Análisis de New Super Luigi U
Segundo asalto.
Mi compañero Albert comparaba, en su análisis del New Super Mario Bros. Wii original, la fórmula de los plataformas en 2D protagonizados por la mascota de Nintendo con la de la Coca-Cola, "una receta secreta y mitificada que a lo largo del tiempo ha logrado convertir al producto en concepto". New Super Luigi U es una torsión de esa fórmula; una deformación a la que le da más igual tener contento a todo el mundo que ofrecer un segundo asalto a los que quieren más, a los que necesitan una dosis nueva de Super Mario en dos dimensiones, esta vez, eso sí, empezando sin Mario, y también sin muchas de las concesiones al jugador menos experimentado que iban siendo tónica general de los nuevos Super Mario Bros.
No es nuevo en Nintendo, pero New Super Luigi U parte de una idea bastante sencilla: como expansión, coge los niveles del original y los modifica para que sean más cortos y más difíciles; reduce el límite de tiempo (aquí empezamos siempre con la musiquita que nos avisa de que nos estamos quedando sin segundos para terminar la pantalla), aumenta la densidad de enemigos y da una vuelta a los sitios donde están las monedas estrella, que siguen siendo tres en cada nivel pero resultan más complicadas de conseguir por la falta de tiempo y lo estricto del diseño. Aquí hay que ir rápido, actuar con precisión y andar muy vivo para no caer en las trampas que, una tras otra, nos van poniendo los demiurgos que plantean los mapas; no es raro ver enemigos colocados para ser casi imposibles de esquivar o plataformas que se mueven en el peor momento, dejándonos a merced de piscinas de lava o abismos letales.
Controlar a Luigi, y no a Mario, también hace que las cosas sean más difíciles. Su salto es diferente; su carrera es diferente; la inercia de su movimiento es diferente. Es un cambio más o menos sutil, pero se acaba notando: jugando con los cambios mecánicos y el diseño de niveles, New Super Luigi U se permite jugar más con las distancias, ser más exigentes y obligarnos a tener una precisión que, por otro lado, se nos prohíbe por las características del personaje. Puede que sea esta la parte más conflictiva del juego, y también una de las más interesantes: aunque en cierto momento podemos usar a Mario, la vuelta con Luigi es una lucha constante entre lo que podemos y lo que debemos hacer.
Tendrá fans y detractores, claro, pero por 20 euros ofrece una cantidad de contenido más que razonable. Sus contradicciones empañan un poco el resultado final (quiere ser un juego difícil, sí, pero no acaba de atreverse a serlo del todo: ahí están las pistas de trayectorias que nos van dando las monedas, por ejemplo, o la presencia del Caco Gazapo como personaje jugable, que es invencible), pero para nada es un extra al que le falte entidad. Sigue siendo un festín de primera para los que disfrutamos del buen oficio de Nintendo en las plataformas en 2D, y una demostración de que sus creativos todavía tienen ideas que ofrecer.