Análisis de Fire Emblem: Awakening
Una perla de la estrategia.
Lo que más disfruto de Fire Emblem son esos minutos iniciales previos a una batalla. Con el juego pausado puedes tomarte todo el tiempo que quieras para examinar el terreno, inspeccionar qué tipo de enemigos predominan, seleccionar las unidades que vas a enviar, comprobar si éstas llevan equipadas las armas y habilidades adecuadas para ese combate, etcétera. Adoro especialmente que no tengas ningún tipo de cuenta atrás para llevar a cabo todas estas decisiones tácticas, que puedas pensar tranquilamente cuál va a ser tu estrategia. Por descontado, la refriega que viene inmediatamente después es muy importante, pero en esos minutos iniciales se decide media batalla.
Awakening, esta nueva entrega para 3DS y la treceava dentro de la longeva saga de Intelligent Systems, no tan solo mantiene intacto todo este ritual, sino que también se beneficia de algo tan aparentemente poco importante como es la comodidad de disponer de dos pantallas donde repartir todas las estadísticas, numeritos, armas, el mapa del terreno y demás información que constantemente debemos ir consultando. Es algo que ya vimos en los dos juegos publicados para DS, pero que nunca está de más recordar, y es que si los juegos de estrategia por turnos son el mejor de los géneros posibles -porque sí, lo son- es por permitirnos jugar espatarrados en el sofá, porque aquí lo que manda es el coco y no lo hábiles que somos con nuestros dedos, y esta nueva edición es una auténtica delicia a nivel de ergonomía.
También lo es a nivel de presentación, pues a pesar de lo poco dado al espectáculo que es este género, Awakening no escatima recursos a la hora de contarnos su historia de guerra de reinos. Además de unas secuencias de animación de una calidad altísima, el juego cuenta con una banda sonora muy de la vieja escuela, de esas que se esfuerzan en encajar bien en cada momento y que más que desconcentrar casi podríamos decir que ayuda a pensar. Pero si hay algo que destaca de entre todo el envoltorio del juego es el fenomenal trabajo artístico y de diseño de personajes llevado a cabo por Toshiyuki Kusakihara y Kozaki Yusuke, un apartado que bien puede estar a la altura del del monumental Valkyria Chronicles de PlayStation 3.
Porque sí, los personajes son lo más importante en Fire Emblem: Awakening. Como siempre en la saga, gran parte de la gracia reside en que debemos ser muy cautos a la hora de velar por su supervivencia durante las batallas, y es que si caen en combate desaparecen para siempre de la partida -y creerme que es algo doloroso. A diferencia del reciente XCOM: Enemy Unknown, cada uno de ellos cuenta con sus propias líneas de diálogo, una personalidad marcada e incluso un papel dentro de la historia, pero lo que hará que nos encariñemos con ellos es la forma como el juego maneja el concepto de camaradería. La novedad más destacable de Awakening a nivel jugable es la posibilidad de emparejar a los personajes sobre el mismo campo de batalla, de manera que puedan ayudarse mutuamente a base de bonificaciones, desplazarse juntos por el escenario, o incluso relevarse en el caso de que uno haya sido gravemente herido. Si lo hacemos, a la larga se crea un lazo emocional entre ellos que se traduce en bonificadores de combate que pueden sernos de gran ayuda a nivel táctico. Pero hay más, porque aquí hay tomate...
El vínculo entre los cerca de 40 personajes disponibles aumenta progresivamente a medida que luchan juntos o hablan y se relacionan en el cuartel, pero alcanza su punto máximo cuando acaban casándose y teniendo hijos que combinan las habilidades de ambos. No es una mecánica que marque demasiado el desarrollo de juego ni tampoco es nueva, según leo en el siempre fantástico Iwata Asks se inauguró en Fire Emblem: Seisen no Keifu para Super Famicom, pero sigue aquí presente y vendría a representar la culminación -a la que por cierto solamente pueden llegar dos personajes de sexos opuestos- de lo que decía cuando me refería a que Awakening lleva un poco más allá lo que es la relación emocional entre los personajes.
Sin embargo, no hay que olvidar que el más perjudicado por la muerte permanente siempre será el jugador, y es por eso que no es de extrañar que la actitud más habitual del usuario medio de Fire Emblem pueda resumirse fácilmente con un '¡aquí no muere ni Dios!' -o al menos así es como intento jugar yo. En otras palabras, no me importa reiniciar una misión que tenía prácticamente acabada tras jugar una hora si con ello evito que maten a uno de los personajes. Es en estos momentos donde mejor se aprecia el grandísimo trabajo de progresión que hay detrás de las 25 horas que puede durarte el juego, un aprendizaje continuo (acompañado de un tutorial perfecto integrado en la campaña) que logra que cada crítico, cada nivel que subes, cada muerte que evitas por unos pocos puntos de salud, o cada nueva arma que encuentras, sean siempre algo emocionante.
"Cada crítico, cada nivel que subes, cada muerte que evitas por unos pocos puntos de salud, o cada nueva arma que encuentras... Casi todo en Fire Emblem: Awakening es siempre algo emocionante."
Quizás chirríe un poco la cantidad de tiempo que el juego se toma a menudo en explicarnos su argumento, que es tan japonesa como excesiva, o por otro lado, que la mayoría de misiones acaben consistiendo simplemente en eliminar a todos los enemigos del nivel, algo que hace que todo se sienta algo repetitivo; pero afortunadamente el juego se la apaña para que su longeva campaña nunca llegue a ser aburrida. Más allá de que su esquema básico de RPG táctico siempre representa un reto -en gran parte gracias a una dificultad muy bien calculada en cada uno de sus 3+1 niveles- las misiones opcionales logran apartarnos un poco de la historia, van un poco más al grano en cuanto al argumento, son una forma ideal de reclutar a nuevos personajes, y encima consiguen disimular muy bien lo que no deja de ser una forma sutil de subir el nivel de nuestros personajes.
Al final, el gran objetivo que buscan este tipo de juegos es ofrecer un nivel de profundidad que a partir de una infinidad de micro-decisiones logre dar forma a una partida única, algo que el jugador sienta como propio. Esta nueva entrega no tan solo lo consigue con creces, sino que perfecciona una fórmula que lleva puliéndose desde hace veintitrés años. El sistema de clases y de personalización de personajes es tremendamente flexible, algo que unido a la nueva mecánica de emparejamientos y a los excelentes valores de producción convierten a Fire Emblem: Awakening en una de esas perlas imprescindibles de 3DS.