Análisis de Spy x Anya: Operation Memories - Dulce y suave (quizás demasiado)
Cacahuetes.
Si estáis al tanto del mundillo del anime, del manga, o de los dibujos animados en general es más que probable que hayáis escuchado hablar alguna vez de Spy x Family. Si no, podéis amablemente dejar de leer este texto, ir a comprar un par de volúmenes del cómic o a ver un par de capítulos de la serie y volver luego. No pasa nada, os doy permiso.
Así, estaremos todos en el mismo punto y no tendré que extenderme demasiado explicando el - más que merecido - éxito de la propuesta. Medio comedia situacional, medio comedia romántica, Spy x Family es la historia de una familia peculiar: el padre es espía, la madre es asesina a sueldo, la hija lee mentes y el perro es capaz de ver el futuro. Todos ellos acaban conviviendo, fingiendo ser un grupo de personas convencionales, mientras ocultan sus verdaderas identidades y habilidades a los otros. Cada uno de los personajes es carismático y entrañable a su manera, pero de entre todos, es difícil que Anya, la niña pequeña, no llame particularmente la atención. Extraordinariamente caótica pero bienintencionada en sus intentos de tener éxito como estudiante de un colegio de alto nivel, las aplicaciones de sus poderes son generalmente bastante hilarantes.
Spy x Anya: Operation Memories nos permite vivir en la mente de Anya durante un ratito. Bajo la premisa de que, como tarea para el colegio, la niña tiene que elaborar un diario de experiencias con fotografías incluídas que retraten su día a día, el juego nos suelta en una especie de Pokémon Snap en miniatura en la que podremos realizar distintas actividades junto a la familia Forger para crear buenos recuerdos sobre los que escribir.
El juego tiene una estructura dividida en días, a su vez separados en períodos de mañana, tarde y noche. Aproximadamente cada tres días, Anya saldrá de paseo con sus padres y se nos permitirá visitar escenarios de exterior, como un acuario o un parque para perros. El resto del tiempo, la idea es que nos introduzcamos en la cotidianeidad de su mundo: por la mañana, Anya irá al cole. Por la tarde, pasará tiempo con sus padres y, por la noche, escribirá en su diario. Cada una de estas etapas nos permitirá interactuar con los distintos personajes del escenario, que desatarán diálogos bastante referenciales a la serie, llegando en ocasiones a recrear escenas concretas no palabra por palabra, pero casi. Además, tendremos la oportunidad de realizar una acción - salvo las escapadas al exterior, en las que tendremos dos - que básicamente consisten en que Anya interactúe con alguno de los objetos del entorno, permitiéndonos sacarle una foto que añadir a nuestro diario.
La mecánica de fotografía es bastante sencilla. La cámara es relativamente fija, pero podremos mover el encuadre para ajustarla a lo que mejor nos guste. Cada una de las fotos está pensada para que haya un encuadre “bueno”, en el que los bordes del visor de la cámara se iluminarán de amarillo. También habrá un nivel de enfoque óptimo y un momento específico pensado para que lo fotografiemos, que estarán también señalados visualmente con colores en el marco del encuadre. En cualquier caso, la penalización es mínima por no seguir las instrucciones, así que si verdaderamente lo queremos podemos pasarlas un poco por alto y sacar la fotografía como más nos guste. Es cierto que las posibilidades que se nos ofrecen son limitadas (y, en ocasiones, encontrar un buen encuadre puede ser un poco frustrante, especialmente si la cámara se queda fija en sitios en los que hay objetos por en medio) pero las escenas que se generan suelen ser dulces y divertidas de fotografiar.
Por cada fotografía que realicemos ganaremos puntos Eureka, una especie de moneda del juego que podremos canjear para jugar minijuegos por las noches, en la escena en la que Anya escribe en su diario. El aspecto de los minijuegos me ha sorprendido muy positivamente. Se van desbloqueando poco a poco,y dentro de cada uno de ellos se nos ofrecerán distintas misiones que cumplir. Todos ellos están ambientados, claro, en el universo de Spy x Family, reinterpretando distintos géneros y estructuras de juego a su manera. Al principio apenas tendremos disponibles un par - un simulador del trabajo de Lloid Forger que nos insta a robar cuadros en sigilo, un beat’em’up en el que interpretamos a Yor y tenemos que derrotar a malos, y un juego de precisión de cortar vegetales en el aire - pero iremos desbloqueando nuevos conforme vayamos a nuevas localizaciones y alcancemos ciertos puntos de progreso. Mi favorito es el “endless runner” en el que montamos a los lomos del perro, Bond, recogiendo estrellas y sorteando obstáculos por el camino, pero también hay juegos de cartas y de habilidad de distintos tipos, como una especie de Pac-Man en el que interpretamos a Anya y tratamos de huir de los agentes secretos malvados.
Como recompensa por superar estos desafíos obtendremos puntos, que podremos canjear en una pequeña tienda in-game por accesorios y vestidos que ponerle a los distintos personajes, además de objetos con los que podremos interactuar en cada paseo. No son obligatorios ni mucho menos, pero son divertidos, si bien sencillos, y tienen un sistema interno de misiones que nos permite conseguir aún más recompensas. Si en algún día concreto no queremos jugar a ninguno, podemos saltar esta parte del juego sin ninguna penalización.
En general, creo que Spy x Anya es un juego cómodo y tranquilo que nos permite jugar a nuestra manera y relajarnos mientras encontramos pequeñas referencias y pasamos tiempo a los personajes. Si bien está claro que es un producto pensado específicamente para quienes ya sean fans, y probablemente no sea una introducción particularmente buena a la historia de Spy x Family, sí es cierto que integra bastante bien el fanservice en sus mecánicas jugables. Sin embargo, su peor defecto es una estructura excesivamente encorsetada. Para ser un título con una duración bastante respetable - alrededor de quince horas - la cantidad de cosas que podemos hacer no es lo suficientemente variada como para sostener constantemente ese ritmo de mañana, tarde y noche. Llegados a cierto punto, se nos ofrecerá la posibilidad de saltar algunas partes, como el ir al colegio, pero el conjunto seguirá resultando un poco aparatoso, y generalmente desearemos que simplemente llegue el próximo día en el que podemos salir al exterior, convirtiendo el resto de tareas en un grupo de menús un poco irrelevantes.
Aún así, creo que Spy x Anya tiene bastante corazón. Como mínimo, demuestra que se pueden hacer juegos basados en anime que no necesariamente tengan elementos de acción, y amplía un poco el abanico de títulos que pueden dar pie a adaptaciones exitosas. Incluso siendo una experiencia un poco más rígida de la cuenta, creo que los fans de los juegos tranquilos, sin mucho desafío, o aquellos a quienes les encante la serie - y especialmente Anya - pasarán un buen rato en su mundo.