Análisis de Gravity Circuit - Un gran sucesor espiritual de Mega Man
Jump´n Punch Man.
Conforme un medio crece, es inevitable que ciertas obras tengan mayor calado que otras. Y aunque no siempre es así, lo más habitual es que sean los pioneros de una propuesta quienes primero nos vengan a la cabeza cuando esta se menciona. No se puede hablar de shooters en primera persona sin pensar en id Software, Wolfenstein y Doom, así como no se entiende el género de las plataformas sin Miyamoto y Mario. No obstante, hay un héroe robótico - aunque en algunas portadas parezca sólo El Altísimo sabe qué - cuyo legado se extiende a lo largo de múltiples entregas y sagas, que ha saltado tantas o más plataformas que nuestro querido fontanero y que ha inspirado a otros muchos desarrolladores. A estas alturas se puede afirmar con confianza que Mega Man nunca alcanzará el estatus cuasi-místico de los Mario Bros., pero su importancia dentro de la industria del videojuego es incuestionable.
De ahí que aún hoy, en pleno 2023, sigan apareciendo videojuegos que siguen su estela. Uno de ellos es, claro, Gravity Circuit.
Desarrollado por Domesticated Ant Games, Gravity Circuit no tiene ningún reparo en jugar con las cartas boca arriba y encima de la mesa. Aspirando a ser un sucesor espiritual de nuestro querido Jump ́ n Shoot Man (porque eso es todo lo que hace Mega Man, saltar y disparar), hay, sobre todo, una clara intención de avivar y actualizar el género de los plataformas de acción.
La historia es lo de menos en un título que se despacha sin contemplaciones este apartado señalando que una vieja amenaza, el Ejército Vírico - unos robots muy malos -, quieren conquistar el mundo y nuestros antiguos compañeros - los demás Circuits - nos traicionan y se pasan a su bando. Esta sencilla premisa basta para cimentar el clásico esquema visto en (casi) todos los Mega Man habidos y por haber, por el cual seleccionaremos una localización y la recorreremos enfrentándonos a mil y un peligros, evitando abismos, pinchos con malas intenciones y androides con peores intenciones aún. Si somos capaces de no perecer en el intento, uno de los traidores robots que una vez fueron nuestros aliados nos esperará para que nos enfrentemos en duelo singular. Cuando la gloria y la victoria se impongan, arrebataremos el circuito que les otorga sus habilidades y volveremos a la base. Y así hasta que acabemos con todos ellos.
Como ya habréis deducido, Gravity Circuit guarda tras sus remaches bastante más de lo arriba descrito, porque de lo contrario bien podría cerrar el texto aquí con “entretiene pero no aporta nada nuevo”, dejarlo sin sello y permitir que continuemos alegremente con nuestras vidas.
Sin embargo, lo cierto es que Gravity Circuit se permite el lujo de revisar y actualizar, en la medida de lo posible, la casi monolítica estructura de sus títulos de referencia para intentar ofrecer una obra accesible a los no iniciados en los plataformas de acción mientras que, al mismo tiempo, introduce elementos que llamen la atención de los más veteranos. Y algún otro que navegue entre esas dos aguas. Porque nuestro héroe tiene un sospechoso parecido a Kamen Rider, y su pixel art - y, por extensión, todo el diseño artístico del título - juega a hacernos creer que Gravity Circuit podría pertenecer a una época de la que está muy alejado. Su paleta de colores, apagada y que se resiste a salir de tonos planos y básicos, emula épocas pasadas no sin cierto éxito, pero es la convivencia con efectos, explosiones varias y, sobre todo, animaciones, la que hace que Gravity Circuit se revele como lo que es: un título moderno.
