Trauma Center: New Blood
Paganismo, meta-hombres y bisturís mágicos. Un arcade vamos.
Qué tendrá de enigmático y sobrecogedor el mundo de la medicina para ser foco constante de la vibrante y normalmente alterada percepción del artista a la hora de enfocar un trabajo que, por norma general, es tan rudimentario y metódico como desconocido para la mayoría de los cobardes que no se han atrevido a atacar su infernal carrera.
Ni las numerosas películas, ni series de televisión, ni el mismísimo Ballard habían conseguido llegar hasta el nivel de desparrame y sinsentido de Atlus. Lejos de las licencias siempre permisibles en el mundo de la medicina y ciencia ficción, Trauma Center se envuelve de épica y misticismo divino, combinando con resultados muy particulares, desventuras amorosas e incluso poderes mágicos (¡y sin ningún tipo de tapujos!).
Ésta es sólo la carcasa, a veces demasiado endogámica, que esconde una mecánica robusta y cada vez más pulida. Se trata de un “¡Operación!” (el juego de mesa de MB popular en los 90) digital en el que se nos exigirá precisión y rapidez a la hora de intervenir en una serie de operaciones quirúrgicas, paulatinamente más difíciles (aunque la curva en ocasiones baile de forma inesperada). Algunas de las taras más visibles de la entrega anterior (original de NDS y adaptada a Wii) era exigir al jugador más de lo posible a base de restricciones absurdas y tiempos ridículos. Presentaba algunos de los niveles más difíciles de la actual generación, y no por su estructura calculada y aumento empírico de complicaciones, si no por una mala gestión de los recursos.
New Blood mejora el apartado visual de Second Opinion sin gran esfuerzo, más allá de las cuidadas presentaciones y artes enfocados al adicto devorador de manga y anime (donde los escotes rozan el surrealismo y la apariencia de los médicos hace confundirlos con estrellas de rock). El melodramático nuevo guión aporta también a, si se desea, un segundo médico en acción, cuya co-operación servirá para pulverizar los records de cada operación y conseguir una sincronización casi telepática (Youtube da fe).
En el fondo, por muchas máscaras y artificios que se entrevean en la producción, Atlus tiene entre manos un arcade con unas reglas muy definidas, unos tiempos a destrozar cada vez más ajustados y la necesidad incuestionable de aprenderse cada paciente como si se tratase de un enemigo final de un shump de Treasure o un circuito de Sega Rally. Abrir, poner puntos de sutura, aplicar mejunjes y controlar el ritmo cardíaco del paciente es en Wii mucho más accesible por la estupenda interfaz radial que manipularemos con el joystic y la precisión del puntero láser (aunque, sobre el papel, jugar con el stylus de la DS es más similar a manipular in bisturí). Este proceso es metódico y no permite licencias al jugador, así como una de las rectas finales más apabullantes vistas en Wii.
Como último obsequio, New Blood incluye sólo una opción Online, la única imaginable con este esquema de juego; el clásico sistema de rankings, que muy pocos saben apreciar como lo que realmente es, trasladar la enfermiza obsesión de los números y la superación en comunidad de las recreativas a nuestro salón. Trauma Center New Blood es un paso adelante, la confirmación, aunque aún pueda llegar más lejos.