Análisis de Pikmin 3
Botánica espacial.
No tengo del todo claro si a Pikmin 3 le beneficia la anticipación que se ha generado a su alrededor, más por culpa de la preocupante escasez del catálogo de Wii U que por un interés real por parte de muchos de sus usuarios. O quizás sí conlleva algo positivo: ser el gran lanzamiento del verano para la consola de Nintendo (Wonderful 101 no llegará hasta finales de agosto) puede hacer que mucha gente descubra no sólo un gran juego, sino quizás el más diferente de los títulos salidos de la factoría de Kyoto.
Pikmin 3 explica la historia de Alph, Charlie y Brittany (el personaje femenino y el que, no se si de forma intencionada, resulta bastante repelente), tres astronautas que viajan a un remoto astro en busca de recursos con los que salvar su sobreexplotado planeta natal. La aproximación a la atmósfera, sin embargo, acaba siendo un completo desastre y la nave se estrella, separando a unos protagonistas que tardan poco en descubrir que el planeta está habitado por unas simpáticas y dóciles criaturas que pueden utilizar para sobrevivir. No hay que ser muy espabilado para ver que dentro de su ligera narrativa y su despreocupada inclinación hacia lo puramente cómico (pese a que se empatiza bastante con los pikmins y fastidia bastante verlos morir) también hay incluida una pequeña carga subyacente de crítica social, especialmente en temas relacionados con la ecología, el medio ambiente y la esclavitud.
Ese punto de partida argumental sirve para introducir la primera de las grandes novedades de esta tercera entrega: la presencia de tres protagonistas jugables. Teniendo en cuenta que Pikmin 3 no es tan restrictivo como el original en lo que respecta al límite de tiempo pero sí conserva esa predilección por animarte a explorar el entorno que tenía la secuela, la posibilidad de dividir nuestros esfuerzos en tres equipos independientes resulta apropiada no sólo para que los diseñadores ofrezcan más y mejores puzzles que antes, sino también para que el jugador pueda sacar más provecho al tiempo que transcurre entre que sale el sol y anochece (el juego se divide en días que tienen unos 15 minutos de duración), cuando hay que volver a resguardarse a la nave junto a los Pikmins para alimentarse (buscar fruta para hacer zumo es algo esencial si no queremos morir de hambre) y estar listos para el día siguiente.
A Pikmin 3 le beneficia mucho que haya pasado casi una década desde el lanzamiento de la segunda parte y que su peculiar acercamiento al género de la estrategia en tiempo real sea tan diferente del de la competencia.
Al principio, claro, las cosas no son ni mucho menos tan sencillas. Los primeros días pueden ser agobiantes y algo duros, porque nuestro liderazgo es torpe y, sobretodo, lento en la consecución de objetivos. Sin embargo, cuando empiezas a conocer las peculiaridades del planeta PNF-404 y de sus habitantes, las cosas empiezan a ser más llevaderas. Debes tener siempre presente que los pikmins rojos resisten el contacto con el fuego, que los azules son inmunes al agua y que los amarillos transmiten la corriente eléctrica. Hay, además, dos nuevas especies no presentes en las anteriores entregas: unos pikmins voladores - aunque bastante débiles - y otros con aspecto de roca que son bastante torpes, pero que causan mucho más daño al ser arrojados contra los enemigos o los obstáculos de cristal. Los pikmins púrpura y blanco, en cambio, desaparecen de la campaña para quedar relegados a los modos multijugador.
Es cierto que respecto a anteriores entregas la evolución es bastante limitada, pero a Pikmin 3 le beneficia mucho que haya pasado casi una década desde el lanzamiento de la segunda parte y que su peculiar acercamiento al género de la estrategia en tiempo real sea tan diferente del de la competencia. Parte de unas mecánicas muy sencillas, pero - al más puro Miyamoto - las envuelve con un fantástico diseño jugable, unos puzzles muy bien equilibrados, una dificultad asequible pero con suficiente reto (los enfrentamientos contra grandes jefes son particularmente duros) y una detallada estética que, sin ser nextgen ni pretenderlo, sí puede dejarte de vez en cuando embobado por su belleza. Es, en resumen, un juego muy bien medido, en el que Nintendo se sale de lo que tradicionalmente considerarías su zona de confort y aún así demuestra un encomiable buen hacer.
Pikmin 3 es una apuesta segura incluso si no te atrae demasiado el género, aunque tampoco puede negarse que nos hubiese gustado ver un poco más de ambición a la hora de incorporar novedades en la fórmula o un modo multijugador online.
Quizás por eso sorprende que Pikmin 3 no se aclare con cómo quiere que sea su sistema de control ideal. Si lo juegas con el GamePad a menudo notas que a la retícula le falta precisión, lo cual puede resultar bastante molesto en según qué momentos, cuando lo último que necesitas es tener dificultades para apuntar a los objetivos. Con el WiiMote, en cambio, todo (especialmente el apuntado) parece más natural, pero entonces pierdes el mapa del KopPad y las funciones asociadas a él. Al final, esta extraña dualidad deja entrever el problema real: que el desarrollo de Pikmin 3 inició su andadura en Wii para más tarde dar el salto a Wii U, quedándose un poco entre dos aguas.
Ese origen en la anterior generación también puede ser la causa de que Pikmin 3 ofrezca únicamente un par de modos a pantalla partida en vez de un multijugador online en condiciones. Por un lado hay un modo misiones cooperativo (que también podemos jugar en solitario) en el que se nos proponen niveles cortos con objetivos bastante específicos. Por el otro está el bingo, un modo competitivo en el que cada jugador recibe una tarjeta con las frutas y enemigos que debe llevar hasta su nave, ganando el primero que complete una línea vertical, horizontal o diagonal.
Pikmin 3 seguramente no es el tipo de blockbuster que ahora mismo pide a gritos el catálogo de Wii U, pero sí un producto 100% Nintendo: encantador, divertido y medido al milímetro a nivel jugable. Es una apuesta segura incluso si no te atrae demasiado el género, aunque tampoco puede negarse que nos hubiese gustado ver un poco más de ambición por parte del equipo dirigido por Shigefumi Hino y Yuki Kano a la hora de incorporar novedades en la fórmula o un modo multijugador online.