Análisis de Caos en Deponia
Más y mejor en esta segunda parte de la trilogía de Daedalic.
En los últimos años se ha insistido mucho en que las llamadas aventuras gráficas necesitan una fuerte remodelación. Sin embargo, Daedalic Entertainment, el grupo de programación alemán responsable de títulos notables como The Whispered World apuesta una vez más -y sin prejuicios- por el estilo más clásico del género.
Deponia es en realidad una trilogía de la cual ya hemos recibido con dos entregas, el excelente La Fuga de Deponia y su continuación, el juego que nos ocupa en esta ocasión. Cabe destacar que es prácticamente imposible empezarlo sin haber acabado el primero, porque más que una segunda parte con un nuevo hilo se trata del segundo capítulo de un argumento que ya apuntaba que la historia no iba a acabar con la primera entrega. Ni mucho menos.
Haciendo un resumen muy rápido del argumento, y para recordar dónde nos habíamos quedado podríamos decir que el único anhelo de Rufus, el protagonista, sigue siendo abandonar Deponia, una suerte de vertedero del paraíso terrenal, el Elíseo. En sus planes se cruzan Goal y Cletus, dos habitantes del Elíseo que por alguna razón se encuentran revolviendo entre la basura de este ruinoso mundo. A Goal, la prometida de Cletus, se le ha encomendado la misión de certificar que en Deponia ya no hay vida. Cletus sin embargo, como aspirante al trono del Elíseo tan sólo pretende hacer creer a Goal está deshabitada.
"Si en la primera parte el protagonismo recaía casi únicamente en Rufus, en esta ocasión existe una mayor variedad de eventos, personajes secundarios y escenarios que visitar."
Si en la primera parte el protagonismo recaía casi únicamente en Rufus, en esta ocasión existe una mayor variedad de eventos, personajes secundarios y escenarios que visitar. Ahora Goal forma parte del pensamiento y motivación de Rufus, que sigue empeñado en alcanzar el Elíseo aunque por motivos diferentes a los iniciales. ¿Será realmente así? No todo es lo que parece...
Deponia hace retroceder el modus operandi de las aventuras gráficas hasta casi los tiempos de LucasArts y su maravilloso SCUMM. Existen muchos paralelismos entre Rufus y el protagonista de los Monkey Island,Guybrush Threepwood, tanto en la acidez de su humor como en la influencia que ejerce su personalidad a la hora de plantear y resolver los puzles que toda buena aventura debe tener y por los que al final se la ha de juzgar. Puzles que van desde lo más sencillo hasta acertijos complejos que sin embargo mantienen cierta lógica. A cambio, un inventario sencillo y unas cuantas ayudas como apretar una tecla para marcar los puntos "calientes", o el hecho de omitir ciertos minijuegos si el jugador lo desea.
De los clásicos también se ha tomado el apartado gráfico, dibujado a mano con un diseño que practicamente lo convierte en una película de animación interactiva, una paleta de colores generosa y, eso sí, unas animaciones algo toscas. Comparando con la primera parte apenas hay cambios sustanciales ni en la cantidad de rompecabezas, ni en su complejidad. La versión que distribuye FX está enteramente en castellano en un adaptación de gran calidad, tanto en lo que se refiere a los subtítulos como voces -y hasta los cánticos del narrador que rememoran las gestas de Rufus tras cada acto. El doblaje cuenta además con un interesante reparto formado por algunas voces conocidas de series de televisión. Muy de agradecer el esfuerzo económico que ello supone.
Es difícil valorar si es lícito lanzar un producto inacabado sabiendo que para completar la historia habrá que comprar los tres -el siguiente Goodbye Deponia ya está anunciado-, cuando entre las dos primeras entregas las diferencias son mínimas y el argumento hubiese cabido en un solo juego. Lo compensa el ajustado precio al que nos tiene acostumbrados FX, la genial localización al castellano y que haya sabido recuperar ese sabor añejo de las aventuras gráficas de Tim Schafer o Ron Gilbert. Si te gustó la primera parte no lo dudes, si por el contrario no la has jugado todavía esa debería ser tu primera opción.