Análisis de Luigi’s Mansion 2 HD - Más cerca del tres que del uno
Luigi’s Mansion 2.5.
Si algo se le ha valorado siempre a Nintendo es su maestría a la hora de trabajar los géneros puros. A fin de cuentas no es extraño porque hablamos de la compañía que inventó muchos de ellos, pero parte del precio de ese clasicismo son sus reservas a la hora de ir más allá: puede que Miyamoto sea uno de los pocos creadores en esta industria a los que nunca hayamos oído presumir de pushear ningún boundary, porque su receta siempre ha sido tener esos boundaries más que claros, hacerse fuerte allí dentro y seguir sacándoles jugo y vueltas de tuerca más de 20 Marios después. El hardware es otro cantar, pero a la hora de diseñar juegos Nintendo y zona de confort son sinónimos, y quizá por eso jugarlos se sienta como estar en casa. Incluso las incorporaciones más recientes a su exclusivo y casi inalterable catálogo de franquicias se ajustan a su manera a los géneros más canónicos: Splatoon es su reinterpretación del shooter multijugador, Arms es en esencia un juego de lucha uno contra uno, e incluso marcianadas como Ring Fit Adventure no pueden escapar de la influencia del JRPG más elemental. Y eso es lo que hace a Luigi 's Mansion especial.
Antes de que nadie proteste, lo obvio: sí, es evidente que Mikami y Resident Evil son una influencia troncal en la serie, y que en cierto modo las aventuras del timorato hermano de Mario perdido en una mansión encantada son al survival horror lo que Splatoon es a Quake: una versión colorida y para todos los públicos de un género incompatible con el enfoque familiar de Nintendo que sin embargo plantea, en lo mecánico, demasiados hallazgos como para que la compañía de Kioto pudiera resistirse a probar suerte. Como digo esto es más que evidente y ya se ha escrito demasiado al respecto como para aportar demasiado al debate, pero creo que hay un factor que solemos olvidar aquí: Luigi’s Mansion es un survival horror, sí, pero no es en absoluto un juego de género puro, porque su fuerza, su carácter y su interés están precisamente en el mestizaje. En la mezcla. En la combinación, con aspiradoras y a lo loco, de tres pilares fundamentales.
Los dos primeros ya estaban aquí desde el original de Gamecube, y por eso creo que no tiene mucho sentido detenerse demasiado: el survival horror es la mansión, ese laberinto de llaves y puertas tan amenazante en lo estético como enrevesado en lo estructural, y el slapstick es Luigi. Y de ahí que el juego, que la saga, sean una rara avis que sobre el papel no debería volar, porque Resident Evil basaba su encanto en ser incómodo, desagradable y cabrón, y Luigi 's Mansion es una comedia. Es un tono de chufla constante que como digo se centra en todo momento en nuestro protagonista, un tipo superado por las circunstancias y extremadamente patoso que en esta segunda entrega se ve envuelto en un enredo que a todas luces le viene grande: recuperar los fragmentos lunares que el Rey Boo ha hecho añicos con su corona. El argumento no va mucho más allá, ni falta que hace. De hecho diría que su simplicidad es un punto a favor, por lo que tiene de desenfado y porque tiene su cierta coña que los acontecimientos en sí parezcan traerle sin cuidado al propio Luigi, poco más que un mandao que se limita a cumplir a regañadientes los encargos cada vez más estrafalarios del Profesor Fesor y a intentar no hacerse caquita por el camino. Luigi no es un héroe, ni tampoco un superviviente: es un pringao, y por eso resulta tan fácil sentirse identificado.
