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Análisis de Tales of Xillia 2

El tiempo es gald.

Recuerdo que empecé a aficionarme por los RPG cuando era un niño y solo tenía un juego al año. Si duraba menos de 30-40 horas, terminaría pasando una buena parte del año sin nada que jugar, lo cual me llevó a ser muy exigente con la duración y los extras terminada la aventura, y no me importaba que tuviese partes de relleno. Con el tiempo he ido valorando cada vez más que un juego dure lo justo, que cada minuto en él sea valioso y, sobre todo, que no desperdicie mi tiempo porque sí. Un error que ha cometido el equipo de Tales en su última aventura.

Tales of Xillia 2 transcurre un año después de la primera entrega. Ludger Kresnik es un cocinero que fracasó en su prueba para acceder a un trabajo de agente en la corporación Spirius. Tras asistir al secuestro de un tren termina envolviéndole un embrollo donde le toca cuidar a una niña de 8 años llamada Elle, perseguir a su hermano Julius -que podría estar detrás del ataque terrorista-, trabajar para Spirius buscando y destruyendo dimensiones alternativas, y para acabar de rematarlo tiene que pagar una factura médica de 20 millones de gald.

Aunque el protagonista sea diferente, parte de la historia de Xillia 2 es una continuación de las situaciones presentadas en la primera parte. La eliminación del cisma que separaba a dos naciones, los actos terroristas de Éxodo, la necesidad de encontrar una fuente de energía alternativa que no acabe con el planeta... Estos temas van apareciendo de fondo y enriquecen el interesante universo del primer juego.

El argumento en sí es independiente, pero jugar sin haber probado el capítulo anterior no tiene mucho sentido: las relaciones entre personajes depende mucho de éste y hay un cierto factor nostalgia sin el que algunas escenas no tienen el mismo impacto. Ayuda bastante que Jude y compañía sigan teniendo un carisma arrebatador, merece la pena escuchar hasta la última de las conversaciones opcionales solo por lo divertido que es ver las interacciones entre miembros del grupo.

He leído muchos comentarios criticando el reciclaje de escenarios, pero creo que aquí juega un papel muy importante. No es lo mismo visitar una localización nueva que, por ejemplo, regresar el poblado de Nia Khera. Sobre todo cuando muchas de estas visitas se producen en dimensiones alternativas donde comprobamos cómo ciertas situaciones del primer juego podrían haber tenido mejor (o peor) resolución. Y sí, es cierto que ya que se ahorraban ese trabajo podrían haber aprovechado para ampliar la fauna que habita los caminos.

Algo más chocante es el protagonista "mudo". Ludger solo habla durante las escenas, donde podemos escoger dos opciones, pero no se escucha su voz. Solo se le escucha murmurar algún "¿Eh?", "Sí", "¿Cómo?" o "¡Cállate!", y queda un poco raro porque parece que sea mudo (o algo peor) el 90% del tiempo. Lo más extraño es que no es por falta de doblaje: en la segunda vuelta se activa la posibilidad de escuchar la voz de Ludger durante las decisiones. A mi que me lo expliquen.

"El miedo a que la duración sea un punto negativo ha atenazado lo suficiente al estudio como para introducir una mecánica invasiva."

El mayor problema de Tales of Xillia 2 es la deuda, que termina por destrozar el ritmo del juego. La idea es que entre una misión principal y otra tenemos que recaudar dinero para poder pagar la factura médica que contraemos al principio del juego y continuar progresando. En la mayoría de casos, esto consiste en encontrar gatos escondidos por el mapeado, matar cierto número de enemigos de una clase, recoger objetos del suelo o mandar a nuestro gato Rollo a buscar objetos especiales.

Ninguna de estas actividades suena muy divertida, y para sorpresa de nadie, no lo son. No sería tanto problema si fueran opcionales para sacarse un dinero extra y mejorar las armas, pero es que durante buena parte del juego es la única manera de avanzar, y eso afecta incluso al ritmo al que podemos mejorar el equipo de nuestros personajes, ya que bastante cuesta conseguir dinero como para gastárselo en accesorios.

