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Análisis de Hora de Aventuras: ¡Explora la Mazmorra Porque Yo Paso!

Subtítulo premonitorio.

Hablemos un poco de Hora de Aventuras: esta serie animada de Cartoon Network lleva ya cinco (o seis, según la numeración a la que queramos hacer caso) temporadas en antena siendo, si no uno de los mejores show televisivos actuales (que lo es), sí uno de los mayores despliegues de imaginación y originalidad que quien esto escribe haya sintonizado nunca en ningún canal. A lo largo de sus más de cien episodios, la serie de Pendleton Ward no ha dejado de crecer y crecer. En sus tramas disparatadas hay espacio para multitud de referencias pop, para un descacharrante sentido de la animación, para ignorar por completo la idea tradicional de moraleja, para aproximaciones laterales a temas como la madurez, el sexo en la tercera edad, el miedo a la enfermedad o a envenenadas relaciones paterno filiales y, sobre todo, para una infinita capacidad para no dejar de molar ni un solo segundo. Hora de Aventuras es una serie que fundamentalmente va sobre petarlo. Todo el rato. Y no se cansa de recordárnoslo todas las semanas.

En ¡Explora la Mazmorra Porque Yo Paso!, el segundo juego sobre la serie realizado por WayForward, no hay, sin embargo, ni rastro de todo este huracán creativo.

Desde luego, el proyecto no nació con la intención de convertirse en el negativo del producto que adaptaban. De hecho, la idea de convertir las andanzas de Finn y Jake en un dungeon crawler parecía una apuesta casi segura. En episodios excelentes como Dungeon o Dungeon Train -donde un Finn obsesionado con mejorar su armadura es incapaz de escapar de una mazmorra infinita y detener la orgía de botines y upgrades-, la serie ya había mostrado orgullosa la influencia de la fantasía medieval, de Dungeons & Dragons y de la tradición interactiva de rougelikes, por lo que un viaje de vuelta hacia el referente original parecía tener no sólo todo el sentido del mundo, sino que contaba ya con una base desde la que construir un juego afortunado. Pero será mejor dejarlo claro cuanto antes: el resultado final está muy lejos de las buenas intenciones con la que pudo haber nacido el juego. No hace falta pasar demasiado rato con el mando entre las manos (o, según el caso, con la portátil) para darnos cuenta que toda la excitación que genera ver un episodio de Hora de Aventuras ha sido sustituida por apatía, la sorpresa constante por la experiencia anodina y lo volcánico por lo mediocre.

"No hace falta pasar demasiado rato con el mando entre las manos para darnos cuenta que toda la excitación que genera ver un episodio de Hora de Aventuras ha sido sustituida por apatía, la sorpresa constante por la experiencia anodina y lo volcánico por lo mediocre."

Con Hey Ice King, Why'd You Stole Our Garbage?!!, el primer título para Nintendo DS y 3DS (nunca comercializado en Europa) sobre Hora de Aventuras, tampoco podemos decir que WayForward consiguiera un clásico instantáneo, pero su remedo de Zelda II: The Adventures of Link, aunque algo carente de atrevimiento, sí que consiguió manejar con buen gusto la licencia y su estructura de juego estaba lo suficientemente bien armada como para hacerse disfrutable no solo para los fans, sino también para quien cayera por primera vez en las tierras de Ooo. ¡Explora la Mazmorra Porque Yo Paso! (agorero subtítulo) supone un doloroso paso atrás con respecto a ésta primera aproximación al serial animado. Justo en el momento en el que cabría esperar una mayor soltura de la empresa californiana en su relación con la franquicia, se sacan de la manga un Gauntlet completamente hueco y famélico que nunca es capaz de decidir que rumbo tomar: como rougelike de la escuela Diablo es superficial; como mazmorreo arcade es moroso y falla en hacer atractiva la repetición de sus mecánicas jugables.

Quien espere disfrutar de una evolución constante de personajes, conseguir objetos poderosos a cada nuevo nivel y obtener placer por limpiar de demonios cada mapa, es posible que prefiera ir moderando sus expectativas, pues mejorar las estadísticas de cada uno de los ochos personajes controlables pronto se revela como una actividad vacía de interés. La tarea de conseguir tesoros suele suponer un esfuerzo que excede con mucho las satisfacciones que obtenemos cuando los canjeamos por subidas de stats u objetos. Ni los ochos personajes controlables, ni la treintena de armas secundarias, ni los medallones de habilidades suponen un incentivo. Son una mera ilusión de variedad que nunca llega a conseguir convencernos de que sí, de que debe ser interesante probarlos todos y ver sus efectos porque, en realidad, todo en ¡Explora la Mazmorra Porque Yo Paso! se siente igual. Los mismos niveles, los mismos enemigos, los mismos ataques, las mismas habitaciones hora tras hora de juego. Hay pequeños cambios, por supuesto, variaciones, introducción de un nuevo skin de escenario, de un arma que escupe pedos de dragón o la posibilidad de jugar con personajes como el Rey de Hielo que cuenta con un ataque a distancia y puede sobrevolar pozos, pero al juego nunca puede evitar zafarse de una poderosa sensación de agarrotamiento que acaba por devorarlo todo.

Gauntlet, el juego en el que sin duda se mira con más fuerza esta nueva entrega interactiva de Hora de Aventuras, se trataba también un juego muy repetitivo y eso no le impidió convertirse en toda una referencia. No obstante, si nuestra idea es encarar ¡Explora la Mazmorra Porque Yo Paso! como si fuese una recreativa ochentera de Atari, tampoco estamos de suerte: la emergencia, el diseño de niveles como laberintos imposibles o el ritmo furioso que imprimían las hordas de enemigos en el arcade clásico son elementos que el estudio californiano tampoco ha conseguido imprimir a un juego caracterizado por la falta de ritmo y el estatismo.

"Los mismos niveles, los mismos enemigos, los mismos ataques, las mismas habitaciones hora tras hora de juego."

Con este planteamiento aguado, WayForward se ha puesto a sí misma en una lose-lose situation. Da igual de qué manera quieras introducirte en el juego: no hay una opción buena.

A este descalabre tampoco ayuda la decisión de no incluir un modo de cooperación online, probablemente un modo de juego que habría dado algo de esplendor a este título. Sin embargo, si queremos introducir algo de dinamismo a la plana unimazmorra del juego, Hora de Aventuras nos obliga a volver a tiempos de Nintendo 64, cuando disfrutar de un multijugador suponía buscar cuatro mandos de control y cuadrar agendas de cuatro amigos.

Resulta descorazonador observar este resultado final. Cuando se cuenta con una licencia a la que se le adivinan tantas posibilidades como Hora de Aventuras y viendo el mimo que Cartoon Network y el propio Pendleton Ward ponen en todo el merchandising oficial que se publica sobre su criatura (yo mismo soy el orgulloso poseedor de los cómics, la enciclopedia y el álbum de cromos y doy fe de ello), tal vez no debemos conformarnos con un juego tan aburrido, tan abocetado y que rezuma tanta desgana.

4 / 10

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