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Análisis de Total War: Shogun 2 - La Caída de los Samurái

Matando al dragón.

Edad Imperial... es un nombre bastante irónico. Al pensar en que fue durante esa misma "Edad Imperial" en la que dos grandes imperios, como fueron el chino y el japonés - aunque lo de llamarlos "imperios" fue cosa nuestra - acabaran siendo una sombra de su propio esplendor, no deja de ser una mofa del destino hacia esos ancestrales colosos.

No creo que sorprenda a nadie que los europeos sean los grandes responsables de esa humillante situación. Principalmente por el concepto de la guerra que llegó allí junto con las ideas imperialistas occidentales. Los soldados japoneses, acostumbrados al honor del duelo cuerpo a cuerpo, de repente se vieron masacrados por líneas de rifles disparando que ni siquiera avanzaban hacia ellos. A veces es inevitable tener que adaptarse a la tecnología, incluso cuando tu oficio es el de la muerte. En este caso, parece ser cierto el símil que hizo el ya fallecido cantante de heavy metal, Ronnie James Dio, que dijo que hay que "matar al dragón", refiriéndose como tal a la tecnología - aunque, evidentemente, por otro motivo.

Ante este panorama, parece bastante obvio que, como daimyo (el soberano feudal más poderoso desde el siglo X al XIX dentro de la historia de Japón), se pueda llegar a entender el creciente resentimiento de nuestra población hacia cada paso adelante que se da en nombre del progreso. Y es una lástima, porque la pólvora es un arma tan efectiva... Pero hay que preservar las tradiciones. Tendremos que encontrar un equilibrio entre ambos pensamientos si se quiere llegar a dominar al enemigo. Esta insólita antítesis abre un nuevo frente, quizás uno de terror, seguro uno de desafío, para los veteranos jugadores de Total War.

A pesar de este gran impacto psicológico en las mentes de los aspirantes a Señor de la Guerra, es evidente que en Creative Assembly son conscientes de que esto sólo representa un paso adelante y no una revolución, y que La Caída de los Samurái sigue apostando por la ya clásica fórmula de cualquier Total War. Además de particularizar el escenario específico de las guerras de occidente contra oriente, en la desarrolladora se han preocupado de suavizar pequeños detalles y solucionar algunos bugs.

"Los soldados japoneses, acostumbrados al honor del duelo cuerpo a cuerpo, de repente se vieron masacrados por líneas de rifles disparando que ni siquiera avanzaban hacia ellos"

Por ejemplo, se ha añadido el control manual directo de los barcos y de sus cañones en las batallas navales. Mientras que es innegablemente divertido manejar los controles de un cañón y decidir la vida o la muerte de aquellos que están más allá de su boca, sólo hay que esperar que nuestro daimyo esté a la altura de los artilleros bajo su mando. Bueno, tampoco culparé a nadie si abandona esta peculiar situación y se dedica a lo que realmente le toca hacer, que es dirigir la batalla. En todo caso, estando tan cerca de nuestras tropas se sigue pudiendo apreciar la calidad gráfica que también caracteriza a Shogun 2, y añadiendo la brutalidad del tipo de guerra que se presenta en esta expansión también se ve lo duro que puede llegar a ser.

Además de estos detalles, en La Caída de los Samurái se ha añadido nuevas unidades y se ha ampliado la variedad de agentes de campo a nuestro servicio. Los veteranos extranjeros ayudarán en el reclutamiento y posterior entrenamiento de tropas, y los agentes políticos pueden llegar a convertir reinos enemigos o calmar los territorios conquistados. Las geishas, con su encantador poder de convicción, pueden distraer ejércitos enteros de forma tremenda. Con tantas innovaciones, es fácil dejarse seducir por el desenfreno de querer ver todas estas nuevas invenciones, pero si uno quiere evitar verse arruinado tendrá que cargar la partida muchas veces. Mejor opción es usar el creador de batallas personalizadas y hacer intervenir ejércitos clásicos, modernos, mixtos o, ¿por qué no? Crear una batalla claramente desequilibrada en ese sentido.

La nueva campaña se centra poco en la dirección de la familia del daimyo, ya que los turnos no duran una estación como en el juego original sino sólo unas pocas semanas. Cuando una campaña dura poco más de 10 años, poco importa saber con qué hombre se casará nuestra hija si en toda la campaña no llegará a la mayoría de edad. No obstante, es una decisión acertada si se quiere apostar por la sensación de una modernización rápida y avanzar rápidamente en la tecnología, que es representada por un amplio árbol de opciones que introduce muchas mejoras muy variadas, como naves reforzadas de metal.

Algunos aspectos se han mejorado ligeramente, como la inteligencia artificial en combate o la interfaz de usuario, pero aún mantienen algunos fallos a destacar. La IA sigue estando algo anticuada y, aunque se adapta bien a las nuevas unidades, aún tiene poca mentalidad estratégica y toma decisiones poco efectivas en las batallas. Por otro lado, algunos aspectos del diseño de la interfaz de usuario siguen siendo discutibles, como omitir ciertas piezas de información en los avisos. Como en cualquier Total War, las opciones son inmensamente amplias pero se ofrece poca ayuda para evitar situaciones ridículas como tener que recordar a la caballería que monten de nuevo tras capturar una estructura enemiga, sobre todo si la siguiente orden es volver a atrapar al grueso del ejército que se prepara para tomar el siguiente frente.

No obstante, se ha seguido puliendo todos estos detalles y no se abandona el modelo de estrategia que siempre se ha querido mantener con la saga Total War. Además, el particular escenario elegido para la historia de La Caída de los Samurái lo convierten en una gran elección incluso si no tenemos Shogun 2 previamente (es una expansión stand-alone, es decir, no hace falta tener el juego original). Quizás como los mismos japoneses de esa época, en Creative Assembly (y probablemente nosotros también) queramos matar el dragón que pretende imponer su dominación y acabar con lo que caracteriza a la saga hasta ahora.

8 / 10

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