Primeras impresiones del Early Access de Path of Exile 2
Mouse-killer app.
Por mucho que nos cueste admitirlo, en torno a la adolescencia comienzan a cristalizarse lo que serán nuestras filias y fobias para el resto de nuestros días. Sí, lo sé, conforme vamos cumpliendo años y, supongo, madurando, esos gustos van incorporando perspectivas más amplias o ciertos matices, pero lo cierto es que el núcleo que los informa suele permanecer inalterable al paso del tiempo. Algo normal, por otra parte, puesto que pocas cosas habrá que dejen más huella que esas primeras escuchas de un nuevo género musical, las ganas de retomar la lectura de las aventuras de nuestros héroes o, claro, la intensidad de los combates por liberar cada centímetro de las mazmorras llenas de esqueletos, carniceros y otras criaturas de mal vivir.
Mucho ha llovido desde que aquellos temerosos y lúgubres primeros pasos inauguraban con Diablo un nuevo género que poco falta para que veamos como cumple las tres décadas y, lejos de ser una propuesta agonizante, bien podríamos afirmar que se encuentra en un momento de absoluto esplendor. Y aunque tenemos que dejar a un lado el hecho de que aún no hemos acuñado un término que haga justicia a esta suerte de subgénero de los Action RPG, lo cierto es que sus seguidores acérrimos han disfrutado de un buen puñado de años de bonanza jugable: a las dos últimas entregas del Decano de los Dungeon Crawlers -o sea, Diablo- le salieron al paso propuestas tan variadas e interesantes como Torchlight, Grim Dawn o, claro está, la que hoy nos ocupa, Path Of Exile.
Tras más de una década expandiendo el mundo de Wraeclast, universo donde se desarrolla la propuesta free-to-play de la primera entrega de Path Of Exile, Grinding Gear Games ha decidido dar el salto a la segunda parte de su monumental saga de reventar bichos a palos, recoger cosas del suelo para comparar estadísticas y, a ser posible, meter mayores palos a nuevos bichos. Con todo lo que ello conlleva, claro.
Y es que incluso antes de que suene el pitido inicial, queda claro que Path Of Exile 2 va a por todas. Pronto nos daremos cuenta de que el menú de selección de personajes es, al mismo tiempo, un patíbulo en el que todos los allí presentes se enfrentan a un trágico destino. Esta escena, además de anticipar con gran crudeza el oscuro tono de nuestras futuras aventuras, muestra algunas pinceladas de su imponente dirección artística. Aunque tampoco demasiadas, porque es probable que estemos más preocupados en elegir la clase que más nos interese, escapar por los pelos de una muerte anunciada y defendernos como podamos de nuestros primeros enemigos.
A partir de este momento es cuando Path Of Exile 2 comienza a desplegar, a plena potencia, todos sus encantos. Tanto artísticos como jugables. Desde un completo rediseño que desemboca en una elegante interfaz hasta los sensacionales diseños y animaciones de nuestro personaje y sus enemigos, todos sus elementos se conjugan para ofrecer un conjunto de solidez poca veces vista. A ello contribuye, y mucho, un combate brutal y contundente en el que será clave que manejemos con soltura la esquiva y nuestras habilidades para mantener a raya a unas filas enemigas que, en los primeros compases del título, se caracterizarán más por la calidad de sus embestidas que por la cantidad de sus integrantes. No obstante, conforme la plantilla enemiga vaya ganando en variedad y cantidad así lo harán nuestros recursos. Tanto armamentísticos como habilidosos. Los primeros ya sabéis como van: cofres, vendedores, encargos y enemigos serán nuestros principales suministradores de armaduras, joyas y armas de distinta rareza y pelaje. Algunas nos darán resistencias, otras mejores atributos y todas, en general, contribuirán al noble arte de quedarse mirando la pantalla comparando chismes para ver cuál va a la trituradora y cuál ocupa el lugar de honor de nuestro inventario.
Un inventario que habrá que despejar habitualmente, dicho sea de paso, puesto que no sólo de instrumentos como Martillo de Guerra - Dos Manos - [Daño de Fuego 12-34] vive el aventurero. A estos aperos de la guerra se unirán clásicos inexcusables como los pergaminos para identificar los objetos que nos encontremos o un sinfín de orbes, gemas runas y viales. Si bien todos ellos nos resultarán útiles en un momento u otro, pronto nos quedará claro que, por ejemplo, los orbes que añaden modificadores aleatorios al objeto que deseemos palidecen frente a las gemas que nos permiten obtener nuevas habilidades. Sí, habéis leído bien. En Path Of Exile 2 la evolución de nuestro personaje se ramifica en dos vertientes bien diferenciadas: por un lado tendremos las habilidades pasivas, que iremos eligiendo en el ya característico -y monstruoso- árbol de personaje cada vez que subamos de nivel. Nada nuevo bajo el Sol en un sistema que irá orientado a potenciar los puntos fuertes de nuestro estilo de juego. Por otra parte, y esto es importante, podremos dar un vuelco a nuestra estrategia siempre y cuando tengamos gemas para ello, puesto que por cada una de ellas que gastemos desbloquearemos un nuevo ataque o recurso a elegir en función de nuestro armamento y el nivel de la propia gema. Un amplísimo abanico de posibilidades que se amplifica aún más si tenemos en cuenta factores como el hecho de que a cada habilidad podremos engarzarle distintas pasivas de apoyo o que podremos portar dos sets de armas a la vez. Y todo esto sin ni siquiera entrar a mencionar las mejoras de calidad de vida para optimizar nuestro tiempo de juego o el fantástico ritmo de las batallas contra sus jefes.
A partir de ahora, va a ser muy complicado que un early access deje un mejor sabor de boca que este Path Of Exile 2. De no haber sido por las típicas -e inevitables- contrariedades técnicas aparejadas a este formato, se me hubiera olvidado que estaba jugando a una versión a la que le queda mucho, muchísimo recorrido para dar lo mejor de sí. Hace algo más de una década, Grinding Gear Games presentaba, a hurtadillas, una propuesta que pretendía hacerse un hueco en un panorama complejo y competitivo. Hoy, a fuerza de calidad y buen hacer, pegan un puñetazo encima de la mesa con un título al que pocos podrán hacer frente.