Análisis de Rhythm Thief y el Misterio del Emperador
Con mucha marcha.
No es un género muy poblado, pero el de los juegos rítmicos ya ha tenido este año una pequeña obra maestra (Beat Sneak Bandit, de Simogo y para iOS) y espera otra de esas joyas que seguro harán las delicias de cualquier aficionado: Beat the Beat: Rhythm Paradise, la nueva entrega para Wii de la serie que seguramente ya conozcáis en Nintendo DS. Más discreto pero con mucho encanto llega Rhythm Thief y el Misterio del Emperador, la primera opción para los amigos del ritmo que tengan una 3DS y ganas de marcha.
En Rhythm Thief somos Raphael, alias Phantom R, un chaval que se dedica, con inimitable pericia, a robar obras de arte en París. Raphael emprende al principio del juego la búsqueda de su padre, desaparecido años atrás, siguiendo las pistas que él mismo le dejó antes de irse y que le llevan a robar una pieza de museo que puede reunirles de nuevo; la mala suerte, el destino y el argumento quieren que alguien haya resucitado a Napoleón, y que el emperador se cruce con nuestro protagonista al intentar hacerse con lo mismo que ha robado Raphael.
A partir de aquí la historia se desarrolla sin alardes pero con buen ritmo, cargada de giros y picos entre capítulo y capítulo que la hacen muy llevadera. Las escenas de animación que hay aquí y allá están bien dirigidas y tienen mejor resolución de lo habitual en 3DS, así que los fans del anime están de enhorabuena.
La intención de los desarrolladores de Rhythm Thief es unir esta historia con los mini-juegos y algunos puzzles que salpican la aventura. Al contrario que tantos otros juegos rítmicos, aquí hay un hilo conductor y un mapa que hemos de explorar para avanzar. La exploración no es brillante pero es soportable, aunque en algunos momentos parece excesivamente estirada para alargar la duración del juego: la cantidad de cosas que podemos encontrar examinando las imágenes semi-estáticas de París que recorremos es grande, pero pierden fuelle demasiado pronto. Toquetear la pantalla táctil en busca de monedas, sonidos y otras cosas es una forma demasiado fácil de tener al jugador ocupado, y quizá no todos estén dispuestos a pasar por el aro: no es del todo imprescindible, por suerte, y sólo tenemos que hacerlo obligatoriamente en los momentos más aventura gráfica, quizá los mejores de este segmento del juego.
"Sus carencias de dificultad y lo repetitivo de las secciones de aventura se compensan con algunos momentos muy divertidos y un buen puñado de pruebas de ritmo muy competentes, amén del encanto innegable del París colorista y de dibujos animados"
Además de caminar por la encantadora París, entre secciones rítmicas también encontraremos algunos puzzles. Ninguno de ellos es difícil y en general se notan algo desaprovechados; se entienden en un momento y se resuelven en otro, y casi nunca resultan un reto de resolución satisfactoria: simplemente son piedrecitas molestas en el camino, me temo.
Pero lo importante son los mini-juegos rítmicos, claro. Son variados y creativos, y a pesar de que algunos se repiten en varios puntos del juego siempre hay espacio para la sorpresa. Aquí sí hay un pequeño reto, sobre todo para los jugadores más inexpertos, pero sobre todo gustan por lo imaginativos que son. En uno, por ejemplo, debemos batirnos en duelo contra un detective adolescente que intenta cerrarnos el paso con un balón de fútbol; en otro, tenemos que ayudar en la cocina de un restaurante. Incluso en alguno manejamos a nuestro perruno compañero; aquí el juego se permite desmelenarse, y no se corta a la hora de proponernos usar el stylus, los botones y hasta el giroscopio, moviendo la consola a un lado y otro.
Conseguir todos los mini-juegos nos exige explorar a fondo los escenarios, hablando con todo el mundo que encontremos, y es ahí donde mejor funciona la idea de fusionar aventura conversacional-gráfica y juego rítmico. Merece la pena buscar: nos aseguran una rejugabilidad bastante alta si queremos conseguir las mejores puntuaciones posibles, y además encontraremos algún mini-juego muy interesante, como un homenaje a Samba de Amigo de lo más gracioso.
Vamos a tener que esperar un poco más para jugar a una auténtica joya del juego rítmico en 3DS, pero Rhythm Thief y el Misterio del Emperador es un producto muy consistente y al que no le falta encanto ni potencial. Sus carencias de dificultad y lo repetitivo de las secciones de aventura se compensan con algunos momentos muy divertidos y un buen puñado de pruebas de ritmo muy competentes, amén del encanto innegable del París colorista y de dibujos animados por el que acompañamos a Raphael.