La gracia del asunto, porque la tiene y mucha, es su manera de transmitir todo esto de forma absolutamente visual, porque aunque el juego tenga diálogos no importan en absoluto. La verdadera chicha, insisto, está en Luigi, en sus respingos, en sus sofocos, en su manera de caer de culo cuando una pared giratoria le transporta a otra habitación o en su resignación al musitar “here we go” cuando toca arrojarse desde un balcón amarrado a una liana de aspecto realmente insalubre. Pensad en McLane saltando del Nakatomi, pero sobre todo pensad en vosotros mismos recibiendo ese email con una reunión urgente un viernes a punto de dar las cinco. Creo que pocas cosas me han hecho una gracia más sincera que la expresión de Luigi encogiéndose de hombros cada vez que el Profesor le informa por el intercomunicador de que la princesa está en otro castillo y que este finde toca pringar. I know that feel, bro.
El tema es que todo esto estaba en el original, sí, pero no de esta forma. Y es lo que más maravilla de este remaster, una finura a la hora de manejar la animación como herramienta narrativa y unos valores de producción que lo emparenta de manera mucho más directa con su imprescindible tercera entrega que con el tímido experimento que fue el Luigi 's Mansion original. Hay mucho aquí de esa voluptuosidad, de esa frescura, de ese aspecto de película de animación pasada de rosca que no se achanta a la hora de plantear decenas de pequeñas comedias físicas cada vez que toca no ya desenrollar una alfombra misteriosa o tirar del mantel de un salón comedor, sino encontrarse de frente con un fantasma pianista o un trío de espectros presumidos que se protegen con sus espejos de los fogonazos de nuestra linterna. Y por eso hablaba de slapstick: los tropiezos de Luigi, sus resbalones, sus desesperados ascensos en globo o las tropelías de los alocados fantasmas perderían toda la gracia si obedeciesen la lógica y se limitasen a un corta pega. Pero Luigi’s Mansion 2 no se repite nunca.
Digo Luigi’s Mansion 2, sin la coletilla HD, porque eso es lo sorprendente: que más allá del refrescante lavado de cara (literalmente el salto a la alta definición, lo que promete literalmente el título), este remaster aporta muy poco de su cosecha, y todo lo que menciono ya estaba allí en 2013, hace once años, en un tímido cartucho de 3DS. Incluso en lo gráfico impacta que el original fuera así de sobrado, porque el festín visual que nos espera aquí tiene que ver con mucho más que una cifra de píxeles: está en la arquitectura imposible de las estancias, en las coreografías de los fantasmas y en esa cualidad de las texturas que tan difícil resulta de explicar, porque Luigi’s Mansion 2 es un juego que casi puedes tocar. Quizá tenga también que ver con que de hecho puedes hacerlo; en sus estancias todo es físico, todo es reactivo, todas las cortinas se pueden correr y todas las mamparas ocultan algo. También es un juego lleno de secretos, y esa luz oscura con la que podemos equipar la linterna para revelar puertas que no parecían estar ahí o cuadros que podrían ocultar una nueva llave puede convertirse en una obsesión si nos dejamos llevar por unas ansias de exploración siempre recompensadas. Cada estufa traquetea pesadamente si la tocamos, cada cajón puede ocultar lingotes de oro o algo peor, cada planta puede crecer si averiguamos cómo conseguir agua. Es un juego divertidísimo.
Pero ahí está la clave. En averiguar cómo llenar ese cubo de agua o en prenderle fuego a una tela de araña que cuelga de un ventilador sin que ese charco inoportuno la apague, porque hablábamos al principio de mezcla de géneros, y si algo aporta esta segunda entrega a la saga es uno en concreto: la aventura gráfica. La aventura gráfica tradicional. Un point and click a la Lucas que funciona sin ratón ni teclado pero conservando exactamente la misma mala intención a la hora de plantear puzzles en cadena que, además, se benefician enormemente de la lógica torcida y socarrona del juego, porque Luigi’s Mansion 2 es, quizá también por el lugar en el que se desarrolla, mucho más Day of the Tentacle que Fate of Atlantis. Es una comedia, de nuevo, y sus rompecabezas también lo son, así que toca tirar de pensamiento lateral si quieres esa última pieza del ventilador, porque solo tienes un cubo y un cortacesped. Pero si todo esto os suena demasiado denso, no temáis: otro de los milagros del juego está en su estructura.
