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Análisis de Sea of Stars - Un RPG clásico y moderno que eclipsa todo a su paso

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Sea of Stars es una lección de diseño, buen gusto, belleza y carisma. Una apuesta perfecta para encandilar a los fans de los RPG noventeros y el Chrono Trigger para una nueva generación.

Sabotage Studio se ganó todo mi cariño con The Messenger, una joya con estética y concepción clásica, pero que guarda en su interior no sólo una propuesta divertida y con personalidad, sino también algunos de los giros más sorprendentes que hemos visto en los últimos años en la industria. Así que, cuando el estudio canadiense anunció Sea of Stars, su siguiente proyecto, contaron de inmediato con toda mi atención. Fijáos si tienen valentía que han apostado por traernos un RPG por turnos, cuando más en entredicho está ese género (aunque Baldur’s Gate 3, afortunadamente, ha paliado un poco esa vertiente) y más títulos apuestan por una acción más vertical y directa, para no dar un respiro a quien está a los mandos y que la espectacularidad gobierne la pantalla. El resultado: una aventura con una personalidad desbordante, que aprovecha para homenajear a grandes clásicos del género y a quienes crecieron en los noventa, pero que también cuenta con los mimbres necesarios para ensimismar a nuevas generaciones.

Sea of Stars es mágico. Enamora. Es la mejor forma de sintetizar lo que nos encontramos en esta aventura inolvidable, en la cual resulta fácil hacer analogías con Chrono Trigger, Final Fantasy V o incluso Golden Sun. Son palabras mayores y un halago mayúsculo ser comparado con semejantes joyas, a las que hasta ofrece algún sutil guiño, pero mejor incluso que eso es comprobar que tiene las raíces suficientemente fuertes como para ser recordado por si mismo, y no por ser como lo que otros un día fueron. Lo consigue, sobre todo, por la construcción de sus personajes y su desbordante carisma; Valere y Zale son los principales protagonistas, dos jóvenes aspirantes a Guerreros del Solsticio con la capacidad necesaria para poner fin a una amenaza de oscuridad que lleva sometiendo a la población desde tiempos immemoriales. Si bien su papel es el más importante en el devenir de los acontecimientos, los poderosos héroes no serían nada sin los acompañantes que se unen en su cometido a lo largo de la aventura, con mención especial para Garl, el cocinero guerrero y fiel amigo de ambos desde la infancia. En el camino se unen seres de lo más variopintos que ayudan a construir un ambiente de cercanía y humanidad de los que dejan huella, con diálogos que son oro puro (pero que, por desgracia, en la versión en español quedan empañados por una traducción que incluye numerosos errores gramaticales). Así se complementa una historia que por momentos puede pecar de arquetípica, si bien está repleta de detalles y giros de guion marca de la casa, sin olvidar la tan necesaria ración de humor que nos hace mantener una sonrisa en el rostro presente durante la treintena de horas que puede llevarnos hasta ver los créditos.

Obviamente las inspiraciones antes mencionadas son muy claras, y eso hace que, para muchos, Sea of Stars tenga ese aroma nostálgico que puede hacer que muchos seamos algo más condescendientes con algunos de sus defectos. Porque Sea of Stars sabe a bocadillo de mantequilla con azúcar, a esas tardes disfrutando delante de la pantalla, con un mando en la mano, y sin ninguna otra preocupación. Esa bendita estructura de JRPG noventero de la que hace gala, y sobre la que navegar por su mapamundi explorando sus variadas zonas, cinceladas con una estética colorida, repleta de buen gusto y en la que se premia la curiosidad, también contiene zonas ocultas en las que encontrar algún tesoro útil para mejorar las capacidades de nuestro equipo, con nuevas armas, armaduras o hasta reliquias cuya activación es opcional y que están específicamente dirigidas para hacer más accesible la propuesta a quien lo desee, con ayudas generalmente pensadas para el combate.

Un combate que, a su manera, aúna dos generaciones, dos ideas que parece que tienen que estar siempre en conflicto. Y aquí se demuestra que pueden convivir; Sea of Stars es un RPG por turnos, a la antigua usanza, pero que no se olvida de la época en la que vive y que ofrece herramientas necesarias para mantenernos activos en todo momento. Los turnos están, obviamente, y son la base pivotal de la experiencia, pero el elemento distintivo llega en el hecho de que, en todos ellos, tenemos que realizar una acción dinámica, ya sea para ampliar o para minimizar el daño. Si pulsamos el botón de ataque justo en el momento en el que vamos a impactar con los enemigos, el daño que hagamos se aumenta; lo mismo para defender y, si pulsamos en el momento correcto, el daño se reducirá. Personajes como Valere con su Lunarang o Seräi con su Rafaga Venenosa también tienen ataques activos, en los que se premian los reflejos y, cuanto más tiempo seamos capaces de aumentar la acción, más taxativo será su impacto.

Evidentemente también hay lugar para la táctica, para pensar muy bien cuál debe ser nuestro próximo movimiento. El diseño de batalla insta a conocer muy bien cuáles son los ataques de nuestro grupo y sus habilidades, especialmente cuando un enemigo muestra en pantalla el cerrojo. Una suerte de combinación que nos avisa de los tipos de ataque a realizar antes de que le llegue su turno para quebrar su ataque y evitar así una embestida que puede ser devastadora para nuestros intereses. Muy a menudo nos encontramos en la tesitura de pensar cuál es el mejor paso a dar, forzándonos de forma invisible a plantear un equilibrio entre el ataque y la defensa para salir victoriosos. A veces, dar un paso para atrás sirve para dar dos hacia delante, y esa es la principal máxima de los combates más exigentes de la aventura.

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Si bien el combate es el eje vertebral del juego, también se le da mucha importancia a la exploración, no solo para, como decíamos antes, encontrar mejor equipo, sino que es necesario para avanzar, mediante un diseño de niveles medido al milímetro para favorecerla y sacar partido a algunos de los gadgets que iremos desbloqueando a medida que avanzamos. El mayor acierto está en la transición de escenarios y que no solamente sean segundos de relajación hasta afrontar la siguiente pelea. Por el camino hay varios puzles y rompecabezas que, si bien no son excesivamente difíciles y a veces se repite su estructura, sí que nos incitan a divagar, a leer cada parte del escenario para encontrar un recoveco al que saltar, una pared que trepar o un objeto que nos sirva para activar un mecanismo. También hay momentos para la relajación en algunas de las ciudades que se visitan en este viaje, pudiendo pasarnos por una taberna a participar a un minijuego llamado Girarrodillos (que, no os voy a engañar, no he conseguido entender del todo bien) o también para la siempre recurrente pesca. La dirección artística es fascinante y es capaz de ensimismar con solo un vistazo en cada uno de sus variados biomas, en los que prácticamente no falta un tipo de ambientación por visitar. El broche lo pone una banda sonora espectacular, con temas pegadizos y algún que otro homenaje que os sacará una sonrisa si habéis jugado a The Messenger.

Sea of Stars es un viaje inolvidable, de esos en los que te sientes partícipe, como si hubieras estado ahí con Valere, Zale, Garl y compañía. Como si fueran parte de tu familia. De tu zona de confort. Puede que no invente nada, pero sí aporta matices, estilo propio y, sobre todo, muchísimo cariño. Más que recomendado en la plataforma que sea, pero si tenéis PlayStation Plus o Xbox Game Pass, sería un pecado dejarlo pasar.

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