Saints Row: The Third
Salvaje al cubo.
Supongo que uno ya sabe a qué atenerse cuando un productor te asegura que su objetivo es crear "la experiencia más ridícula, exagerada, ridícula otra vez y estrafalaria que puedas imaginar en un mundo abierto". Y, realmente, tampoco se me ocurre una mejor descripción sobre lo que representa Saints Row: The Third.
Un juego en el que en menos de tres minutos has realizado llaves de wrestling sobre inocentes peatones, pegado collejas usando un dildo morado, golpeado de forma extremadamente dolorosa y gráfica la entrepierna de un enemigo y te has subido a un avión de combate con el que puedes sobrevolar a toda velocidad la ciudad ficticia de Steelport mientras lanzas bombas de racimo y rayos de calor.
A veces la exageración y la autoparodia es el camino a seguir. El gran pecado del primer Saints Row, un descarado clon de Grand Theft Auto: San Andreas, era tomarse demasiado en serio a sí mismo. Con su secuela, Volition dejó la sutileza de lado y sorprendió con una disparatada caricatura del género sandbox. En la tercera entrega, la cuadratura del círculo, desaparece por completo cualquier atisbo de autocontrol y se da rienda suelta a las ideas más locas e imaginativas (incluida un arma cuyo nombre lo dice todo: "fart in a jar"), aún a riesgo de producir un terremoto entre las asociaciones de padres y esa policía moral en la que se han erigido ciertos medios. Porque podéis apostar a que cualquier día de estos veréis un reportaje sensacionalista en Antena 3 poniendo el grito en el cielo con cualquier salvajada sacada del juego.
Con los Saints convertidos en una especie de moda global y una historia sin más pretensiones que las justas, esta tercera entrega trata de arreglar todo aquello que chirriaba en Saints Row 2. Por ejemplo, aquellas animaciones y aquel aspecto gráfico más propio de una PlayStation 2 que de la nueva generación. Para The Third han programado un motor totalmente nuevo que incluso en estado alpha luce estupendamente, pero que por desgracia en su apartado de físicas ha optado por una combinación de Havok con scripts en vez de tomar prestado el espectacular modelo de destrucción de Red Faction.
También se ha mejorado muchísimo el sistema de combate (cuerpo a cuerpo o con armas de fuego), todas las opciones de personalización, ya sean del protagonista, de los miembros de la pandilla o de los coches, y el control de estos últimos. En Volition explicaban que son plenamente conscientes de que no es un simulador ni tampoco un Burnout, pero que ahora el manejo de los coches será muchísimo más cómodo y divertido. Desde luego lo parecía, especialmente cuando usabas la camioneta del Profesor Genki, con su hilarante cañón de balas humanas, o un rápido deportivo al que has entrado sin abrir la puerta, atravesando el cristal de una patada.
Lo cierto es que bajo esa fachada de supina estupidez, Saints Row: The Third esconde un diseño bastante inteligente: todo está pensado para ofrecer a cada jugador una experiencia acorde a sus gustos particulares. Si, por ejemplo, prefieres olvidar la historia y centrarte en provocar el caos por la ciudad, tienes a tu disposición las misiones Mayhem, en las que se te reta a destruir todo cuanto seas capaz en una limitada cantidad de tiempo, con multiplicadores de combos y explosiones por doquier.
En cambio, si prefieres seguir el hilo argumental puedes disfrutar en solitario o junto con un amigo en modo cooperativo (nos confirmaron que no habrá opciones online competitivas) de una serie de misiones bastante trabajadas y más largas que las de Saints Row 2, plagadas de lo que sus creadores llaman "holy shit moments". O, en otras palabras, multitud de situaciones surrealistas y espectaculares que te dejan con la boca abierta o con una sonrisa de oreja a oreja.
En la demo que nos enseñaron asistimos a un frenético atraco a un banco, en el que los rehenes nos pedían autógrafos, el cuerpo de seguridad estaba compuesto por prostitutas y todo terminaba con un salvaje tiroteo mientras aguantábamos el equilibrio sobre la caja fuerte que un helicóptero trataba de elevar sobre un edificio que se derrumbaba. Todo muy loco, vamos.
Saints Row: The Third es irreverente, desenfrenado y, para qué negarlo, tremendamente cafre. Quizás sea por eso que nos ha gustado tanto: a veces uno simplemente quiere dejar tanto realismo de lado y apostar por algo que no sea más que diversión en su estado más puro y visceral, justo lo que el juego de THQ ofrecerá cuando llegue a las tiendas el próximo 15 de noviembre.