Análisis de Jurassic Park: The Game
Víctima de la nostalgia.
Hace muchos períodos geológicos, concretamente en 1993, se estrenó en los cines una película que provocó una extinción masiva. Como si de un meteorito del tamaño de Manhattan sobre la Península de Yucatán se tratase, eliminó de todo tipo de metrajes el uso de muñequitos en stop motion y de relámpagos dibujados con Paintbrush. A partir de entonces, cualquier película que tuviera la intención de ser candidata a un premio de la Academia de Hollywood por mejores efectos especiales tenía que vérselas con sistemas informáticos, motores gráficos y modelos en 3D.
Como efecto colateral, también aparecieron nuevas especies. Principalmente, la de chavales con supuestos conocimientos paleontológicos que sabían distinguir un T-Rex de un Velocirraptor. Parece que algunos de esos chavales trabajan ahora en Telltale Games y han creado el presente objeto de análisis.
Jurassic Park: The Game es una secuela directa de esa película rodada cuando los dinosaurios poblaban la Tierra (más directa que la segunda entrega de la saga, El Mundo Perdido: Jurassic Park). La historia sigue la fortuna y el destino de los embriones de dinosaurio metidos en un falso aerosol de espuma de afeitar cuyo robo provocaba el desastre en el homónimo parque situado en la ficticia isla costarricense de Nublar. En este caso, el protagonismo recae en seis personajes sin ninguna relación aparentemente directa con los vistos en la saga cinematográfica.
No se puede negar el detallismo ofrecido por el equipo de Telltale Games y su conocimiento de la película original, llegando incluso a discutir el realismo de la obra cinematográfica o incluso de las situaciones vividas dentro del propio juego para mantener su fidelidad con el "universo canónico". Pero pocas más virtudes se pueden encontrar en el juego si exceptuamos la pegadiza banda sonora del omnipresente John Williams.
A pesar de ser una aventura gráfica, el gran vehículo que mueve su jugabilidad son los QTE
A pesar de ser una aventura gráfica, el gran vehículo que mueve su jugabilidad son los QTE (Quick Time Events) que inevitablemente recuerdan a Heavy Rain. Pero de forma completamente opuesta a éste, las decisiones que lleguemos a tomar afectan de forma mísera a la historia. A lo máximo nos dificultarán algún mini-juego (si así se puede llegar a llamar lo que cualquiera sería capaz de hacer para evitar ser comido por fósiles clonados del Cretáceo). Además, la mayoría están implementados de forma poco intuitiva a nuestra percepción, o directamente son imposibles de predecir. Eventualmente, acabas pulsando todas las teclas direccionales para superar muchos de estos QTE, algo que supongo que no era la intención de Telltale al usar este sistema.
Por otra parte, y seamos sinceros, la película original no daba dos centavos por el argumento. Era una mera excusa para satisfacer las ganas que tenía el público de entonces de ver de la forma más real posible algo tan fantástico como dinosaurios en el Holoceno. No es que el motor gráfico del juego no sea el mejor (que no lo es), pero recrear informáticamente una obra siguiendo esta línea tiene poca justificación. ¿Quién puede estar interesado en ver un tiranosaurio o un mosasaurio en un mundo como el de los videojuegos, donde ya se ha visto prácticamente de todo? Y eso incluso teniendo en cuenta lo bien animados que están -de los diferentes depredadores que aparecen, el peor animado es, curiosamente, la raza humana.
Y siguiendo con el tema de la historia original, el juego no revoluciona en ese aspecto. A pesar de algunos giros argumentales, el guión sigue siendo, en esencia, como cualquiera sacado de los metrajes en el que bicho "X" come desvalidas víctimas humanas, y la mala suerte vivida por los protagonistas al enfrentarse a bípedos pre-aviarios llega a extremos enfermizos. Además, por el hecho de jugar con varios personajes, cuesta identificarse con alguno de ellos, y eso provoca que el desenlace final provoque cierta indiferencia.
La nostalgia puede ser una poderosa arma, pero también se puede escapar de las manos si nos dejamos llevar por ella
Sería injusto descalificar todos los puntos del juego porque, como amante de las aventuras gráficas, algunos de los conflictos que se plantean se resuelven al estilo de este género de los videojuegos. Ya sea recordando datos ya aparecidos previamente, engañando a los interlocutores en los diálogos, o interactuando con todos los objetos que se nos ponen delante, nos encontramos con los clásicos rompecabezas de este tipo de juegos. Lamentablemente son pocos en cantidad y en originalidad y, en definitiva, su pequeña intrusión no compensa los defectos de los otros elementos de la jugabilidad.
Es una lástima porque Telltale Games ha demostrado con creces que, con productos como Tales of Monkey Island o Back To The Future, la nostalgia puede ser una poderosa arma con la que crear productos de ocio informático como los que nos gustan y recordar de dónde proviene uno de nuestros hobbys, pero también se puede escapar de las manos si nos dejamos llevar por ella. En el caso de Jurassic Park, sólo lo recomendaría a esos chavales del año 1993, fanáticos de la Industrial Light & Magic, que tras jugar a Heavy Rain pensaban en como mostrar de forma práctica si era más feroz el velocirraptor o el deinónico.