Shadows of the Damned
Diversión bizarra con sabor a moho.
Goichi Suda: La madre
Si alguien dice como hemos de lucir, que ropa llevar y cuando restregarnos saliva con un dedo por la cara, esa es nuestra madre. Goichi Suda, cuyo principal cometido dentro de este juego es a nivel argumental, deja bien presente su toque a nivel artístico. Caracterizado por apuestas arriesgadas a nivel visual, el tricolor Mad World o la estética retro realista de Killer 7, son sólo algunas de las muchas obras de este veterano del mundillo.
Artísticamente Shadows of the Damned es una bofetada en la cara. Exceptuando a sus protagonistas, el diseño de los enemigos es olvidable y repetitivo, con unas animaciones toscas e inverosímiles que ayudan a potenciar ese tono de broma continua que acompaña todo el juego. Los escenarios abusan del pasillismo hasta la extenuación, una triste plaza o un breve porche serán los espacios más abiertos durante nuestra infernal peregrinación.
Por el contrario, las animaciones y diseño de Jhonson son una delicia. Recargar el arma, pasar del modo antorcha a la metralleta o conversar con nuestro calavérico amigo es un regalo para los ojos. Los chicos de Suda 51 han sabido imprimir toda una personalidad en un objeto tan simple como una pistola.
Akira Yamaoka: El tío.
De sobra conocido dentro del mundillo tanto por su magnífica obra al cargo de la música de Silent Hill como por sus más que cuestionable gusto estético a la hora de vestir. Tras dar el salto a la producción en Silent Hill 3 decidió desvincularse de la saga tras Shattered Memories, previendo los desaires hacia la saga por parte de Konami. Akira cumple el papel del tío moderno, el que nos regala el disco de moda que taladrará los oídos de nuestros padres durante la adolescencia, nos lleva al cine con nuestros amigos y nos incentiva para parecer personas cultas e interesantes de cara a la galería.
Junto a Nobuo Uematsu, me atrevo a afirmar que Yamaoka es una de los mejores compositores de bandas sonoras para videojuegos de todos los tiempos. Sus melodías han llegado a adquirir una importancia vital dentro del mundo Silent Hill, siendo un elemento igual de importante que la jugabilidad o la historia. En Shadows of the Damned vuelve a cumplir. Nada más que a cumplir.
Vuelve a deleitar con sonidos metálicos y melodías extremadamente absorbentes que bien acompañan y conjuntan a la perfección mientras paseamos por los pasillos-escenarios cumpliendo su función en los momentos de relax. Sin embargo, todas estas suaves melodías chocan estrepitosamente en los momentos de tensión como, por ejemplo, en los numerosos final bosses. No siendo suficiente con la inexistente dificultad de los jefazos, la música que acompaña a los enfrentamientos aleja por completo la grandilocuencia característica del momento, potenciando así el aburrimiento y matando cualquier atisbo de tensión por completo. Cabe mencionar también los efectos de sonido, los cuales están literalmente sacados del cajón de sastre del señor Yamaoka. Sonidos tan característicos como los que encontrábamos en los menús, al encontrar un objeto o al guardar la partida en Silent Hill, son utilizados fuera de contexto sin la menor intención de camuflarlos a expensas de crear una identidad propia. Zas, en toda la oreja.
Entonces, ¿qué es lo que encontramos en Shadows of the Damned?
Shadows of the Damned es un juego de personajes, un juego que no aporta absolutamente nada al mundo del videojuego, ni a nivel artístico, jugable y ni de lejos a nivel argumental. Se apoya completamente en el sólido duo formado por García y Jhonson, apoyados por un doblaje excelente, muy por encima de cualquier doblaje triple A. Escuchar hablar a los protagonistas es el mejor entretenimiento que podremos encontrar dentro de este revienta cabezas al uso. No pasarán ni 20 minutos de juego cuando sientas la necesidad de irte a tomar tequilas y ser partícipe de las coñas que se gastan entre ellos.
Por lo demás, Shadows of the Damned se revuelca en su mediocridad como un cochino en su charca, y quizás, sea lo mejor del juego. Es un juego honesto que no se toma en serio a si mismo, conoce sus carencias y no se propone deslumbrar en ningún momento. Este mix de sus 3 cabezas de cartel no termina de cuajar del todo, y esta vez mi apuesta por los juegos de notable ha dado como resultado unas cuantas horas vacías, carente de emoción y con algún que otro guiño simpático que, ni de lejos, consiguen levantar una argamasa mezclada a martillazos que cae por su propio peso.