Y lo es, además, no sólo por esos detalles técnicos sino por implementar una jugabilidad y un desarrollo acompasados a los tiempos que corren. Que nuestro héroe prefiera el combate cuerpo a cuerpo en vez del disparo propio de Mega Man imprime una dinámica muy reconocible a Gravity Circuit pero no deja de caer en el ámbito del detalle si lo comparamos con mecánicas como el gancho o los puntos de guardado que pueblan todos los niveles. Y es que, de principio a fin, la intención de Gravity Circuit es ofrecer una aventura al estilo de, pongamos, Mega Man X en la que la acción no se resienta lo más mínimo. De ahí que contemos con los ya mencionados checkpoints, no exista un contador de vidas o nuestro progreso no se vea frenado en seco por rozar una malencarada formación de pinchos o dar con nuestros tornillos en un abismo. En estos casos, tocará pagar la correspondiente multa de vida y repetir un variable tramo del nivel, pero la ausencia de muerte automática aliviará la carga de unas plataformas y un diseño de niveles que pisa progresivamente el acelerador y está cargado de mala uva en sus tramos finales.
Por una senda similar discurre un combate que, como ya apuntaba un poco más arriba, intercambia el plasma por los puños. No obstante, la multifuncionalidad de nuestro gancho juega un papel fundamental a la hora de mantener el ritmo de la acción y contrarrestar las pérfidas ubicaciones y ataques de nuestros enemigos. Si bien podremos atacar a los robots que nos salgan al paso hasta el punto de sobrecargarlos y hacer que exploten, también podremos decidir noquearlos, engancharlos y arrojarlos contra otros que interrumpan nuestro progreso haciendo gala de potencia y puntería. No siempre será así, claro, puesto que habrá veces en las que las circunstancias nos obligarán a actuar rápido, en otras erraremos el tiro y en otras, simple y llanamente, nuestro objetivo estará lejos de nuestro alcance. Aún y así, también podremos llevarnos nuestro enemigo/proyectil de paseo hasta que nos aburramos, le encontremos utilidad o los accidentes del terreno nos obliguen a deshacernos de él. Lo que ocurra antes.
Y aunque tendremos que practicar un poco para dominar estas divertidas competencias, Gravity Circuit las llevará incluidas de serie. Para habilidades al gusto del jugador como el doble salto, adherirse por las paredes y ampliar nuestra capacidad de energía y vida tendremos que engrasar bien nuestras juntas y recorrer a fondo unos niveles llenos de recovecos, estancias secretas y rehenes que rescataremos para desbloquear esas y muchas otras habilidades. Ahora bien, nuestro héroe sólo podrá equipar tres chips de habilidades y cuatro ataques especiales, lo que nos lleva a tratar, de forma inevitable, el tema de los jefes finales. Gravity Circuit se desmarca, con intención, de la clásica dinámica megamaniana que nos permite estamparnos con los distintos jefes finales hasta que averiguamos cuál es el primer incauto al que tenemos que arrebatarle su arma característica y da comienzo el baile de los puntos débiles y el aumento del arsenal. Gravity Circuit sí que retiene, por pura coherencia con su propuesta, la libertad de elegir el orden en el que encararemos los niveles iniciales pero los duelos que nos aguardan tras sus maremágnum de plataformas y robotillos se mantienen desafiantes e interesantes gracias al escaso peso que tienen las habilidades especiales que adquiriremos -previo pago, eso sí- tras completar cada nivel.
Gravity Circuit es, en resumidas cuentas, una prueba más de que hay vida más allá de nuestro robot azulón favorito. Mientras Capcom sigue indecisa sobre la dirección que tiene que tomar uno de sus personajes más longevos, los desarrolladores independientes siguen insuflando vida a un género lleno de posibilidades. La introducción de nuevas mecánicas y la actualización de ciertas dinámicas demasiado encorsetadas hacen de Gravity Circuit un plataformas de acción divertido y fresco, perfecto para veteranos y novatos por igual. Pero no por ello exento de fallos. Una dificultad desigual en ciertos niveles o el abrupto ascenso de la misma en el tramo final son detalles que pueden poner en jaque incluso a los más curtidos en estas lides. Eso sí, nadie dijo que los plataformas de acción fueran sencillos.