Análisis de Twisted Metal
Cañón de repetición.
Una de las preguntas que puede llegar a salir en una conversación que ya no da más de sí es: 'Si pudieras pedir un deseo… ¿cuál sería?'. Es un tema recurrente en la fantasía árabe con los cuentos sobre genios, y también se ha explorado en el género de terror, mostrando cómo pueden torcerse si no se saben usar las palabras adecuadas. No le voy a dar más vueltas, la historia de Twisted Metal va sobre eso, pero esa realidad es posible incluso que se aplique a alguno de los compradores del juego. Ten cuidado con lo que buscas, corres el riesgo de encontrarlo.
Tras muchos años sin una versión para una plataforma de sobremesa, este nuevo Twisted Metal vuelve como un claro guiño hacia los fans de la saga. Prácticamente es un reboot completo de la saga, manteniendo los nombres y la actitud gamberra original pero poco más.
En el modo historia se recuperan algunas caras conocidas. Específicamente, seguiremos a tres personajes que piden un deseo a Calypso, el principal antagonista de la serie - aunque no creo que sea la palabra más adecuada para describirlo -, y que solamente verán realizado si son capaces de vencer los desafíos que éste les propone. Sweet Tooth es un psicópata infernal que se viste con una máscara de payaso flameante, Mr. Grimm es el hijo de un motociclista acróbata que busca viajar el pasado para evitar la muerte de su padre, y Doll Face es una modelo con tendencias homicidas y obsesionada con el éxito.
La historia, como es de suponer y se puede comprobar, tiene una calidad sólo ligeramente superior al de una película de Uwe Boll, y no aporta absolutamente nada al juego en sí. De hecho, se podría haber puesto secuencias de un documental sobre el sistema solar y así al menos aprenderíamos algo. El único punto positivo del argumento es la originalidad del final de los primeros dos protagonistas, aunque esto provoca que el de la tercera sea previsible para unos y flojo para los demás.
"Twisted Metal gustará a los fans de la franquicia o aquellos que piensen que las 24 horas de LeMans serían más interesantes con un par de M-60 en los automóviles"
Cuando nos disponemos a empezar a disfrutar del juego, podemos elegir los vehículos que tengamos desbloqueados y un arma secundaria. Si en la partida se dispone de garaje, se eligen tres vehículos, de modo que dos están en dicho garaje reparándose - si es el caso - mientras usamos el restante para la matanza. A la hora de elegir vehículos tendremos que tener en cuenta su velocidad, armadura, y cantidad de armas especiales. Quizás tendría que haber más variedad teniendo en cuenta estos tres parámetros, pero lo que sí son es originales. Entre ellos hay el camión de los helados de Sweet Tooth que se convierte en un robot al más puro estilo Transformers, la moto Reaper en la que el arma principal es una motosierra o el helicóptero Talon que dispone de un imán y un cañón ametrallador automático.
Una vez dentro de la acción, la mecánica es sencilla: mantenerse con vida, recoger munición, y liberar el arsenal en el momento adecuado para reducir los oponentes a escombros. Se hace así con la mayoría de modos de juego, a excepción del modo Carrera y los jefes finales, aunque tampoco es que sean demasiado distintos. El principal problema es, a parte de su repetitividad, lo poco intuitivos que son sus controles. Tras jugar durante toda una semana aún confundía el freno de pedal y el de mano, e ir cambiando entre los aproximadamente diez tipos de armas en medio del caos es demasiado tedioso. Eso sin contar el pulso EM, el disparo trasero, el escudo y las minas que se controlan con el pad digital.
Además, algunos tipos de munición son claramente más fáciles de usar que otros, por lo que la tendencia general es centrarse en éstos y casi olvidarse de los demás. Claro que conseguir maestría en todos dará claras ventajas, pero por lo general se destroza a los oponentes antes de usarlos todos, por lo que algunos quedarán relegados a estorbo.
Lo que nos lleva a hablar del modo multijugador. Claramente superior al modo historia, los rivales humanos realmente nos pondrán al límite de tener que aprender a usarlo todo, pero no consigue hacer que deje de ser cierta la realidad sobre las armas... simplemente habrá menos armas que consideremos inútiles, aunque no todas se salven. No obstante, se ve que es un modo trabajado; muestra de eso es el taller de pintura de los vehículos, considerar la opción de pantalla partida incluso en modo online, y decidir casi cualquier otro aspecto del juego. Lástima que los servidores sean poco estables y mermen considerablemente la experiencia.
El último punto positivo es la buena calidad musical de artistas invitados, con el protagonismo centrado en White Zombie y Sammy Hagar, pero también se incluyen bandas actuales como Airbourne, Wolfmother, Avenged Sevenfold, y los veteranos Iggy Pop y Judas Priest. Para completar el análisis, el nivel gráfico es correcto a pesar del uso de actores reales para las cinemáticas, aunque tampoco es algo que preocupe en exceso.
Twisted Metal es un producto bastante inestable. Intenta ser completo y original en algunos puntos, pero se basa en una mecánica demasiado simple y con un trasfondo argumental demasiado llano. Sólo sería recomendable para los fans de la franquicia o aquellos que piensen que las 24 horas de LeMans serían más interesantes con un par de M-60 en los automóviles.