Análisis de Exoprimal - El multijugador de dinosaurios que nadie pidió
Galletas dinosaurio.
Resulta difícil encontrar justificación a la decisión de Capcom de lanzar al mercado una propuesta tan extraña como la de Exoprimal. Experimentar y probar cosas nuevas está bien, pero aquí se vislumbra hasta un punto de arrogancia. La firma nipona está en uno de los momentos más brillantes de su historia, y no es que haya tenido pocos, precisamente; prácticamente todos sus lanzamientos de los últimos años han sido un éxito que ha colmado con suficiencia las expectativas tanto de la crítica especializada como del público. Esa embriaguez de confianza lleva inevitablemente a tomar más riesgos, porque de alguna forma, el error está relativamente permitido. Y qué mejor que probar suerte con una idea que, a priori, parece surgida de una noche en la que el sake hizo estragos entre los directivos de la marca: un shooter multijugador en el que enfrentarse a incesantes hordas de dinosaurios. Una suficiencia que quedó patente desde el mismo momento de su presentación, donde, después de que la comunidad lleve años pidiendo una nueva entrega de Dino Crisis, les pusieran el caramelo en la boca enseñando en el tráiler a una chica pelirroja, muy similar a Regina, enfrentándose a estos seres prehistóricos... para que, al final, el respetable se quedase con cara de tonto al ver lo que realmente se estaban trayendo entre manos.
Desde entonces, a buena parte del público se le hace difícil digerir todo lo relacionado con Exoprimal, especialmente a los más acérrimos de la obra creada por Shinji Mikami. Por eso, lo primero que hay que hacer es quitarse los prejuicios de encima, porque es un juego divertido y con mimbres para encandilar. En nuestras impresiones de la beta cerrada ya os contamos que quedamos más satisfechos y sorprendidos de lo que esperábamos. En su versión final esas sensaciones se extienden, pero se arrastra un problema que puede acabar condenando la propuesta: Exoprimal tiene un desarrollo confuso y extraño que tarda en despegar más de la cuenta y que puede acarrear que muchos jugadores dejen el juego aparcado por la monotonía y falta de progreso de sus primeras horas.
Pese a su diseño multijugador, nos encontramos con un progreso que está ligado al desarrollo argumental. Para justificar una narrativa en la que nos llueven dinosaurios del cielo, Exoprimal pone en la mira a Leviathan, una inteligencia artificial que organiza simulacros de batalla contra estos seres prehistóricos para obtener información y, básicamente, tener esclavizados a centenares de exosoldados, porque estas maniobras resultan obligatorias. Al mismo tiempo, formamos parte de un grupo de rebeldes que tratan de socavar información para hacer frente a este ChatGPT maligno, y la historia irá avanzando a medida que vayamos subiendo el nivel de nuestro personaje o mediante pequeñas escenas que aportan información a un lore mejor construido de lo que podemos pensar en un principio, pero al mismo tiempo con tintes de película de serie B, donde por momentos trata de tomarse demasiado en serio a si mismo.
La trama es un acompañante que no molesta y que incluso llega a generar curiosidad con alguno de los giros que tiene, pero aquí se llega atraídos ante la idea de hacer frente a miles de velocirraptores, tiranosaurios y demás fauna con la que acabar para cumplir el cometido. Exoprimal tiene un curioso desarrollo en el que proponen batallas de 5v5 jugadores, con un desarrollo híbrido de un modo llamado “Marea Jurásica”. La primera parte de las batallas son PvE (jugador contra entorno), por lo que tenemos trabajar en equipo para acabar con las hordas de dinosaurios lo más rápidamente posible y avanzar, mientras que, entre fase y fase, la IA Leviathan nos cuenta si vamos más lentos o más rápidos que el equipo rival, que está enfrentándose a las mismas pruebas. No hay que olvidar que, por el camino, Leviathan puede darnos la opción de controlar momentáneamente a un dinosaurio e invadir la partida enemiga para mermar la fortaleza rival y causar un daño considerable. La parte final del combate pasa a ser PvP (jugador contra jugador) y, si bien por momentos seguimos teniendo que cumplir objetivos acabando con las hordas de dinosaurios que nos pone el sistema, al final nos topamos con el equipo contrario, a los que podremos confrontar ya por fin directamente y es donde el juego vive sus momentos más trepidantes y satisfactorios. Da la impresión de que el juego busca en todo momento que las partidas lleguen igualadas a los últimos segundos y que encuentra métodos para sacar su particular caparazón azul y que se iguale la balanza en el caso de las partidas que parecen más claramente decantadas, resultando injusto por momentos.
