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Análisis de Assassin's Creed 3: La Tiranía del Rey Washington - Episodio 1

La Infamia.

Quiero pensar que algo se cuece en Ubisoft. La importancia del DLC de Assassin's Creed III no está solo en ampliar el juego con una nueva historia original, la de ese Rey Washington corrompido por la Manzana del Edén y cuyo tiránico gobierno afecta al ya por todos conocido Connor en una realidad paralela en la que, de buen principio, nadie se explica muy bien por qué está; su importancia no está sólo en extender la experiencia, decía, añadiendo tres nuevas secciones que deberían durar, si los cálculos de Ubisoft no fallan (y después de haber jugado yo mismo, puedo confirmar que si fallan lo hacen por muy, muy poco), unas ocho horas: su importancia también está en la apuesta por el formato episódico, que hasta ahora no ha llegado más que casi por casualidad al público masivo y que aquí no sólo sirve para espaciar los pagos del contenido adicional, sino que afectan directamente al ritmo y jugabilidad.

Pero no nos adelantemos. Este primer episodio de La tiranía del Rey Washington, La infamia, se desarrolla en la Frontera; una Frontera algo cambiada, más tenebrosa y definitivamente más llena de muerte: los siervos de Washington están organizando macabras quemas de iglesias con gente dentro, entre otras lindezas, eliminando a todos los que no comulgue con su totémica e impositiva visión de América. Nosotros somos Connor, y nuestra madre nos pone sobre aviso de que, con el follón que Washington et al. están armando, mejor sería volver a nuestro poblado antes de que el drama llegue hasta allí.

"Ser una expansión del original le permite a este primer capítulo ir más al grano, y el contraste es todavía mayor cuando comparamos lo expansivo del desarrollo de Assassin's Creed III, la calma con la que los eventos se iban sucediendo ante nosotros, con lo directo que es La Infamia"

Este demencial what if del presidente reconvertido en mesías parte de una base delirante pero acaba yendo hacia delante de una manera bastante más coherente de lo que cabría esperar, quizá. Imagino que a estas alturas de la serie es mejor no ser especialmente picajoso y simplemente disfrutar de lo que nos quieran contar los guionistas, y aquí la dinámica va por ese camino. La megalomanía de Washington es explicable si confiamos en lo que nos llevan contando desde hace años sobre el universo del juego, y aunque todo el tema de la realidad paralela es más escabroso se supone que, eventualmente, todo quedará bien explicado. El director creativo del juego, Marc Alexis Côté, mencionó Lost como inspiración excepto en lo de dejar cabos sueltos.

Ser una expansión del original le permite a este primer capítulo ir más al grano, y el contraste es todavía mayor cuando comparamos lo expansivo del desarrollo de Assassin's Creed III, la calma con la que los eventos se iban sucediendo ante nosotros, con lo directo que es La infamia: las primeras escenas del DLC se nos precipitan encima entre combates contra esbirros de Washington, misiones muy enfocadas a la acción y corretear por la Frontera. Es una primera hora especialmente intensa, y que a veces juega en contra del DLC: se nota que es una experiencia muy pensada para el formato episódico, y por ello acepta menos de lo habitual el ser estirada por medio de misiones secundarias y tareas adicionales; escapar del camino esperado durante estas primeras escenas parece imposible, y si esto le sienta especialmente bien es porque el timing es impecable: las dos partes de La infamia están separadas por una escena particularmente importante tras la cual conseguimos el primero de los tres poderes animales que, a lo largo de los tres capítulos, van aumentando nuestras capacidades de sigilo, movimiento y combate.

Se descubre en la segunda parte Assassin's Creed III como un juego muy flexible cuando nuestra habilidad de lobo, el primer animal del que nos ganamos el favor, lleva un punto más allá nuestras capacidades para escondernos de la vista de los demás: jugando con la barra de vida como medida del tiempo que podamos usarla, esta habilidad nos permite ser invisibles totalmente durante un periodo limitado de tiempo. Revisitar escenarios ya recorridos tiene, así, un doble atractivo: por un lado están los cambios estéticos y de tono, que se diluyen a medida que avanza el capítulo pero no dejan de tener cierta presencia, y por otro los distintos retos y mecánicas que se introducen para poner a prueba nuestra nueva habilidad, como los perros, los únicos que nos pueden ver y hacer saltar nuestra invisibilidad.

Es probable que cualquiera que disfrutara del tercer Assassin's Creed encuentre en el primer episodio de La tiranía del Rey Washington un extra muy interesante, además de un cambio refrescante respecto al ritmo del original. Sobre todo, reconfirma ciertas virtudes del juego sobre el que se sustenta que eran más complicadas de apreciar en la aventura original: unos sistemas de infiltración y combate que dan mucho de sí para aceptar variaciones y novedades, y un mundo arriesgado por diferente a los anteriores pero suficientemente bien pensado como para poder vivir después de su primer vida, para poder albergar más historias que la que ya nos han contado.

8 / 10

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