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Análisis de Among the Sleep

Sueño inquieto.

Imagino que no fui el primero que al enterarse de que se lanzaba un Kickstarter sobre un juego de terror protagonizado por un bebé pensó '¿por qué a nadie se le había ocurrido esto antes?'. La oscuridad, la soledad, el agua, las alturas... la infancia es un terreno fértil para toda clase de terrores que pueden marcarnos de por vida, y al leer sobre este proyecto no dejaba de pensar en las posibilidades que tendría. Vista su versión final, me temo que no ha llegado a explotar de forma adecuada ninguna de ellas.

Among the Sleep nos pone en la piel de un niño el día de su segundo cumpleaños. Tras comer un poco de tarta, recibir un osito de peluche como regalo y descubrir que éste nos puede hablar cuando estamos solos, nos llevan a la cuna para dormir. Al despertarnos, la noche ha caído y nuestra madre no está. El osito nos acompañará en un viaje en su busca.

Los primeros minutos de juego son muy prometedores. En el cuerpo de un crío hasta una tarea tan sencilla como abrir una puerta se convierte en un reto, y a la sensación de indefensión se suma una atmósfera tan tensa que casi se puede cortar con un cuchillo.

La exploración de la casa sirve como tutorial: aprendemos que abrazar al oso lo convierte en una especie de linterna-Gusiluz, que se invierte el movimiento al ser lentos y silenciosos de pie y rápidos pero ruidosos al gatear, y que de aquí en adelante lo más complicado va a ser moverse por unas instalaciones diseñadas para gente que mide metro y pico más que nosotros.

Este tramo concluye con el encuentro de un recuerdo de la madre. Dice el oso que tenemos que hallar cuatro de estos McGuffins porque, en fin, la historia tiene que avanzar y había que encontrar un hilo conductor. No da motivos mucho más convincentes. Aquí encuentro un gran problema: la disociación entre el personaje que controlamos y nosotros como jugador.

El oso está hablando al jugador, porque el niño no podría entenderle con el lenguaje que usa, y parece que solo está ahí porque los creadores tienen miedo de que no entendamos lo que hay que hacer o para darle un sentido a una experiencia que podría haber sido puro terror atávico. Rompe bastante un juego donde la inmersión debería ser el punto central, dejarnos desprotegidos en lugar de recordarnos que estamos detrás de un teclado y podemos pausar el juego cuando queramos.

Para encontrar el resto de recuerdos tendremos que explorar tres mundos distintos. El primero es el que más potencial tenía y el que más me ha decepcionado. Un parque infantil parece el sitio adecuado para dar rienda suelta a los miedos de los primeros años: a la altura, a las caídas y los golpes, a los otros niños que nos hacen darnos cuenta de que hay un universo más allá de nuestro ombligo, a la posibilidad de perdernos y quedarnos solos. El segundo, un pantano, tampoco saca mucho partido del terror al agua y a ahogarnos.

"Among the Sleep plantea un punto de partida diferente de a lo que estamos acostumbrados en el medio y un mensaje potente que quiere dejar al jugador, pero fallan los medios con los que llegar a él."

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Encontramos sitios que, siendo tétricos, no producen ninguna de estas sensaciones es habitual en Among the Sleep. Sí que mantienen una atmósfera incómoda y nos dan algún susto, pero se quedan ahí, sobre todo en el parque por la ausencia de una amenaza real. Es terrorífico de la misma manera que lo podría haber sido un castillo deshabitado; no le añade ese plus de personalidad que le vendría bien para diferenciarse de otros juegos de terror. Destaca solo el apartado sonoro, que es el que se encarga de generar casi todo el ambiente y el responsable de la mayoría de sustos.

En los otros dos mundos sí aparecen amenazas tangibles, pero también algo desaprovechadas. El primer encuentro con estas criaturas es muy tenso, pero si nos cazan simplemente escuchamos una especie de grito a muy bajo volumen y volvemos al anterior punto de guardado, que no suele estar muy lejos. Ser capturados no da miedo y cuando desaparece ese temor el juego empieza a perder enteros.

No es algo que ocurra siempre, pues algunas ocasiones sí saben crear miedo a lo que puede suceder si nos equivocamos, pero en general podemos pasar por el juego sin preocuparnos de ellos más de lo necesario. Lo cual es un error bastante gordo, ya que el mensaje del juego depende de que les tengamos pánico.

Es difícil hablar sobre ello sin destrozar el giro final, pero el juego tiene algo que contar: en la vida real los peores monstruos suelen ser muy humanos. Cuando el juego llega a su fin todo cobra algo más de sentido, pero se echa en falta confianza en que el jugador será capaz de entenderlo sin necesidad de un subrayado excesivo (el giro del que hablo se deja caer de manera poco sutil apenas empezado el juego).

Al terminar nos damos cuenta de que es una experiencia que solo se puede visitar una vez: una vez terminamos las fases, el humo se desvanece y los espejos se rompen. Al juego se le ven las costuras por todos lados a poco que pensemos en lo que ha ido pasando, y a veces no hace falta ni terminar el nivel para saber los trucos que están empleando, lo que rompe el ritmo natural del título. En este sentido le beneficia la corta duración: en apenas dos horas lo podemos completar, y si hubiese durado más que eso hubiese cansado, pero como experiencia comprimida aguanta el tipo.

Among the Sleep plantea un punto de partida diferente de a lo que estamos acostumbrados en el medio y un mensaje potente que quiere dejar al jugador, pero fallan los medios con los que llegar a él. Podría haber sido un gran juego de terror, pero al final se queda en lo mismo de siempre con un lavado de cara y sin suficiente gancho.

5 / 10

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