Análisis de Season: A Letter to the Future - Un viaje hacia lo ambiguo
Domingo de ruta.
Llenar un diario de recuerdos no es tan sencillo como parece. Las primeras páginas pueden ser sencillas, porque siempre hay momentos que nos han dejado huella de forma perenne, ya sean positivos o negativos. Pero otros momentos que nos han hecho felices o tristes quedan más difusos en nuestra memoria, y tenemos que escarbar más. Ver una fotografía o escuchar una canción nos puede transportar instantáneamente a esas vivencias que se han quedado en nosotros, pero aunque están ahí siempre con nosotros, solo vuelven cuando tienen esos estímulos visuales o sonoros. El cerebro humano es muy caprichoso, y su preservación al final depende de las vivencias y las perspectivas de cada uno. No podemos compartir nuestra mente con nadie, pero sí las situaciones que hayan quedado inmortalizadas. De una premisa similar parte Season: A Letter to the Future, un juego que sustenta su desarrollo en que almacenemos recuerdos para que no dejemos de disfrutarlos nunca pero que irónicamente, a su vez, tiene dificultades para ofrecer algo por lo que ser memorable.
Esto quizás es raro, pero encuentro atractivas aquellas obras que tienen un trasfondo triste o melancólico. Probablemente esto tendrá una acepción psicológica que desconozco, pero no tengo complejo en reconocer que muchos de mis libros, series, películas o videojuegos favoritos tienen un desarrollo dramático y un final preferiblemente triste. Seguramente eso fue lo que me llamó la atención de este Season: A Letter to the Future, ya que la sinopsis del juego plantea que tenemos que ejercer de documentalistas inmortalizando un mundo que está llegando a su fin para conservar su legado. Si bien la premisa suena pesimista en exceso, incluso hasta para mí, lo cierto es que me generaba mucha curiosidad el descubrir el propósito del juego, la historia que quería contar y los hilos que iba a utilizar para su objetivo.
Para ello, traza una línea contemplativa, con una acción muy pausada que nos invita constantemente a reflexionar, como si de un domingo de senderismo se tratase, pero sin que nuestros pulmones sufran. A pesar de tener la muerte muy presente, Season es un juego repleto de vida, principalmente por el preciosismo de sus paisajes y la paz que transmiten. Aunque gran parte de su desarrollo es lineal, hay un fragmento importante de la aventura que nos deja libertad para perdernos en sus parajes y dibujar un horizonte en el que se respira naturaleza. Casi podemos sentir la brisa en el rostro, y esto hace que se diferencie de los walking simulator convencionales. Por supuesto, también está la profundidad que da la bicicleta, que es la acompañante de la protagonista en todo momento y que sirve tanto para movernos por los imaginativos escenarios como para dotar de personalidad a la obra. En el camino de un lugar a otro vamos reflexionando y organizando ideas de los misterios que hemos ido descubriendo durante la exploración.
La trama, al menos conceptualmente, se desglosa encontrando objetos que nos ayudan a conocer más sobre el lugar que exploramos, y sobre unos pocos lugareños que todavía se resisten a abandonar la zona antes de que la explosión de una presa inunde todas sus pertenencias. Estos recuerdos podemos usarlos de la forma que mejor nos convenga para incidir en el destino de estos personajes secundarios con los que podemos estrechar lazos, y comprender que cada vida es un camino repleto de momentos, decisiones y recuerdos. Solo que, especialmente, algunos recuerdos son alegres, y otros son dolorosos. En un momento concreto de la aventura debemos ayudar a una madre y un hijo que deben elegir qué pertenencias conservar y cuáles dejar atrás, con el trasfondo de un padre que ha fallecido y un miedo a avanzar. Temor al futuro. A lo que vendrá. Un viaje espiritual que intenta dejar huella, pero se queda precisamente en el intento.
Diría que el juego tiene un problema muy serio que dificulta el dejar huella en nuestros corazones: su ambigüedad. Puede que esto esté reflejado en su protagonista, muy reflexiva y silenciosa. Entiendo que esto es intencionado por parte de los desarrolladores para que sea el jugador el que se meta en su rol, para que nos adentremos más en las conversaciones calentitas que nos dan algunos de los pocos personajes a los que nos encontramos. Momentos que nos trasladan a cuando escuchamos las historietas de ancianos o de nuestros propios abuelos emocionados contando batallitas. Pequeños retazos de luz, que acaban siendo recuerdos e inquietudes plasmadas que están ahí y aportan, pero la narrativa del título no ayuda o incita a preguntarnos el por qué han llegado a esa situación, a por qué esas dudas con el futuro que está por llegar con el cambio de estación. Al final, todo concluye en una especie de conversación de esas en las que te quedas sin saber qué decir, solo que aquí no hay nada que puedas hacer, porque no te dan las herramientas necesarias para profundizar en algo mucho más emotivo.
Recordar es precioso y la intención que tiene Season con esto es muy bonita, pero todo termina con un vacío que resulta casi incómodo. Nada trasciende. Su puesta en escena ayuda a evadirnos, a sentir paz y calma... pero, paradójicamente, tras ver los créditos no queda nada. Solo un recuerdo que se evaporará en pocas horas. De esos que no quedan grabados en un diario, en una foto o en una canción.