Análisis de Need for Speed Most Wanted
Una clase magistral de cómo diseñar un juego de coches.
Criterion lo consiguió con Burnout Paradise, creó un nuevo estándar para los arcades de conducción que marcaría el devenir del género. Es verdad que ya existían juegos con mundos más o menos abiertos pero Paradise redondeó la fórmula y añadió un multijugador a medida para la filosofía de aquel juego. Ahora Criterion ha combinado aquella visión de cómo debía ser un arcade de coches con la marca Need for Speed; coches reales, persecuciones policiales, algo de personalización… ¿no pinta mal, no?.
La filosofía del juego es evidente y sencilla: corre todo lo que puedas y líala aún más. Cuando vemos una rampa al filo de un barranco no la evitamos, cogemos carrerilla para lanzarnos lo más lejos posible. Nos da igual lo que le ocurra al coche, ya pasaremos por una de las numerosas gasolineras para repararlo y repostar en un segundo, sin tiempos de carga ni nada. No nos importa que nos persiga la policía por ir a demasiada velocidad. Los buscamos para provocarlos y, si vemos la oportunidad, los empujamos por aquella rampa para que caigan al vacío. Aparecen de vez en cuando si nos ven hacer alguna fechoría, y es muy entretenido tener que perderlos de vista. Cada vez se enfurecen más y recurren a trampas más peligrosas...
Esto es el nuevo Most Wanted, el desenfreno en mayúsculas. En esta ocasión Criterion ha creado un juego más de velocidad y menos de cochazos -por llamarlo de alguna manera-. Paradise se centraba en el caos y en el descontrol más absoluto; los coches se hacían acordeones al chocar contra muros y, más que ir muy rápido, lo importante era no chocar con los obstáculos. Most Wanted, aunque conserva parte de aquella filosofía, se centra más en la velocidad, en conseguir que nuestro coche haga mejores tiempos y hacer que se mantenga el máximo de tiempo posible a su máxima potencia: así ganaremos las carreras.
"Need for Speed Most Wanted es una clase magistral de cómo diseñar un juego de coches arcade".
Need for Speed Most Wanted es una clase magistral de cómo diseñar un juego arcade de coches. Desde que empezamos lo tenemos todo a nuestra disposición, no hace falta que lleguemos a un determinado nivel para desbloquear parte del mapa o conseguir el siguiente coche. Es un mundo abierto gigante sin restricciones de ningún tipo, podemos desplazarnos por donde queramos sin tiempos de carga ni barreras invisibles. El juego nos empuja a que descubramos la ciudad por nosotros mismos, y consigue que explorarla sea el mayor aliciente para jugar. Y esto es literal, vaya, que tras esa esquina puede estar un Lamborghini Gallardo esperándote, solo tienes que pasar a su lado y apretar un botón que ya lo podrás conducir.
No te hace falta tener un determinado nivel para pilotar cualquiera de los coches repartidos por la ciudad. La dificultad está, de hecho, en encontrarlos, porque se esconden dentro de edificios o en solares apartados o tras unos árboles en parques. Fairhaven, esta gran urbe por la que corremos, esconde zonas de todo tipo, desde un gran puerto a la ciudad, montañas, grandes autopistas, extraños desguaces... no es nada monótona y es muy divertido ver y explorar cada una de las partes que la componen. Las carreras locas se combinan, pues, con una exploración algo más minuciosa y bastante estimulante cuando queremos cambiar de coche. Hay más de 40 modelos; desde monoplazas hasta Bugattis, Porsche, Audi, BMW, un Tesla o un Marussia, pasando por los Focus o Imprezas de turno.
Pero ¿si no hay niveles y podemos conducir el coche que queramos -si lo encontramos- desde el principio, cómo se organiza el juego? Pues resulta que hay una la lista con los diez pilotos más buscados de la ciudad. Antes de competir contra ellos debemos alcanzar un determinado número de puntos, que obtenemos ganando distintos tipos de pruebas asociadas a cada uno de los coches disponibles. Cada vehículo tiene cinco pruebas propias para competir: carreras normales sobre un circuito, sprints donde debemos llegar de un punto a otro de la ciudad antes que los demás, emboscadas en las que hay que deshacerse de la policía y las pruebas de velocidad, donde tenemos que mantener una velocidad media determinada. Si las superamos obtendremos, además, una mejora para ese coche en concreto, como chasis ligero, marchas cortas o largas, nitro... Tenemos, pues, el objetivo a largo plazo que es quedar primero en la lista de los más buscados y, como objetivos más personales, mejorar solamente los coches que más nos gusten a base de ganar sus pruebas para acabar convertirlos en auténticos monstruos. Si algo te da pereza, pasa de ello.
"Posiblemente estemos ante el mejor arcade de conducción de la historia".
Las pruebas son muy divertidas y la dificultad está muy bien ajustada, pero sí es cierto que se echa en falta algo más de variedad. Cuando las hemos completado con varios coches empezamos a notar como, en ocasiones, se repiten, y a la larga pueden llegar a hacerse un pelín monótonas. También es cierto que a veces la variedad puede echar al traste lo realmente importante, las carreras, tal y como hemos visto en otros juegos -y por tanto el diseño por sustracción de Criterion, aquí, tampoco es del todo criticable. Pero no pasa nada, multijugador al rescate.
Al igual que en Paradise, la estructura del multijugador se divide en dos. Por un lado está el multijugador asíncrono en el que competimos contra los tiempos de nuestros amigos aunque no estén jugando en ese momento. Cada vez que algún amigo completa una prueba o realiza algún evento su marca queda registrada en nuestros rankings, así que cuando pasamos cerca de esos eventos vemos la clasificación y quién nos ha superado. No son pruebas largas, son más bien hitos muy rápidos de completar de esos que prácticamente nos encontramos por el camino. Podemos, por ejemplo, fijar una velocidad máxima al pasar por uno de los cientos de radares de velocidad que hay repartidos por la ciudad, o romper unos carteles en los que saldrá nuestro avatar si conseguimos hacerlo mejor que nadie -y así todos verán ahí nuestro jeto, retándoles a que nos superen. Una forma genial de mantener el juego en constante movimiento.
