RACE Pro
¿Tan simulador como creíamos?
El otro gran punto negro es el enorme margen de error del que dispones. Eso, que sería una virtud en muchos otros géneros, significa el fin del reto y la razón de ser de un simulador. La tolerancia es demasiado amplia en todo: la velocidad a la que puedes entrar a una curva, el punto en el que debes acelerar, los tiempos de tus rivales, su distancia de frenada, el comportamiento en las colisiones… tienes cientos de ocasiones para enmendar tus errores, y eso choca frontalmente con lo que debería ser este tipo de juego: inmisericorde. Ni siquiera te exige un período de aclimatación a un coche nuevo a pesar de las enormes diferencias entre cada uno. Puedes ganar, machacar incluso, estando muy lejos de la perfección y trazando mal algunas curvas. Suena a herejía.
La IA no ayuda lo más mínimo: aunque en un primer vistazo aparentaba ser bastante inteligente, cubriendo bien los huecos y atacando con una astucia muy inmersiva, tardas apenas 3 ó 4 carreras en ver la paja del relleno. Ninguno de tus rivales comete temeridades o errores, y se dedican más bien a adelantarse entre ellos o mantener las distancias de forma constante, giro tras giro. En términos de inmersión está a una galaxia de distancia con respecto a GTR2 o Race 07, lo cual es una lástima teniendo en cuenta el enfoque más casual de esta versión para Xbox y el hecho de incluir varias categorías de Gran Turismos, famosas por el uso y abuso del contacto. Para mayor desgracia de los conductores suicidas el sistema de daños es demasiado discreto, tanto jugable como visualmente.
Los gráficos son en general especialmente decepcionantes, con circuitos vacíos, texturas mediocres, efectos climatológicos simplones e incluso modelados de vehículos por debajo del estándar actual. El funcionamiento es suave, aunque no es extraño viendo la poca carga visual que maneja. Aunque las notas de prensa de Atari hablen de un nuevo motor gráfico, lo cierto es que está muy por debajo de Forza 2 y, obviamente, GT5: Prologue. No es que sea algo especialmente relevante en este tipo de títulos, pero a todo el mundo le agrada un dulce. El online es aún inestable y las caídas son habituales, aunque puede que se deba a lo reciente de la salida del juego y acabe estabilizándose.
Si tuviéramos que resumir Race Pro en una palabra ésa sería... inesperado. Porque es insuficiente para los fieles de SimBin y resulta en realidad un juego ideal para iniciarse en el género. Las ayudas son muy efectivas, el control está estupendamente calibrado (posiblemente el mejor de esta generación) y la curva de dificultad del modo principal es suave, sin frustrar ni aburrir en ningún momento. Incluso el modo principal es ágil, invitándote a escalar de categoría una y otra vez sin preocuparte de corregir el camber de las ruedas delanteras entre Brands Hatch y Le Mans. El problema es que Atari y los desarrolladores nos hablaron, y siguen haciéndolo, del simulador de conducción más fiel y profundo que ha llegado a las consolas, del auténtico rey del racing sim en consola. Y eso es mentira. Es adictivo, es sin duda un simulador y tiene un esqueleto sólido, pero si lo que esperas es un Race con pedigrí, o un GTR, o un Live for Speed, vas a tener que armarte de paciencia.