuales.
Pero la sorpresa agradable en este sentido es la Torre de los Retos, un curioso a la par que adictivo conjunto de 300 minijuegos de corta duración. La imaginación del equipo de desarrollo con ellos es fascinante: hay desde combates con todo tipo de limitaciones (sin brazos, solo con puñetazos o con reglas especiales, por ejemplo) hasta una pantalla donde Stryker va matando una procesión de zombies usando su pistola o un juego de trileros con ojos escondidos en un vaso.