Es muy molesto terminar una misión, que te digan que el mundo te necesita de inmediato y que te toque farmear media hora para poder avanzar. Al terminar el juego me di cuenta del motivo: es un pelín corto para lo que suele ser género. En menos de 30 horas se puede completar la historia, de las cuales solo 20 son del modo historia principal contando los tramos de conseguir dinero.

La sensación que deja el juego es que el sistema de deuda es una excusa para alargar de manera artificial la duración por miedo a que se quedase en casi la mitad de eso. Es una pena porque pienso que no hubiese sido ningún problema que durase 10 o 15 horas. El miedo a que la duración sea un punto negativo ha atenazado lo suficiente al estudio como para introducir una mecánica invasiva.

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No debería ser tan importante la duración de la historia como que tenga una progresión adecuada, y duele aún más porque en esto Xillia 2 cumple con creces, con unos tiempos mucho más medidos que en el primero, donde al menos tres o cuatro situaciones parecían ser el final del juego. Esto repercute de forma muy positiva en un final muy emotivo que funciona a la perfección.

Lo peor de este asunto es que tenían la respuesta delante de las narices. Las 10 horas que he dejado sin contar antes son de los capítulos de personaje, breves fragmentos dedicados a uno de nuestros compañeros. Cada uno desarrolla una historia que nos permite comprenderles mejor y aumentar nuestra relación con ellos, y si en lugar de estar diseminadas y ser opcionales se hubiesen incorporado como parte integral del modo historia, quizá no hubiese sido necesario alargar tanto los tramos entre misión y misión.

Pasando al sistema de combate, éste ha recibido unas cuantas novedades con respecto al primer Xillia. La más llamativa es que Ludger puede transformar su cuerpo en chromatus, una forma temporal en la que desaparecen los aliados pero él adquiere más fuerza y rapidez y tiene acceso a ataques especiales. Esta barra se recarga con el tiempo, pero con una particularidad: si dejamos de atacar, a los pocos segundos el proceso se para, así que no vale dar vueltas en torno a un jefe esperando a que se recargue.

Otro cambio es que ahora tenemos tres tipos de armas: dos espadas, mazo y dos pistolas. Algunos enemigos son débiles a un tipo y resistentes a otros, aunque en la práctica casi todos los enemigos normales se pueden eliminar con las espadas. Los jefes sí suelen requerir algo más de estrategia con las armas, sobre todo los humanos.

"Es una pena que no hayan terminado de balancear bien la dificultad; las batallas contra jefes en 'Fácil' no suponen ningún reto mientras que algunas veces en 'Normal' dan ganas de estampar el mando contra la pared de impotencia."

De hecho, los jefes no solo requieren más estrategia sino también algo de paciencia. El aumento de dificultad con respecto a los enemigos normales es pronunciado en exceso: dentro de una misma dificultad, pasamos de avanzar sin problemas a un tipo que se cabrea y nos mata a los cuatro personajes del grupo de dos ataques en treinta segundos. Es bastante agobiante, sobre todo por el clásico límite de 15 objetos, aunque siempre está el selector de dificultad para salir de una situación complicada.

Es una pena que no hayan terminado de balancear bien la dificultad; las batallas contra jefes en "Fácil" no suponen ningún reto mientras que algunas veces en "Normal" ya dan ganas de estampar el mando contra la pared de impotencia, y luchar contra enemigos normales en menos de "Moderado" es aburrido. Si sabemos adaptar nosotros mismos la dificultad a la situación, podremos disfrutar de los geniales combates que brinda este sistema que ya probó su eficacia en la primera parte.

Tales of Xillia 2 lo tenía todo de cara para ser mucho mejor juego que su anterior entrega, con un mundo rico en matices ya establecido sobre el que se expone una historia interesante, cohesionada y bien contada, además de un sistema de combate con más posibilidades. El miedo a no durar lo suficiente corta de raíz el ritmo del juego hasta tal punto que, unido a otros errores menores difíciles de entender, termina convirtiendo a Tales of Xillia 2 en un ligero paso atrás.

7 / 10

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