Análisis de OlliOlli
Skate or Die!
Puede que sea su apartado gráfico, o su capacidad de recordarnos a otras franquicias añoradas y tristemente olvidadas como son Skate o Tony Hawk. Puede que sea incluso esa sana obsesión por las puntuaciones, por fomentar la competitividad contra los demás y contra uno mismo. No sé por qué motivo es, si por todos o ninguno, pero OlliOlli, el primer juego del estudio indie británico Roll7, huele a nostalgia, a esas partidas manejando a Steve Caballero para los que nunca fuimos capaces de hacer otra cosa que no fuera mantenerse encima del skate y a esos desplazamientos por calles, parques y bancos para aquellos que nunca tuvieron problema a la hora de grindar un bordillo.
Conocimos este proyecto hace poco más de medio año, cuando consiguió cautivarnos apelando a lo citado anteriormente con solo un par de imágenes durante el E3 de 2013. Aunque ya por aquel entonces nos hicimos una idea de qué era lo que este estudio indie londinense quería mostrarnos, la verdad es que tras haber entrevistado a uno de sus responsables y haberlo jugado exhaustivamente es necesario decir que esa aparente inocencia inicial, similar a la de esos juegos para móvil que podrían jugar desde tu mejor amigo hasta tu madre, brilla por su ausencia.
Por mucho que lo primero que nos venga a la mente sean los Tony Hawk, en mi caso especialmente aquel Tony Hawk Pro Skater 2 de Game Boy Advance, OlliOlli tiene más de Skate. Estamos hablando de un juego exigente, que requiere de toda nuestra destreza para superar los distintos retos; cinco en cada nivel para un total de 250 divididos en 10 pantallas por cada uno de sus 5 mundos. Puede parecer poco pero a estos retos, complicados y adictivos, hay que sumarle los 50 "spots" en los que comparar tu puntuación con la de tus amigos y otra gente online, y el "Daily Grind", del que hablaremos en un rato. Queda claro, por tanto, que es un juego que tiene para rato.
Aunque OlliOlli es completamente honesto en sus intenciones, lo cierto es que puede resultar confuso para todo aquel que se acerca por primera vez a él; deja mucho sin decir para que seas tú mismo el que lo descubra. Su obligatorio tutorial nada más comenzar la partida ya nos deja claro que detrás de todo ese maquillaje minimalista, de esos gráficos deliberadamente sencillos -aunque extraordinariamente resultones en algunos momentos- y de esa filosofía tan "smartphone" de la que proviene se ocultan una serie de mecanismos que hacen que cogerle el punto sea mucho más complicado de lo que parece en un principio.
El Daily Grind es un reto diario que, pese a poder practicarlo una y otra vez hasta conocerlo al dedillo, solo permite un único intento para su realización.
En lo referente a los controles, por ejemplo, el estudio británico ha querido que cada pequeña mecánica conlleve un pequeño matiz que la haga aún más vital y exigente. El esquema es realmente simple, con la X como botón para impulsarse y caer bien, algo que para algunos puede llegar a resultar poco intuitivo, y el stick izquierdo y los botones L y R para ejecutar los movimientos y sus variaciones. Lo verdaderamente importante aquí no es el control, sino el timing. OlliOlli basa su fuerza en tu destreza a la hora de aterrizar y de grindar, recompensándote con más velocidad si lo haces bien y castigándote con un beso al señor asfalto si no lo haces cuando debes. Creedme cuando os digo que eso ocurrirá más de lo que a todos nos gustaría admitir.
Esta sencillez de conceptos y exigencia en su realización se aúna en el Daily Grind, un reto diario que, pese a poder practicarlo una y otra vez hasta conocerlo al dedillo, solo permite un único intento para su realización. Como ocurre en la música, el teatro o la televisión, da igual que en los ensayos haya salido perfecto: es delante del público cuando uno tiene que demostrar lo que vale. La presión y competitividad que generan esos minutos de precisión milimétrica hacen que el Daily Grind sea, sin lugar a dudas, uno de esos modos estrella que hacen que nos preguntemos por qué no lo hemos visto más a menudo.
En lo referente a su apartado técnico, poco hay que objetar. Siendo como es un juego de tamaño reducido no era lógico esperar unos gráficos apabullantes ni una música fuera de lo común, pero su look retro demuestra lo mucho que puede hacerse con una paleta de colores resultona y unos efectos sonoros bien pensados. Cerrando el conjunto nos encontramos también una serie de menús coherentes e intuitivos que le aportan al juego ese aire desenfadado tan necesario y que tan bien le sienta a los de su tipo.
Todo lo dicho hasta ahora parece demasiado bueno para ser verdad, pero puestos a hacer alguna objeción es necesario señalar también que, debido a su alto nivel de exigencia y a algunos detalles menores, puede no ser un juego apto para todo el mundo. Sí, está pensado para que puedas echar una partidita rápida en el metro, pero lo cierto es que son muchas las horas previas que uno ha de estar con él ya no solo para superar todos los retos, sino para poder avanzar más de dos o tres niveles. También es una pena la importancia de la mecánica de grindeo una vez superado el primer mundo, ya que que por exceso puede canibalizar en ocasiones a las otras, restándole variedad al conjunto. Poniéndonos especialmente picajosos esto último hace que extrañemos la posibilidad de hacer manual, algo presente en algunos de los juegos a los que referencia y que, quizás, podría haber servido para darle ese plus de diversidad y complejidad. Detalles menores, en cualquier caso, que no llegan en ningún caso a estropear el conjunto.
Decía que aun siendo muchas las cosas que subyacen detrás de su idea fundamental, OlliOlli es honesto porque sobre todo no oculta esa filosofía de juego hardcore en un envoltorio de juego para móviles. Al contrario, la abraza y le añade las suficiente capas de complejidad como para convertirse en un juego disfrutable y adictivo de muchas maneras distintas. Una filosofía que encaja de maravilla en la portátil de Sony, la cual si bien sigue adoleciendo de tener un catálogo sin bombazos evidentes al menos goza de un puñado de indies que aúnan imaginación, saber hacer y calidad. Es por eso que puede que OlliOlli no sea el juego que necesitábamos, pero sí es al menos el que muchos queríamos.