En su estructura y en su duración, porque ante las críticas que recibió esa voluntariosa primera entrega que sin embargo marcaba un crono final cercano a las cinco horas, Nintendo respondió con la cuadratura del círculo: un juego mucho más grande, mucho más ambicioso y muchísimo más variado que sin embargo se adaptaba mucho mejor a las partidas cortas y a las sesiones de juego casual que pedía una consola portátil. La receta fue romper con Resident Evil al menos en parte, y plantear no una, sino hasta cinco mansiones temáticas que funcionaban internamente como unidades, pero también de forma instanciada. Así, en lugar del , rompecabezas a gran escala que implicaba avanzar por la mansión del original encontrando llaves y desbloqueando puertas, lo que nos pide en esta ocasión el Profesor Fesor es embarcarnos en hasta cinco encargos más contenidos en cada uno de estos cinco destinos, resultando en un total teórico de veinticinco misiones individuales, al menos sobre el papel. Recordad, es un juego con muchos secretos y con aún más sorpresas.
Y funciona. Funciona porque hablamos de lo mejor de dos mundos, y de encargos que pueden resolverse en ocasiones en quince o veinte minutos si no te atascas, pero también de una arquitectura compleja que se va desvelando misión a misión y se apoya en los avances de encargos pasados para permitirte acceder a un ala nueva o desbloquear la puerta que lleva a la biblioteca. Progresar exige estar atento y conocer la mansión como la palma de tu mano exactamente igual que lo exigía en el primer Luigi 's Mansion, pero ahora puedes resolver el problema con la bomba de agua del sótano en un solo viaje de metro. Es, a nivel estructural, una especie de eslabón perdido entre la mansión interconectada del uno y la estructura lineal de pisos y niveles estancos del tres, y en mi opinión en el punto medio está la virtud.
De hecho, si no me atrevo a situar a este Luigi 's Mansion 2 HD a la altura del broche final de la trilogía es precisamente por su condición de remaster y por lo poco que aporta de su cosecha. Probablemente si tocase evaluar al original de 3DS cambiarían las tornas, pero aún así hay un detalle crucial que no puedo obviar: el asunto del control, uno de los puntos negros de una versión, la de 2013, mucho más ambiciosa en cuanto a planteamiento mecánico de lo que su hardware permitía desarrollar con comodidad. Como tantos otros títulos, pero quizá de manera especial, Luigi’s Mansion 2 fue víctima de la inexplicable decisión de Nintendo de negar un segundo stick a una consola enfocada precisamente a las tres dimensiones, y los que no lo jugáseis en su día podéis figuraros el follón que implicaba esto en un juego no ya de movimiento libre, sino basado en apuntar el chorro de una aspiradora en 360 grados.
Como un dual stick shooter al que le han amputado el segundo stick, el juego nos pedía, y nos sigue pidiendo, esquivar los proyectiles que nos arrojan en dirección diagonal mientras caminamos hacia atrás intentando contrarrestar el arrastre de un fantasma al que hemos atrapado disparando un flash de linterna y una fracción de segundo después apuntando el aspirador al techo, con lo que no hay que subestimar la posibilidad de poder hacer todo eso sin tener el pulgar derecho de adorno. Solo por eso, solo por disfrutar de un esquema de control que sigue siendo más complejo que la media en Nintendo pero que por fin no supone una inmensa mancha negra justo en donde la gran N jamás debería fallar, creo que es razonable hablar no ya de la versión definitiva de un clásico, sino de una encarnación que por fin puede hacerle hace justicia. Vais a seguir fallando de manera lamentable, sin duda, y es probable que la mitad de vuestros intentos de captura ectoplásmica acaben succionando por error la cortina del baño, pero al menos esta vez será culpa vuestra. Tranquilos. El juego va exactamente de eso.