Análisis de Olli Olli World: VOID Riders – Un DLC cortito, pero muy bien pensado
Objeto grindeador no identificado.
Es fácil olvidarse de que, en el año de Elden Ring, han salido más juegos en estos seis meses. Aunque comprensible, no deja de ser injusto, no sólo porque existen más juegos que merecen nuestro tiempo, sino también porque esto deja fuera de la lista a Olli Olli World: un título que, el tiempo nos permite ahora decirlo con aún más rotundidad, consiguió mantener el nivel de sus antecesores y darnos una experiencia retante, entretenida y extremadamente sólida, pese a proponer varios cambios a su fórmula habitual. Mérito todo de Roll7, que tras haber hecho valer su enorme talento siendo un pequeño estudio indie con gusto por lo arcade, ha ido creciendo más y más gracias a sus buenas decisiones dentro y fuera de los juegos. Tanto es así, que no solo preparan un nuevo juego para este mismo año, si no que incluso se han permitido el lujo de publicar el primer DLC para Olli Olli World.
VOID Riders, que así se llama, es corto en duración - apenas una horita de contenido, menos si eres muy habilidoso y más si se te enquista alguna de las fases incluidas -, pero también sirve como ejemplo perfecto del talento de Roll7. Es, intentando no caer en la exageración por lo que no dejan de ser nuevas pistas y fases, un conjunto de buenas decisiones que se suman a las que ya habían tomado antes, aprovechando la base fantástica que ya ponía el juego para divertirse con su diseño.
El mejor ejemplo de esto es la nueva mecánica principal, sobre la que se vertebra el resto del contenido. Pero para hablar de ella, igual es mejor que hable antes de la historia, por eso de no torceros el culo cuando me ponga a hablar de aliens (imaginaos aquí al señor del tupé con las manitas). Aprovechando el rollito vacilón del juego, que muchos compararon acertadamente con Hora de Aventuras y la obra en general de Pendleton Ward, no podemos decir que nos sorprenda ver que un grupo de alienígenas ha decidido bajar a la Tierra y coger a unos cuantos humanos, especialmente - casualidades de la vida - si son buenos skaters, para entretenerse en su parque de atracciones espacial. Esta premisa gamberra es la que permite que existan ahora ovnis en medio de las pistas, encargados de elevarnos con sus rayos tractores al hacer un grab.
No es poco, aunque lo parezca, ya que esta idea habilita dos cosas extremadamente interesantes en los recorridos del juego: por un lado, nos permite en muchas ocasiones mantener el momentum, encadenando trucos sin perder velocidad (como sí ocurre, por ejemplo, con los manuals o los grindeos). Por otro, añade aún más verticalidad a las pistas: ascender rápidamente, sumado a ir a toda pastilla, nos catapulta rápidamente de un sitio a otro; y esa larga estancia en el aire nos da pie a ejecutar unos cuantos trucos más y llegar a sitios aparentemente inaccesibles.
Esto no tendría la mitad de valor sin un diseño de niveles excelente, pero por suerte Roll7 siempre cumple en este apartado. VOID Riders nos da hasta veinte niveles nuevos que, además de expandir aún más la paleta cromática del juego, se atreven incluso a romper lo establecido y juguetear con sus mecánicas. Los distintos “enfrentamientos” contra los aliens titulares tienen objetivos especiales que van más allá de puntuaciones o trucos específicos, y a veces es más importante no caerse o haber jugado mucho a Flappy Birds que ser el mejor pasando de un grind a un manual. Esta capacidad de sorprender, y de reinventarse con algo tan aparentemente establecido, es lo que le da ese valor añadido al DLC: la mera idea de descubrir cuál iba a ser el siguiente girito ha sido, literalmente, la que me ha hecho acabármelo de una sola sentada, y haberlo jugado un par de veces más después para mejorar mis puntuaciones.
Este ingenioso desarrollo culmina, como no podía ser de otra manera, en un épico final. El enfrentamiento con Nebulón es, de calle, uno de los momentos más tensos que he vivido en un videojuego este año, comparable perfectamente al combate con Malenia cuando solo le quedan dos o tres golpes. Los varios minutos en los que tenemos que demostrar reflejos y habilidad sin fallar ni una sola vez sirven como perfecto colofón para la aventura, y nos dan una palmadita amistosa en la espalda a los que hemos dedicado tiempo y esfuerzo en perfeccionar nuestra técnica con el juego principal.
Porque al final, y deberíamos de saberlo ya a estas alturas, Roll7 son exactamente iguales que nosotros, los fans acérrimos de su obra. Existen pocos estudios que sean capaces de transmitir tan bien esa idea de hacer los juegos que les gustaría jugar a ellos, y por mucho que este VOID Riders sea un DLC que busca, como es obvio, rascar un poco más de dinero y alargar la vida de su juego; cuesta no ver también un deseo sincero de demostrar amor y ganas por el mundo del skate y este género. Si alguien tenía dudas de hasta qué punto el haberse arrimado a lo que no deja de ser Take Two podría afectar a las decisiones del estudio, puede respirar tranquilo: Olli Olli World sigue siendo tan “rad” como lo ha sido siempre. Solo que ahora, con aliens.