Al ser una batalla ante el crono y nuestros rivales, resulta vital en todo momento trabajar en equipo. Tenemos varios personajes a nuestra disposición con distintas habilidades y tres clases (Asalto, Tanque y Apoyo). Lo ideal resulta repartir funciones; el juego te avisa si no hay integrantes con algún tipo de exoarmadura concreta, y además tiene la ventaja de que en cualquier momento podemos cambiar de clase o de personaje si lo consideramos necesario para cambiar el transcurso de una partida, poniendo, por ejemplo, mayoría de jugadores tanque si tenemos que defender una base. Esta metodología aporta detalles positivos, pero otros no tanto: en el lado bueno de la balanza tenemos que así se aporta versatilidad, pudiendo cambiar radicalmente la forma de jugar de una partida a otra, ya que lo demás parece no variar en demasía, especialmente en las primeras horas, pero en el lado menos convincente vemos que el juego premia la especialización, e iremos desbloqueando más recompensas y perks cuanto más usemos una armadura, lo que nos aporta una ligera (que no determinante) ventaja. Eso se pierde si tenemos que cambiar en un momento dado si, por ejemplo, nadie quiere seleccionar una clase de apoyo, y ahí toca decidir si ser egoísta y mantener nuestra elección o firmeza o sacrificarse por el equipo para poder tener más cerca una victoria, que además de gratificante de por sí, resulta especialmente importante de conseguir, ya que multiplica la recolección de experiencia para acceder más rápido a las recompensas.
No hay que olvidar que Exoprimal es un título premium, que ha salido a un precio de setenta euros (está, eso sí, incluido en el servicio Xbox Game Pass). Por esa parte, afortunadamente, no hemos encontrado nada que nos haga sentir que es necesario pagar para tener opciones: a medida que cumplimos objetivos nos dan dando Bikcoins, que es como se llama la moneda in-game de Exoprimal, y que nos permite tanto desbloquear contenido estético en forma de llaveros o pegatinas, así como las distintas ventajas que desbloqueamos cuanto más usemos una armadura, que nos aportan desde unos puntos más de salud hasta una mayor cadencia de disparo, modificaciones prácticamente inapreciables en las partidas, al menos jugando a nivel casual. Habría que profundizar más para saber si son claves en la faceta más competitiva, pero eso solo se verá en el largo plazo cuando se explote el meta del juego.
El problema es que, como hemos dejado caer con anterioridad, el mayor lastre que tiene Exoprimal son sus primeras horas. Es curioso, porque en los dogmas a la hora de crear un videojuego siempre son los instantes iniciales los que más impacto tienen que dejar en el jugador, y algunos títulos invierten buena parte de su presupuesto en cuidar esto. Aquí, en cambio, la estructura y el progreso tan deslavazado dejan una confusión constante. En primer lugar, porque inicialmente solo hay un modo de juego, lo que ya de primeras resulta desolador, pero lo chocante es que las partidas no cambian absolutamente nada hasta que llevamos una docena. Es ahí cuando se empiezan a añadir más tipos de dinosaurios, diferentes mapas y más variantes de juego en la parte PvP, así como algún ligero matiz en la parte PvE en momentos concretos. Un progreso que, recordemos, está ligado a la historia, por lo que debemos ir a la base de datos para consultar el esquema, leer los archivos perdidos y poder seguir así avanzando hasta completar el 100%. Parece, como se decía al principio, un exceso de confianza, el dar por sentado que los jugadores van a dar entre ocho y diez horas de beneficio a un título que no avanza prácticamente nada en esa toma de contacto inicial, especialmente en un mercado tan poblado y competido como el de los shooters multijugador, los cuales en su gran mayoría sí recompensan y gratifican con inmediatez. Sin embargo, partir de la veintena de partidas, Exoprimal resulta, sin acercarse ni de lejos a la excelencia, más satisfactorio. Pero para muchos esto quizás sea demasiado tarde, puesto que la primera impresión es la que cuenta.
Al igual que le ocurre a otros juegos como servicio, Exoprimal está excesivamente pensado para el largo plazo (tienen ya previstas tres temporadas), y pronto veremos contenido endgame y más actualizaciones que puedan arreglar las buenas ideas que tiene a pesar de su concepto tan bizarro, pero que están mal planteadas y ejecutadas. Si bien Exoprimal no es el desastre que puede parecer por las críticas de quienes solo han echado un par de partidas, Capcom ha perdido una oportunidad para sorprender. Aunque, claro, no es nada sencillo encestar un triple desde el medio del campo.