Análisis de Assassin's Creed Unity: Reyes Muertos
Descenso a las catacumbas.
El distrito de Saint-Denis, conocido como La Franciade durante la Revolución Francesa, es una localización más oscura y sombría que la París de Unity, y no se presta tanto a los horizontes bañados de luz y a sus cálidos reflejos; sus suburbios están dominados por una densa niebla que dificulta un poco la visión y que le da un aire más tétrico a las calles, una licencia, quizá, tomada por ambientar la historia en las famosas catacumbas de la capital francesa, una red de túneles de más de 300 kilómetros en los que se enterraron, calculan, unos seis millones de personas. El lugar perfecto, podría decirse, para sacar a Arno a pasear; los laberínticos pasillos de Les Catacombs son idóneos para poner a prueba las mecánicas de sigilo, o si más no para potenciarlas un poco más que en Unity. Podría decirse que se sacrifican los magnificentes exteriores para cambiar un poco las cosas; sería una forma perfecta de dar un toque diferenciador a Reyes Muertos, y una genial excusa para justificar su existencia.
Pero poco hace para conseguirlo. Es de recibo que tras el revuelo originado por los incesantes bugs y glitches de Assassin's Creed en su lanzamiento - un juego que, a pesar del linchamiento, no está tan mal - Ubisoft tomara la decisión de regalar este primer contenido descargable a todo aquel que lo haya comprado, y que no se trate de un DLC secundario o un par de armas nuevas para el protagonista. Reyes Muertos incluye seis misiones principales con un par o tres de horas de juego, seis historias de Franciade, nuevos eventos cooperativos, misterios por resolver, zonas por liberar y muchos más coleccionables por recoger repartidos en seis distritos, tres de ellos bajo tierra, de un tamaño considerable.
Y todo coronado por el rey de la fiesta, el mortero guillotina, un arma letal tanto a corto como a largo alcance. Sigue siendo satisfactorio destrozar a los enemigos con armas tan potentes, pero también sigue siendo todo demasiado reconocible; no cambian mucho las calles a pesar de algún retoque en la arquitectura, pero de todos modos quedan ofuscados por la densa niebla que reina en el distrito. La decisión de ambientar Reyes Muertos en un lugar tan oscuro, tanto bajo tierra como en la superficie, es incomprensible teniendo en cuenta la destacable iluminación de Unity, y sobre todo teniendo en cuenta que entre la niebla también se pierde lo que podría dar de sí el sigilo. Reyes Muertos no se molesta mucho en experimentar con mecánicas nuevas.
Peca de lo mismo que ha pecado el juego principal, claro, y tampoco ese era un ejemplo en el sigilo, pero resulta menos acertado en lo que debe destacar. Una de sus principales novedades es un candil para iluminar nuestro camino en la oscuridad de las catacumbas y para espantar del paso a todo tipo de bichos, ratas, cucarachas o murciélagos. Es una herramienta esencial (que hay que rellenar) para resolver los puzles que van apareciendo y que sustentan prácticamente todo el peso de la historia principal, - este DLC da bastante peso a los puzles, y algunos recuerdan a los de la saga Zelda - pero sigue siendo un poco raro que se defina como "una nueva mecánica de gameplay" a un sencillo candil con el que ahuyentar a las ratas cuando controlamos un asesino ya experimentado que se dedica a matar a todo aquel que pilla.
Aun así es ahí, en las catacumbas, donde más se nota el cambio en el diseño y el esfuerzo de Ubisoft Montpellier por recrear esos pasillos angostos y retorcidos que hemos leído y visto en decenas de libros y películas. Además existe un nuevo enemigo, el saqueador de tesoros, que es muy efectivo en grupo pero débil individualmente, de modo que si localizamos y matamos al líder los demás huirán despavoridos para que podamos explorar la zona más tranquilos. Eso permite jugar con mayor libertad en un espacio más cerrado, y hace que nuestras incursiones subterráneas sean menos pesadas y bastante más divertidas.
También destacan las entretenidas misiones secundarias y los típicos montones de objetos coleccionables para recoger, como los bicornios de Napoleón que sustituyen a las escalpelas de París, y a los que seguramente ya estaréis más que acostumbrados. Más allá de los viejos conocidos las novedades se quedan a la sombra de una historia que parece haberse estirado sin necesidad, y que desemboca en una ida y venida de personajes, seres sobrenaturales, persecuciones y puzles sin mucho sentido en una localización interesante a la que no se le ha sabido sacar todo el potencial. Reyes Muertos es un saco cargado de contenido que gustará a los que quieran seguir con las aventuras de Arno, y un buen caramelo para relajarse tras finalizar la historia principal. Porque antes que nada no hay que olvidar que es gratis; no vamos a pedirle peras al olmo.