Skip to main content

Análisis de Evoland

Evolución estancada.

En agosto de 2012 se celebró el Ludum Dare 24, una competición para realizar pequeños juegos en menos de 48 horas. El tema de esta edición fue 'Evolución'. Nicolas Cannasse enfocó el tema hacia el propio mundo de los videojuegos con una aventura 'meta' cuyo aspecto y gameplay iba progresando a medida que avanzábamos. Ganó el primer premio y recibió una respuesta tan positiva en los meses siguientes que Nicolas decidió realizar una versión ampliada con un equipo más grande.

Evoland trata de reflejar la evolución de los RPG partiendo desde cero: al comienzo tan solo podemos movernos a un lado y tendremos que ganarnos hasta el scrolling de la pantalla a base de abrir cofres desperdigados por el mundo. Ante nuestros ojos empezarán a aparecer los primeros enemigos, NPCs que nos mandan misiones, pasaremos de pelear en tiempo real al combate por turnos, veremos la transición de los distintos tipos de gráficos entre el blanco y negro en 2D a la alta definición en 3D...

Los primeros minutos de juego son los más interesantes, los que nos permiten apreciar la cantidad de progreso que se consiguió dentro de los que solemos englobar como 8 y 16 bits. Aquí Evoland parece tener clara una vocación de documentar una época y un género, pero esa seguridad se pierde al rato con el paso a las 3 dimensiones.

Es una pena que con la gran variedad de RPG existentes el juego se concentre en tan solo cuatro sagas: Legend of Zelda, Final Fantasy, Diablo y, en mucha menor medida, Dragon Quest. Es una aproximación sin ningún riesgo, ya que casi cualquiera que haya tocado un videojuego en su vida alcanzará a pillar todas las referencias. Parece que el miedo a que alguien se quede sin comprender el chiste atenace el progreso del juego, que pasa de puntillas por aspectos básicos del género pero nunca llega a profundizar en ellos, ni trata de ir más allá de recoger un puñado de clichés sobados hasta el extremo y señalarlos con un dedo mientras se ríe de ellos.

Esto es tan solo una parte del problema de base del juego: Evoland no tiene claro qué pretende contar. Al principio parece que pretende ser un recorrido jugable por la historia del género (alternando Action-RPG y turnos), pero al limitarse a los títulos mencionados arriba su propósito no llega a buen puerto. Por el camino se quedan los cambios que introdujeron sagas menos conocidas, los RPG occidentales, los tácticos, apenas deja una pincelada de los MMO en el nivel de Diablo... Todo lo que cuenta sería capaz de sacarlo cualquiera con cierta edad tirando de memoria, sin necesidad de investigar.

This article contained embedded media which can no longer be displayed.

Visto que no nos va a informar demasiado, la atención del jugador recae sobre la parte de comedia. Muchos de los tópicos del género aparecen ridiculizados en un momento u otro: la corta edad del protagonista y su carencia de nombre o motivaciones, la música repetitiva de algunas ciudades, lo aburrido de los combates por turnos aleatorios... No termina de hacer demasiada gracia, como mucho esgrimiremos media sonrisa cuando veamos alguna situación familiar. Al final resulta bastante previsible. Durante los últimos minutos el juego directamente se transforma en un resumen-parodia sin gracia de FFVII con nombres falsos como "Kaeris", "Sid" y "Zephyros" y toca fondo.

Lo que nos queda al quitarle estos dos aspectos es un juego plano que simplifica el gameplay de otros títulos pero no se atreve a explorar por su cuenta más que en una ocasión, cuando encontramos una pequeña mazmorra que se resuelve mediante viajes en el tiempo. Está planteada de una manera tan inteligente que surge la pregunta de por qué Evoland no aprovecha sus referentes así el resto del tiempo. Los combates por turnos son extremadamente sencillos (ni siquiera tenemos puntos de magia) y no suponen un reto; las mazmorras tipo Zelda sí tienen algo más de dificultad.

En apenas tres horas podremos completar la historia principal, con lo que solo quedará encontrar algunos extras como estrellas ocultas en cofres o cartas de un minijuego llamado Double Twin. Un añadido que le puede sumar alguna hora, pero que realmente no llama demasiado porque es posible pasarse el último nivel de Double Twin sin las mejores cartas.

Evoland se queda a medio camino entre el homenaje, la parodia y el documental, sin llegar a explotar ninguna de su facetas. Casi nunca se atreve a intentar evolucionar por su cuenta, pero cuando lo hace demuestra que tiene el potencial para ser algo más grande. Le falta marcarse un objetivo claro y reflexionar sobre el material que tiene para conseguir un juego que no se quede a la sombra de las obras que referencia.

5 / 10

También te puede interesar