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Año bueno / Año malo

Los grandes éxitos y fracasos de 2010.

Secuelas

Cada año el calendario de lanzamiento se encuentra plagado de secuelas, spin-offs, remakes y relanzamientos. Siempre ha sido así y siempre lo será. Si quieres haz la prueba: coge un calendario de 2011 y marca todos los juegos con un número en su título: se te agotará la tinta del bolígrafo.

Al menos en 2010 algunas de esas secuelas y reboots han merecido la pena. Hubo un ejemplo descargable en Sonic the Hedhehog 4: Episode 1, el juego que le demostró finalmente a SEGA que estaba equivocaba y que la saga no necesitaba las 3D para nada. Más o menos lo que el resto del mundo le veníamos diciendo desde hace años, en realidad.

Mientras, Donkey Kong Country demostraba nos transportaba de vuelta a la década de los 90 con un apartado visual impresionante, una gran mecánica jugable y una adictiva curva de dificultad.

Y finalmente en 2010 vimos la secuela que llevábamos siete mil años esperando. Gran Turismo 5 se llevó notas decentes e incluso arrasó a nivel comercial, arrebatando el primer puesto en las listas de ventas al intocable Black Ops.

Control de movimiento

Para ser más específicos, ha sido bueno para los fans del control con sensores de movimiento. No tenemos ni idea de si ha sido bueno para los sistemas de control en si mismos o para sus creadores - porque todavía no está claro cuanta gente ha comprado realmente Move y Kinect.

En noviembre Sony anunciaba que había enviado 4,1 millones de unidades de Move. Esa era su respuesta a la noticia de que Microsoft había vendido 2,5 millones de unidades Kinect. Enviar y vender son términos diferentes, así que es difícil hacer una comparación directa. Lo que si es seguro es que Nintendo sigue ganando.

Desde entonces, todo el mundo se ha mantenido en un misterioso silencio. Todo el mundo excepto, claro, el clarividente Michael Pachter, quien aseguró que las ventas de Kinect y Move estaban igualadas. Nueve días más tarde, eso sí, decía que Kinect vendía cinco veces más que Move. Vaya.

Lo importante es que ha sido un buen año todos aquellos que disfrutan agitando cacharritos de plástico con pelotitas de ping-pong luminescentes en su extremo, o aquellos que disfruten moviéndose libremente frente a su consola si disponen de un salón del tamaño de una piscina olímpica.

Un mal año para...

Electronic Arts

Pobre EA. Primero se ganó una buena cantidad de quejas por culpa del Project Ten Dollar, una iniciativa diseñada para eliminar las ventas de segunda mano. Fue particularmente poco popular en Europa, seguramente porque el nombre Proyecto 7,491€ era mucho menos atractivo.

Luego vino el Talibangate. EA acabó dando marcha atrás en su planes de incluir a los violentos musulmanes en el shooter ambientado en Afganistán Medal of Honor, tras la presión ejercida por políticos y medios. Está bien disparar a los extranjeros pero no empatizar con ellos, por lo visto.

Semanas después la distribuidora volvía a los titulares cuando un ex-trabajador bastante mosqueado escribía un blog contra EA, BioWare y Mythic. El autodenominado "EA Louse" aseguraba que el MMO Star Wars: The Old Republic había costado más dinero que Avatar, y que al final sería una mierda.

Los doctores de BioWare, Ray Muzyka y Greg Zeschuk, respondieron asegurando a Eurogamer que "no va a ser una mierda". Claro, qué otra cosa iban a decir...

Tim Langdell

Al menos EA se ganó una nueva legión de fans en 2010 al plantar cara al villano Tim Langdell. En Eurogamer ya informamos con pelos y detalles sobre la cruzada de Langdell para proteger la marca "Edge", pero EA y su ejército de abogados al final consiguió impartir justicia en octubre.

Seis días después Langdell perdió sus marcas registradas. También le obligaron a escribir a toda la gente a la que había demandado para informarles de ello. El coste en sellos y tinta de ello bastaría para arruinar a cualquiera.

A finales de esa misma semana a Langdell también le pegaron la patada de la International Game Developers Association. Fue expulsado por mostrar una "falta de integridad" y "comportamiento no ético".

Nadie lloró por su caída en desgracia, nos tememos.