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Análisis de Reality Fighters

El carnaval de la lucha.

Reality Fighters es uno de esos juegos que mola enseñar a la gente que no está muy metida en nuestro mundillo. Puede que sus gráficos no sean los de Uncharted, que no tenga el rollo japonés de Gravity Daze, ni desprenda la clase de un WipEout, pero aún así dispone una característica - una feature como dirían los ingleses y los modernillos - de esas que generan "ooooohs" y "aaaaahs" en cadena.

La rapidez con la que el juego escanea nuestra cara y crea un réplica virtual - y totalmente loca - de nosotros mismos tiene una capacidad de asombrar y generar curiosidad que ya quisieran para sí el resto de juegos del catálogo de lanzamiento de la nueva portátil de Sony.

Es una de las muchas ideas que encontraremos en este cajón de sastre que es el último juego del estudio barcelonés Novarama. Los creadores del mágico InviZimals siguen apostando por mezclar realidad aumentada con otros géneros, y si en su anterior propuesta decidieron abordar los juegos tipo pokémon, ahora querido abordar un género que desde hace muchísimo tiempo necesitaba de ideas frescas.

Olvidaros de personajes carismáticos y combos estratosféricos, porque aquí los protagonistas sois tú y los tuyos, desde tus colegas hasta la abuela. El componente social, la personalización estrafalaria y la diversión arcade son los elementos que dan forma a este juego.

Después de sacarte la foto escoges si quieres ser hombre o mujer, si prefieres un personaje gordo o flaco, débil o fortachón... Y entonces empiezas a vestirlo con los centenares de ítems disponibles - unos objetos que para que os hagáis una idea parecen sacados de la típica tienda de disfraces a la que acuden los rezagados como yo que no preparan el carnaval con mucha antelación. Lo grotesco y lo ridículo se convierten en auténticos halagos a la hora de describir los personajes, y es que ser capaz de reírse de uno mismo es clave para disfrutar de Reality Fighters.

El componente social, la personalización estrafalaria y la diversión arcade son los elementos que dan forma a Reality Fighters

Una vez hemos creado el personaje físicamente - algo que está pensado para hacerse un plis plas - también podemos grabar frases para que las diga antes y después del combate e incluso asignarle una arma. Toca entonces seleccionar qué estilo de lucha queremos que tenga, y aquí topamos con uno de los elementos más importantes del juego. Y es que si en el resto de títulos de lucha cada personaje representaba un estilo de lucha, aquí, dado que los personajes los creamos nosotros mismos, el estilo de combate viene marcado por los 15 estilos de combate que podemos escoger. La gracia es que el cachondeo que rodea a todo el juego sigue estando presente en una selección de estilos de combate que incluye desde boxeo, kung-fu a estilos más ortodoxos como el estilo samurái, el ballet o la lucha disco - mi favorito para patear traseros.

A la hora de jugar disponemos dos tipos de puñetazos y patadas, la posibilidad de utilizar armas y una lista de ataques que incluye movimientos especiales y que varía según los mencionados estilos. En efecto, no es el gameplay más profundo del mundo, pero sus apariencias engañan. Está claro que como juego estrictamente de lucha no puede competir con los reyes del género, pongamos por ejemplo el Ultimate Marvel vs Capcom 3 que también ha salido para Vita, pero tampoco hay que pensar que se ha descuidado este aspecto. Las animaciones y la dinámica de los combates son buenas y realmente podemos llegar a sacarle mucho partido a su sistema de combates. Se nota que en Novarama se han esforzado para ofrecer un sistema de combate entretenido, versátil y hasta cierto punto técnico. De acuerdo que no es un Street Fighter, pero es que intentar compararlo con los juegos de lucha hardcore que llevan años dando forma a sus mecánicas es no haber entendido de que va todo esto. De hecho, el lado oscuro de Reality Fighters no se encuentra en sus combates sino en algo que habitualmente tendría menor importancia: los escenarios.

La realidad aumentada consigue algo tan fantástico como que podamos luchar en cualquier escenario que se nos pase por la cabeza, sin embargo también puede acabar siendo un elemento en nuestra contra. Los escenarios son panorámicos y usan el sensor de movimiento de la consola para que podamos movernos alrededor de los luchadores. Incluso tenemos la opción de crear los nuestros propios a base de fotografías que la consola se encarga de unir con bastante solvencia. Pero lamentablemente, lo que en un principio es una cosa sorprendente acaba convirtiéndose en un hándicap debido a que la cámara se sitúa en ángulos malos para seguir el combate y se mueve demasiado, cosa que nos dificultan la visión y hace que tengamos que adoptar posturas incómodas para jugar.

Si jugamos con las tarjetas de realidad aumentada la cámara se mueve menos, y encima el efecto de poder jugar desde varios ángulos es curioso, pero no se acaba de solucionar por completo el problema. Es quizás el principal lastre de un juego cuyas prioridades están claras: partidas cortas e ir personalizando constantemente a nuestro luchador.

Será importante ver cómo reacciona la comunidad, comprobar si los jugadores se animan a crear personajes desquiciantes y ver si hay buen movimiento en los modos online. Lo que está claro es que desde Novarama han apostado por llevar al género de la lucha un buen puñado de ideas frescas. Con su humor excéntrico y su curiosa inventiva a la hora de mostrar algunas de las funciones de esta nueva PS Vita, Reality Fighters consigue divertir, pero sobre todo destaca que más allá de sus defectos logra en gran medida devolver un género clásico como es el de la lucha a un público masivo. Puede sonar manido pero es un juego de lucha que combina dos conceptos como son "casual" y "2.0". ¡Ah! ¡Y sale el Señor Miyagi!

6 / 10

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