Análisis de Fibble
Crytek se lanza a la piscina de las apps.
Me gustan los juegos protagonizados por personajes tan pequeños que hacen que los escenarios parezcan mucho más grandes de lo normal. Fibble es así: en él, un simpático marciano naranja ve cómo su nave se precipita hacia la Tierra por culpa del fatal impacto de una lata de refrescos que orbita, como basura espacial, alrededor del planeta. Quiere la mala fortuna que Fibble caiga en una casa humana, un sitio gigantesco para los de su tamaño, y que además pierda a su tripulación; nuestra misión será encontrar a nuestros amigos y volver a casa sanos y salvos, por mucho que parezca que la Tierra nos queda grande.
Fibble es el primer juego para móviles de Crytek, los creadores del célebre Crysis. No conviene esperarse nada similar a aquel tremendo shooter: en esta ocasión, el arte tiene un estilo muy cartoon, colorista y simpático, muy a tono con su propuesta jugable, muy dirigida a un espectro de público mucho más casual y amplio que sus anteriores juegos para consolas y PC. En lo único que coincide con Crysis es en ser un buen representante de gráficos potentes en sus respectivas plataformas: Fibble es muy vistoso por su dirección artística, pero también por su poderío gráfico, fuera de toda duda.
En lo jugable, estamos ante una mezcla entre el minigolf y el puzzle de físicas a lo Angry Birds. Cada nivel es un circuito cerrado por el que tenemos que rodar, lanzando a Fibble en una dirección y con una potencia concretas, para llegar a la meta en el menor número de lanzamientos; a medida que vamos contando con la ayuda de nuestra tripulación, cada uno con una habilidad concreta, la cosa se va complejizando y se añaden a la ecuación saltos, rampas y el siempre acechante riesgo de salirnos del escenario.
En estas ayudas especiales está todo el peso de la parte de puzzle de físicas del juego: son más imprevisibles y aleatorias, pero también divertidas; funcionan correctamente, nunca del todo mal pero nunca del todo bien. En sus mejores momentos, cuando el diseño del circuito acompaña, son muy divertidas de usar, pero el juego no nos permite en casi ningún momento experimentar: la solución correcta suele estar clara desde el principio, y poco más hay por probar aparte de esa configuración de ayudantes ganadora.
Quizá por no ser su terreno natural, en el que se sienten más cómodos, Crytek parece haber confundido casual con facilón, y Fibble acaba, a pesar de sus altísimos valores de producción y sus intenciones, sin duda las mejores, haciéndose irrelevante en un par de tardes, más o menos lo que tardamos en terminar los treinta niveles. La rejugabilidad se queda coja por lo casi inevitable de conseguir las máximas calificaciones en todos los niveles con una o dos partidas, con lo que sólo queda esperar a una actualización en la que se incluirá un segundo set de niveles, visible pero bloqueado en el menú principal; de momento, hasta por 1,39€ (3,99 en iPad) es dable exigir un poquito más de este tipo de juegos, por muy accesibles que quieran y deban ser.