Y ojo, que no solo podemos ver los tiempos de los amigos que tienen la misma versión que nosotros, sino que el juego se sincroniza con las cuentas de Origin y nos permite ver los tiempos de usuarios de cualquier plataforma.
Por otra parte está el multijugador de toda la vida. El anfitrión decide qué carreras se van a realizar e incluso puede crear listas de pruebas programadas. Aquí es donde los diseñadores se han dejado llevar y han creado todo tipo de competiciones, cada cual más loca; saltar una y otra vez desde edificios, aparcar en el ala de un avión que está sobre un precipicio, conseguir el mayor número de puntos derrapando alrededor de una rotonda, escalar una escultura y salir disparado para llegar al techo de un edificio... cualquier locura tiene cabida en el multijugador. Pero tranquilos, que también están las carreras y demás de toda la vida, no os asustéis. En cierto modo podemos decir que el multijugador es más Burnout, mientras que el modo individual tira más hacia la vertiente de Need for Speed, no tan exageradamente loca, pero sin tanto tuning ni mandanga.
La estructura del multijugador está, además, muy bien pensada. Cuando se acaba una prueba todos los jugadores tenemos que conducir hasta la próxima, que sale indicada en el mapa. Durante ese trayecto hacia el punto de encuentro podemos cambiar de coche, porque normalmente en el multijugador sí que hay categorías: unas carreras son solo para deportivos, otras para coches exóticos... así se evita que el progreso en el modo para un jugador afecte en las carreras con otra gente porque todos vamos con coches más o menos similares.
Todo en el título es rápido y ágil, no solo los coches. La interface, integrada en la propia pantalla del juego, nos permite hacer todo lo que queramos sin siquiera pausarlo: pulsando la cruceta abrimos el menú de EasyDrive donde podemos cambiar de coche, ajustarlo, entrar en las pruebas individuales o al multijugador, y además podemos hacerlo incluso en mitad de una carrera. Si estamos intentando adelantar al primero y vemos que en las rectas es imposible alcanzarlo podemos cambiar la caja de cambios sin parar la carrera para variar las prestaciones de nuestro vehículo.
Todo está pensado para ser práctico, rápido y, ante todo, divertido. Criterion ha entendido que en un juego de coches uno no quiere ni una historia con mucho drama ni pasar por mil menús para cambiar un detallito ni esperar cinco o seis horas para comenzar a conducir el coche que nos gusta. La sensación de poder que tienes con este juego es brutal: cada descubrimiento -coches, localizaciones...- es un premio, cada mejora un logro, cada prueba un reto. Podemos pasar de algo si no nos gusta y centrarnos en lo que realmente nos apetezca, sin límites de ningún tipo. Y, cuando estemos preparados, pues retamos a los Most Wanted. Si les ganamos en una carrera se nos abrirá otra prueba en la que tenemos que derribarlos. Cuando conseguimos que se estrellen -empujándolos hacia otros coches, o contra paredos, o lanzándolos por precipicios, quién sabe- nos quedamos con su coche y venga, a por otro. Conseguir ser el primero de la lista vendría a ser algo así como el único objetivo que te marca el juego. Y no hace falta más para motivarte al máximo -porque además en esta lista salen, también, tus amigos.
"La estructura sobre la que se sostiene el título es tan sólida e ingeniosa que no deja lugar al aburrimiento".
Al igual que el diseño, la parte técnica y artística están a un nivel fantástico. El control es preciso y se ajusta muy bien a cada tipo de coche y superficie. Ir derrapando con nuestro Lancer y dejar atrás una nube de polvo bajo la luz de la luna no tiene precio. Y es que visualmente es una delicia, todo se mueve con una asombrosa suavidad y el acabado general, con los efectos de luz, los coches fielmente representados, el asfalto siempre húmedo y las espectaculares carreteras son de lo mejor que hemos visto en el género. Pero no solo se trata de técnica, también hay buen gusto.
Cuando ponemos el juego y escuchamos a Butterflies and Hurricanes sabemos que todo va a ir bien. La banda sonora nos acompaña en todo momento con un repertorio que parece haber sido escrito para este juego. Desde Muse hasta Green Day, pasando por Prodigy; simplemente genial. Y este estilo guiado por el buen gusto no solo se queda en la banda sonora, la dirección de cada uno de los numerosos vídeos que introducen a cada prueba son ejemplo de ello. Técnicamente el juego es un escándalo que se mueve con sorprendente suavidad.
Need for Speed Most Wanted es capaz de hacerte pasar horas y horas recorriendo la ciudad de Fairheaven sin ningún objetivo en particular más que el de liarla por ahí; algo sencillo a priori, pero muy difícil de conseguir en otros juegos. La estructura sobre la que se sostiene es tan sólida e ingeniosa que no deja lugar al aburrimiento, y si no fuera por unos pocos detalles, como la falta de variedad en el modo en solitario, el tamaño de la ciudad, que no está mal pero podría ser más grande, o la falta de algún indicador en pantalla que ayude a que no nos saltemos el camino adecuado en alguna ocasión, Need for Speed Most Wanted tendría la mejor nota posible -aunque solo le ha faltado un pelo para alcanzarla-. Aun así, posiblemente estemos ante el mejor arcade de conducción de la historia: jugadlo lo antes posible, sería un crimen perdérselo.