Avance de Aliens: Colonial Marines
El juego de Gearbox promete, pero puede que no baste únicamente con eso.
¿Alguna vez tuviste la oportunidad de correr por los pasillos del Alien War de Trocadero, en Londres? Construido en un complejo de entretenimiento en el centro de la ciudad, era un elaborado pasillo del terror, una gran pantomima que funcionó durante tres años.
Objetos sacados de la películas se colocaban de forma inteligente en un escenario patrullado por exagerados marines y por un tipo disfrazado de alien, en una especie de casa encantada que recordaba a un plató de cine. Aunque no era perfecto tenía un brillante sentido de la teatralidad, y es eso precisamente de eso de lo que debería aprender Aliens: Colonial Marines.
Todo empieza de forma bastante prometedora. Te pones en la piel del marine colonial Christopher Winter, aunque en realidad estás haciendo realidad tus fantasías desde que viste por primera vez la bélica visión de James Cameron de la saga Alien, explorando los restos que dejó la batalla de Ripley, Hicks y compañía en LV-426.
La historia se ambienta diecisiete semanas después de la película, cuando la Sulaco emerge en la órbita de un planeta en el que hace poco ha habido una enorme explosión nuclear. Gearbox ha hecho un trabajo fantástico recreando ese mundo de metal mojado y frío espacio profundo, con texturas y modelados que parecen directamente sacados de nuestra querida cinta VHS con la película.
Syd Mead también se ha involucrado un poco en el proyecto, lo cual es digno de mención - Mead es el responsable de dar vida a la versión futurista-noir de la ciudad de Los Angeles de Blade Runner, así como de la estética de Tron. También creó al robot Johnny Cinco de Cortocircuito, lo cual posiblemente eclipse el resto de su trabajo.
Y, por supuesto, también ayudó a diseñar el azulado y metálico look de Aliens, un trabajo al que regresa para sacar a relucir todos los detalles detrás de la cámara de James Cameron. Esa atención al detalle llega incluso a mimetizar el tipo de película con el rodó Cameron en 1986, recordado por su excesivo grano.
Bajo ese falso filtro de película hay un juego bonito, pero por lo demás es volver a ese lugar medio recordado lo que hace que Aliens: Colonial Marines sea inicialmente tan emocionante. También hay unos cuantos cameos: Lance Henriksen regresa en el papel de Bishop, aunque son los pasillos y el puesto de mando de Hadley's Hope las verdaderas estrellas de la función.
Es como una casa encantada, una que está maldita por los flashes de la película en la que se inspira. Hay algunos rastros de Hicks y sus marines repartidos por el escenario, ya sea en los daños que muestran las paredes de una oficina o en las palabras de tus propios compañeros, que recuerdan el fatal destino de sus antecesores.
Así que Aliens: Colonial Marines es espectacularmente tenso cuando investigas por primera vez los recovecos de Hadley's Hope con el detector de movimiento. Es un viaje a uno de los escenarios más recordados y queridos del cine de ciencia-ficción, recreado con cariño y rebosante de la inquietante atmósfera de la obra en la que se inspira. Es, resumiendo, todo lo que quieres de esta adaptación. El problema es que las cosas no tardan en desmoronarse.
No hay ningún tipo de drama cuando te encuentras con los aliens, y desde luego ni una gota de suspense. La demostración de uno de los primeros encontronazos entre marines y xenomorfos no se beneficia de toda esta teatralidad: entras en una habitación y ahí están, colgados de las paredes. Es tan tontamente terrorífico como entrar en el baño mientras alguien está sentado en la taza del water haciendo sus cosas.
Los aliens, hay que reconocerlo, son un rival con recursos. Parecen hombres embutidos en mallas que se mueven de forma extraña - un toque de autenticidad que puede resultar excesivo para muchos -, pero que en la práctica funciona bastante bien. Menos auténtica es la introducción de nuevas clases: hay lurkers que acechan en la oscuridad y atacan muy rápido, soldados que son buenos en las distancias cortas y otros que escupen ácido y suponen un peligro desde lejos.
Es la forma que tiene el juego de introducir algo más de variedad en el combate, aunque ahora mismo eso se pierde con un turbio sistema de disparo. Las armas, al igual que todo lo demás en Aliens: Colonial Marines, se ha replicado con gran exactitud. El rifle de pulsos suena y reacciona como debería hacerlo, la escopeta tiene un considerable retroceso y la smart gun te convierte en una especie de torreta andante.
Pero la veleidosidad de los aliens hace que los combates sean erráticos, y tampoco ayuda el hecho de que ahora mismo no sean especialmente listos, moviéndose por el escenario sin ningún atisbo de inteligencia. La IA de tus compañeros es igualmente frustrante, a menudo obstruyendo en vez de ayudar, colocándose en medio de la línea de fuego.
Y aunque Gearbox ha logrado crear un escenario de juego increíble, a menudo se queda corta en ideas sobre cómo utilizarlo. El corto segmento de la campaña que podíamos jugar nos hacía buscar cosas en pequeños espacios cerrados, corriendo por el mismo mapeado una y otra vez. Lo que nos han mostrado hasta ahora es un juego de Aliens que es genial hasta que aparecen los propios aliens... lo cual es un problema en si mismo.
Cuando se anunció Aliens: Colonial Marines hace cinco años iba a hacerlo la Gearbox que nos había regalado Brothers in Arms, con su limpio y emocionante juego en equipo. Pero cuando finalmente se mostró al público, detrás estaba la Gearbox creadora de los exagerados tiroteos de Borderlands.
Hay destellos de ambos juegos, ya sea con la silenciosa dinámica de equipo con los otros marines o con el sistema de puntos de experiencia que te recompensa tanto en la campaña como en el multijugador, pero por desgracia este juego a menudo recuerda a la Gearbox que hizo el arcaico Duke Nukem Forever. Aliens: Colonial Marines es un plató elaborado, construido a partir de retazos de la película, pero ahora mismo parece que necesita algo de ayuda para acabar de pulir sus aristas.
Traducción por Josep Maria Sempere.