Análisis de Alienation
Mátalos con fuego.
"La patrulla de reconocimiento no ha logrado identificar la naturaleza del objetivo así que lo mejor será volarlo todo por los aires". Con esta frase se nos introduce una de las primeras misiones del juego, frase que, además, bien puede servir de tutorial y como síntesis argumental en tanto resumen lo único que va a interesarnos de la invasión alienígena a la que tenemos que hacer frente. Así arranca el último título de Housemarque y sucesor espiritual de Dead Nation, con el que comparte título parcial, aunque con una fórmula mucho más refinada que la que hacía gala el juego de zombies lanzado en PlayStation 3 hace ya seis años.
Hay varias palabras que pueden definir bastante bien a los juegos del estudio finlandés: ritmo, precisión, y movimiento serían algunas de ellas. Pero además estos conceptos enraizan, en la práctica, con la sobresaliente habilidad del estudio para fusionar géneros, gestando con ello experiencias ágiles, vivas, en las que todas sus partes funcionan de forma tan armónica que es complicado desgajarlas de un todo. Esto lo pudimos ver en uno de los juegos más interesantes del estudio y, probablemente, el más injustamente infravalorado de todos ellos: Outland, un juego que se movía con una gracia pasmosa, casi descarada, entre las plataformas a través de un esquema de progresión al más puro estilo Metroid, el puzzle y los bullet hell. No obstante, de esto último Housemarque sabe un poco. Ellos fueron los encargados de firmar dos estupendos exponentes del género (o de una versión algo suavizada de dicho género, más bien) que además fueron dos de los mejores títulos iniciales tanto de PlayStation 3 como de PlayStation 4: Super Stardust HD y Resogun, respectivamente.
Alienation lleva toda esa herencia familiar impresa en su ADN, pero también mejora la receta con algunos ingredientes foráneos. Concretamente, coge a Gears of War y lo convierte en un Diablo pasado de revoluciones. Teniendo en cuenta todo esto, herencia, préstamos, y la buena mano de los profesionales que hay detrás, era difícil que algo pudiera salir mal.
De entrada se le nota el esqueleto Dead Nation, no solo a nivel visual o por la perspectiva desde la que jugamos, sino también en el ritmo con el que el juego arranca y empieza a despegar. La diferencia es que aquí ese ritmo va in crescendo de una manera espectacularmente vertiginosa y así sigue hasta agotarse (si es que tal cosa puede sucederle a Alienation), a través de las diferentes fases, los diferente modos de juego, e incluso dentro del mismo nivel de dificultad. Además del lógico aumento progresivo de la dificultad del juego conforme superamos los diferentes niveles, hay ciertos puntos de inflexión, pasados eventos importantes de esa trama a la que no haremos ningún caso, en los que el juego te avisa, dentro del mismo nivel de dificultad en el que estemos jugando, de que a partir de ese momento los enemigos serán más duros, pero también darán más experiencia y mejores objetos. Todo esto se proyecta con una clara intención: promover el juego cooperativo, ahí donde Alienation saca todas sus cartas y las esparce violentamente sobre la mesa.
Aquí nada es estático. A los diferentes niveles de dificultad, con escalones muy marcados dentro de cada uno de ellos, se suma un aumento notable de enemigos en pantalla (y, de nuevo, de dificultad) con cada jugador que se incorpora a la partida, eventos con enemigos especiales que van apareciendo en el mapa (que podemos afrontar o evitar; los mapas son bastante grandes) a instancias de los objetivos principales, además de hordas enemigas masivas de aparición aleatoria. El juego desprende una hiperactividad contagiosa, se encomienda como un demente al dogma de la no inacción como si le fuera la vida en ello. Si el concepto de movimiento es clave, un movimiento con gracia, ágil, para sobrevivir en las pequeñas parcelas que sobre el mapa van quedando libres de alienígenas que corren, saltan, se arrastran, se teletransportan y explotan como una piñata rellena de tripas fluorescentes, la precisión y el ritmo son fundamentales para acabar con ellos de manera eficiente. Hay momentos de pura sinestesia en los que recargar el arma en el momento oportuno mientras esquivamos con un sprint y lanzamos una nueva ofensiva responden tanto al oído como a la vista, momentos que acarician maneras de juego musical.
Disponemos de tres clases de soldado que van mejorando por sus respectivos árboles de habilidades, un buen arsenal de armas que también poseen niveles y también son personalizables con diferentes mejoras de potencia, munición, crítico, daño elemental, etc. Incluso las mejoras de las armas suben de nivel, con módulos de energía que van soltando los enemigos al morir. ¿Que te acomodas a usar un tipo de armas y te dedicas a ignorar otras? Tranquilo, pronto aparecerá un nuevo tipo de enemigo que hará que uses ese arma que tanto detestas, y hará que te acabe encantando. El juego se te anticipa constantemente, muta y te empuja a mutar con él.
Los mapas, como decíamos, son de un tamaño considerable, hasta el punto de incitar a la exploración en un juego enfocado eminentemente a la acción. Quizá merezca la pena ir hasta el objetivo marcado dando un rodeo por el escenario para encontrar mejoras, armas o power ups que te faciliten un poco la vida en la siguiente e inminente horda. El uso que se le da al terreno transitable es también digno de mención; está marcado por continuos desniveles y montículos, plagado de almacenes, pasarelas, rampas, edificios y todo tipo de estructuras, que van a permitir aproximaciones creativas a los enemigos, pero también aproximaciones creativas de los enemigos hasta tu posición y, qué duda cabe, van a servir de parapetos defensivos imprescindibles para no morir demasiadas veces en el intento. La no estaticidad también se aplica a los propios escenarios, sembrados de una buena cantidad de elementos que pueden romperse o volar por los aires, en unas explosiones que son una delicia a nivel visual.
Alienation es un juego profundo en su aparente simpleza; un juego con nervio, estimulante y adictivo. Es bastante disfrutable en solitario pero es en el cooperativo donde da lo mejor de sí mismo. Quizá algunos jugadores echen en falta la inclusión de un multijugador local, pero si lo vuestro es pegar tiros online con amigos difícilmente os decepcionará.